Slava Ukrayini! La valentía de los ucranianos 

No he conocido a mucha gente valiente en mi vida. Uno defiende una democracia liberal para no tener que ser valiente, para que nadie tenga que ser valiente. Y los ucranianos llevan desde 2014, cuando Rusia comenzó una guerra que ya lleva más de 10.000 muertos, siendo valientes para poder dejar de serlo. (En realidad, desde mucho antes: no hay que olvidar la Revolución Naranja de 2003-2004 o el intento de envenenamiento al presidente Víktor Yúshchenko). En 2016 conocí en un viaje a Kiev a varios ucranianos valientes. Una sobrevivió por los pelos a los francotiradores de Yanukóvich, el presidente ucraniano prorruso que ordenó la masacre de los manifestantes del Maidán; otro quedó herido tras un coche bomba de un terrorista prorruso que mató a un compañero periodista; otro perdió a un amigo en el frente del Donbás. Uno de ellos, periodista, descubrió en uno de esos viajes que estaba en una lista de busca y captura. Todos habían estado en el frente del Este en algún momento, no porque hubieran sido movilizados sino porque sintieron que era su obligación moral. Uno hizo de traductor para la televisión francesa, otro se alistó voluntariamente, otro acudió como periodista por su cuenta.

La clave sobre la invasión rusa de Ucrania no está en la historia lejana. Está en la historia reciente de un país valiente que lleva décadas luchando por reafirmar su independencia, a pesar de los ataques del Kremlin. Es cierto que las comparaciones con la invasión nazi de República Checa y Polonia en 1938 y 1939 pueden parecer acertadas. Pero las comparaciones históricas lejanas nos hacen olvidar que esta guerra no es nueva. En 2014, Rusia se anexionó el territorio ucraniano de Crimea, inició una guerra en el Donbás y derribó un avión comercial, el vuelo 17 de Malaysia Airlines, que acabó con la vida de 300 personas.

Al comparar esta invasión con 1939, también parece que Ucrania es solo un centro de operaciones, un tablero de juego, y que su historia reciente no nos dice nada sobre lo que quieren los ucranianos ni los ideales por los que han luchado (y muerto por miles). Parafraseando a Christopher Hitchens sobre los terroristas islámicos, lo que Putin abomina de Ucrania es precisamente lo que más defienden los ucranianos: la democracia, la libertad, los derechos civiles. Como ha dicho el sovietólogo rumano Armand Goşu, la democracia ucraniana «es una amenaza directa para un régimen autoritario como el de Putin, porque la gente en Rusia ve que un modelo democrático puede funcionar para sus vecinos ucranianos. Si puede funcionar para los ucranianos, ¿por qué no también para los rusos? ¿O es que los ucranianos son compatibles con la civilización occidental y los rusos no?».

Los ucranianos llevan años avisando a la comunidad internacional de que sus preocupaciones no son un capricho. La opinión pública occidental miró hacia otro lado cuando Rusia se anexionó Crimea e invadió el Donbás en 2014. Los ucranianos entonces aprendieron a defenderse solos y a no esperar a que los ayudaran. Ya echaron a un tirano en 2014 y mantuvieron a raya a otro durante años. Pero hoy este último tirano ha iniciado una guerra que los ucranianos no pueden ganar solos. Todo Occidente tiene una deuda de gratitud eterna con Ucrania. Los ucranianos llevan años defendiendo la democracia liberal en las trincheras. Hoy están muriendo por ella. Es hora de echarles una mano de verdad.