¿Cómo resistirse a quien goza del favor de los dioses?
«El aficionado escribe sus epopeyas con el sudor de los ciclistas y nuestra imaginación se puebla con la gramática de su grandeza»
Europa Press
El viernes era el día de descanso previo a la proeza. Las bicicletas estaban al sol, relucientes como bólidos de Fórmula 1. Unos cuantos miles de cicloturistas –ocho mil, según la organización– se preparaban para recorrer el sábado los 312 kilómetros de una prueba singular: la Mallorca 312. Cuando llegué a media tarde, junto con mi hijo Javier, el ambiente era festivo: la música, los actos de homenaje, el leve nerviosismo de los participantes en medio del descanso que precedía al reto mayúsculo del día siguiente. Vimos pasar a Sean Kelly –el gran clasicómano irlandés de los ochenta–, que se escabulló rápidamente entre los aficionados. Ivan Basso y Alberto Contador firmaban centenares de afiches y fotografías. Lógicamente eran las estrellas de la jornada.
No las únicas, por supuesto, pues allí estaban Miguel Induráin, uno de los mitos de nuestra juventud; el gran Joseba Beloki; Pedro Horrillo, Tony Rominger y muchos más. No pude saludarlos a todos, pero sí pregunté a Ivan Basso por el Giro, competición que ha ganado en dos ediciones, y me respondió: «Italia es un país que ama tres colores: el azul, por la zamarra de la selección nacional; el rojo, por la escudería de Ferrari; y el rosa, por la maglia del Giro. El Giro es el color rosa». Es cierto que no hay maillot más hermoso que el de la carrera italiana ni –quizás– prueba más bella, en el sentido antiguo de la palabra. Le pedí entonces a Contador que definiera en un solo vocablo cada una de las tres grandes vueltas. Alberto, que puede presumir de haber ganado las tres en varias ocasiones, permaneció pensativo un segundo como si buscara en su memoria la expresión justa. «El Giro es sencillo de definir –contestó–. El Giro es la pasión por el deporte, ya que cuenta con una afición extraordinaria. El Tour, en cambio, lo definiría con la palabra trabajo. Era el gran objetivo de la temporada, al que se destinaban todos mis esfuerzos. La Vuelta significaba para mí correr en casa. La palabra que mejor la define es hogar. La Vuelta es mi hogar».
Pasión, trabajo y hogar: quizás tres términos que sirvan también para caracterizar el peculiar universo del ciclismo, porque sin pasión no se entiende el heroísmo de los corredores, sin trabajo no se explican sus hazañas y sin un hogar común no tendría sentido el amor que los aficionados sienten no sólo por sus mitos nacionales –los deportistas de tu país–, sino por los contrincantes, sean del lugar que sean. «Piensen –escribió en una ocasión el novelista italiano Dino Buzzati– en todos esos niños, muchachas, ancianos, carabineros, campesinos y curas que ayer y hoy los esperaban; en los habitantes de Rosarno, Vibo Valentia, Coraci, Rogliano, Tarsia, Lauria, Lagonegro, Auletta, Éboli; en cómo los miraban, les sonreían y sufrían por ustedes”. Entiendo bien esas palabras: el aficionado escribe sus epopeyas con el sudor de los ciclistas y nuestra imaginación se puebla con la gramática de su grandeza. Perico y Roche, Induráin y Rominger, Contador y Froome, Pogačar y Roglič fueron y son nuestros Aquiles y nuestros Héctor; la sustancia humana y literaria de los mitos. «¿Cómo resistirse –inquirió Buzzati– a quien goza del favor de los dioses?».
Al terminar el acto, un aficionado preguntó por el equipo Eolo-Kometa, que dirigen Basso y Contador. El año pasado, al ganar un corredor de la escuadra –Lorenzo Fortunato– la etapa reina del Giro, Contador se comprometió a ir en bicicleta de su Pinto natal hasta Milán. ¿Qué hará este año Ivan Basso si se repite triunfo? «Nada –contestó–, si ganamos una etapa me quedaré en Milán». «¿Y si son dos etapas?», insistió el aficionado. «Entonces, si son dos victorias, iré en bicicleta de Milán a Pinto.», respondió Basso. «Aquí hay testigos, Ivan. Tendrás que cumplir con tu palabra», subrayó riendo Alberto Contador. Y aquí lo dejo escrito, para que quede constancia. Pronto saldremos de dudas. Este viernes empieza la Corsa Rosa.
