El Parlament contra Cataluña

El próximo martes 31 de mayo termina el plazo para cumplir la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) que obliga a a la Generalitat a garantizar que todos los centros educativos impartan un 25% de clases en castellano. Desde el principio estaba claro que el gobierno catalán no haría nada. Ahora varios partidos (Junts, ERC, PSC y En Comú Podem) han firmado un documento ambiguo y trilero en el que elaboran un plan de aplicación a medias de la sentencia. Piden que sean los colegios, según su «realidad sociolingüística», los que regulen la proporción. Y «realidad sociolingüística» ya sabemos lo que significa: durante años los gobiernos catalanes han insistido en que, como nadie se quejaba (¿quién se quejaría si lo humillan cuando lo hace?), la inmersión gozaba de mucha popularidad. Eso se aplicaba a las aulas: como nadie pedía castellano, estaba claro que nadie lo quería. La realidad es otra: si exigir clases en castellano le provocará problemas a tu hijo, te callas.

Los firmantes de Junts, ERC, PSC y En Comú Podem son muy distintos unos de otros, pero todos piensan lo mismo en temas lingüísticos: la escuela en catalán 100% no se toca. Y como son los partidos mayoritarios en el Parlament, su opinión es incuestionable. La actitud es la misma que cuando se aprobaron las Leyes de Transitoriedad, en las que se sentaban las bases para una eventual República catalana: el parlamento tiene plenos poderes y es un reflejo exacto de los intereses de los gobernados, incluso cuando van abiertamente en contra de ellos.

Porque lo delirante de los representantes mayoritarios en el Parlament es lo alejados que están de sus representados, sobre todo en la cuestión lingüística. Junts, ERC, PSC y En Comú Podem son un 80% del Parlament. ¿Un 80% de Cataluña piensa como ellos sobre la inmersión? En absoluto. Aunque el Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) no pregunta sobre el modelo lingüístico que prefieren los catalanes en la escuela, una encuesta de GESOP muestra que la mayoría de catalanes (un 75,6%) prefiere un modelo trilingüe de español, catalán e inglés. Un 14% quiere enseñanza bilingüe en catalán y en castellano, un 8,8% quiere conservar el modelo actual de inmersión y solo un 0,5% quiere todo en castellano.

Si vamos a la distribución lingüística en Cataluña, ese supuesto 80% que es la «voluntad del pueblo» tampoco se corresponde con la realidad. Según el Instituto de Estadística de Cataluña (perteneciente a la Generalitat), un 52,7% de los catalanes considera que su lengua inicial (la primera lengua hablada en casa, con la que aprendió a hablar) es el castellano, frente a un 31,5% que dice que es el catalán. Un 46,6% piensa que el castellano es su lengua de identificación (la que considera como suya), frente a un 36,3% de catalán. Y un 48,6% afirma que el castellano es su lengua habitual (la que la persona encuestada utiliza normalmente), frente a un 36,1% que afirma que es el catalán.

Los representantes políticos nunca consiguen representar al cien por cien los intereses de sus representados. A menudo incluso legislan en contra de ellos. En el caso catalán no hay mejor ejemplo de esto que en la cuestión de la lengua.