De la masacre de Bucha
«Antes uno era más o menos consciente de que sabía lo que le dejaban saber, lo que querían que supiese; hoy, en cambio, uno se piensa en posesión de la verdad porque puede elegir dónde informarse.
Ante la proliferación de redes sociales, de medios, de formas para informarse, hay quien pudiera pensar que nuestra sociedad está más informada que cualquiera de las sociedades que la precedieron. No obstante, la masacre de Bucha nos recuerda que no; que hoy disponemos de muchas más fuentes, sí, pero que eso no es necesariamente bueno, pues cuántas más haya más difícil es sopesar la fiabilidad de cada una de ellas. Por eso los hay que aseguran que la matanza la han perpetrado los ucranianos y los hay también que juran que han sido los rusos. Estoy convencido de que habrá incluso quien diga que en realidad no ha habido masacre alguna y que los cadáveres que vemos en las imágenes no son más que transeúntes a los que les apetecía echarse un rato, extasiados de tanta guerra y tanto bombardeo. Y seguro que éstos últimos también cimientan su afirmación en alguna fuente que hayan encontrado en internet; en una cuenta de Twitter, un blog geopolítico o, no sé, un directo de YouTube. Porque entre los twitteros, los blogueros y los youtubers, como en las barras de los bares y las tertulias de televisión, proliferan los todólogos: expertos en coronavirus hace sólo ocho meses; expertos en geopolítica desde hace sólo dos meses.
A lo que voy es a que más cantidad de información no equivale a estar más informado, y a que puede, incluso, significar estarlo menos. Porque desde luego que no es deseable la situación pretérita, en la que unos pocos grupos empresariales controlaban toda la prensa —esto es, todas las fuentes de información—, pero tampoco hemos mejorado tanto. Antes uno era más o menos consciente de que sabía lo que le dejaban saber, lo que querían que supiese; hoy, en cambio, uno se piensa en posesión de la verdad porque puede elegir dónde informarse. En este sentido, dudar se torna mucho más difícil y cambiar de parecer casi imposible: uno adopta una posición sin reservas, decidida y obstinadamente… a partir de un hilo de tweets, una columna o un par de publicaciones de Instagram. Y ay de aquel que discrepe; entonces, bloqueo, insulto, zasca y a otra cosa.
Pero retomando lo de Bucha, que para que a uno lo lean tiene que ceñirse a la actualidad, yo no sé quién ha cometido la masacre y soy consciente de que no lo voy a saber. Puedo inclinarme a pensar, qué sé yo, que han sido los rusos porque son muy fieros, o que es un montaje de los ucranianos porque esos vídeos los utiliza el gobierno para pedir armamento a Occidente, pero poco importa: sigue siendo una tragedia.