Madres, hijas y la imposibilidad de comunicarse

La periodista Begoña Gómez Urzaiz ha escrito un libro sobre las madres que se van, se llama Las abandonadoras y llegará a librerías el 26 de mayo. En su libro habla de madres de ficción y reales que dejaron a sus hijos (Muriel Spark, Doris Lessing, entre las más conocidas). La hija oscura, ópera prima de Maggie Gyllenhaal que adapta una novela de Elena Ferrante del mismo nombre, cuenta la historia de Leda, profesora de literatura ya asentada y en la segunda parte de su vida –es decir, sus hijas ya son independientes– cuyas trabacaciones se ven alteradas con la llegada de una ruidosa y amplia familia a la misma playa en la que ella pretendía descansar y avanzar en sus lecturas. A Leda no le seduce el aura de mafiosos de los miembros de la familia, sino una joven madre, con una hija demandante (perdón por el pleonasmo), en la que se ve reconocida, o más bien, habría que decir que al ver a esa madre un poco superada por la condición de madre a tiempo completo se acuerda de su propia maternidad y de su propio sentimiento de ahogamiento y su deseo de escapar de la identidad absoluta de madre. Ahora Leda mantiene una relación normal con sus hijas, hablan, se quieren y está todo bien entre ellas. Sin embargo, en ella hay algo que todavía le pesa. La película ronda ese misterio.

El próximo 6 de mayo llega a Filmin Jane par Charlotte, la película retrato-mensaje de Charlotte Gainsbourg sobre su madre, Jane Birkin. En el título hay un guiño a la que hizo Agnès Varda sobre Birkin: Jane B par Agnès V. De esa película, difícil de encontrar de manera legal, salió otra: Kung fu master, que prolongaba el tándem Birkin y Varda e incluía a los hijos de ellas en la película. La película de Charlotte Gainsbourg es emocionante y tiene en su centro otro misterio: la muerte de Kate Barry, la hija mayor de Birkin, que se suicidó en París en 2013. La tragedia orbita en la película y suena la canción que su madre le dedicó, ‘Cigarretes’: «Ma fille s’est foutue en l’air / Et par terre, on l’a retrouvée / A-t-elle ouvert la fenêtre / En fait pour chasser la fumée? / Cigarettes». Gainsbourg le dedicó otra canción, ‘Kate’, en Rest. El rodaje de la película de Charlotte Gainsbourg sobre su madre se prolongó durante años. No es un documental sobre el lado íntimo de la estrella. Es más bien un intento de romper el pudor que surge entre las dos cuando se ponen una frente a la otra, que no saben de dónde sale, y que de manera mágica la cámara permite que se rompa. Es bonito que Charlotte Gainsbourg haya hecho una película para decirle a su madre que la quiere, entre tanto hay conversaciones sobre las relaciones con sus hijos, sobre envejecer o escuchar sus propias canciones y una visita a la casa de Gainsbourg, el mítico número 5 bis de la rue Verneuil, que es como un viaje al pasado con fantasmas.

La escritora Kate Zambreno escribió Book of mutter, un libro sobre su madre que en español se llama Mi libro madre, mi libro monstruo y edita La uña rota. «A veces se me abre la boca y la risa de mi madre sale de repente, un truco de magia», escribe Zambreno. También la relación de Nathalie Léger con su madre se cuela en el libro Vida de Barbara Loden, sobre la cineasta y actriz, autora de una única película, Wanda. La madre de Léger le reprocha que le gusten las cosas tristes. En esa tensión entre el entendimiento y la incomprensión se cifra el misterio de la relación materno-filial, y eso en los casos felices. Ninguna ficción ha explotado tanto y tan bien eso como Better things, la serie de Pamela Adlon. Escribe Zambreno: «Mi madre mi enemigo declarado mi primer amor». Eso somos también.