¿Qué suma Yolanda?
Hasta ahora, lo único que Yolanda ha demostrado saber sumar es empleados ficticios a las estadísticas oficiales de empleo.
La peculiar vicepresidenta del Gobierno y líder oficial del sector morado sentado en el Consejo de Ministros lleva una buena temporada de “oyente” pues, según ella, hace tiempo que pasa el rato escuchando. Para un político escuchar no es malo si fuera cierto, pero no es bueno si la repetición del verbo hasta la saciedad responde solo a un postureo propagandístico. Si nos creemos a Yolanda, habría que deducir que ha escuchado más que un confesor en un confesionario del Estado del Vaticano.
Tras su larga proceso de escucha, recientemente Yolanda ha sumado un nuevo infinitivo a su discurso político manifestando que su pretensión es “Sumar”. No está mal como declaración de intenciones, pues dicho verbo tiene connotaciones positivas -frente a las negativas que ofrece su antónimo: restar-, pero lo relevante del caso es identificar que es lo que Yolanda es capaz de sumar. Desde luego, no ha sido capaz -no lo está siendo- de sumar unidad entre los ministros pertenecientes a la cuota de Podemos, pues sus desencuentros y su desamor con Montero y con Belarra son patentes. Tampoco ha sido capaz de sumar votos en Andalucía para la candidata que impuso contra la voluntad y deseo de las anteriores, pues los resultados de la coalición impulsada por Yolanda han sido menos que pobres.
Está claro. Hasta ahora, lo único que Yolanda ha demostrado saber sumar es empleados ficticios a las estadísticas oficiales de empleo. Empezando por todos los que estuvieron incluidos en los ERTE,s -todavía quedan algunos- que fueron y son computados como empleados cuando evidentemente no estaban y no están trabajando. Continuando por los autónomos en baja de actividad que también son computados como trabajadores empleados siendo obvio que mientras están en la citada baja tampoco están trabajando, Finalmente, el mayor truco perpetrado hasta ahora en la historia de Yolanda trae su origen en su reforma laboral y el efecto multiplicador de los que, por tener un contrato fijo discontinuo se computan como empleados cuando se encuentran en su casa y sin trabajo.
Se conoce que, preparando su visita al Papa, Yolanda acumuló lecturas bíblicas y descubrió el relato de la boda de Caná. Tras conocerlo, debió decidir que ella también era capaz de convertir a los desempleados en empleados por arte de magia. Así, en su reforma “histórica”, según su propia calificación, restringió al límite la modalidad de los contratos temporales obligando a que fueran sustituidos por los fijos discontinuos, aumentando así vertiginosamente el número de este tipo de contratos. Su consecuencia: Ahora mismo, hay cientos de miles de jóvenes en su casa, sin trabajo alguno, que por haber firmado uno de esos contratos, computan como empleados en la estadística oficial. Yolanda ha sido capaz de convertir el agua en vino. Ni un trilero profesional lo haría mejor. Eso si que es “histórico”.
Despertemos a tiempo. Cuando Pablo y Silvio cantaban “Yolanda, Yolanda, eternamente Yolanda” demostraban su clarividencia, pues se estaban anticipando en el tiempo. Lo que nuestra ministra de Trabajo ha sido capaz de hacer con el juego de “Magia Borrás” que es su “histórica” reforma laboral pasará a la Historia, si, pero a la historia del engaño político. Así es, porque en cada nuevo dato de empleo que publique su ministerio, detectaremos el maquillaje realizado por Yolanda y podremos cantarle que en las cifras ficticias de empleados se encuentra “Su mano, su mano, eternamente SUMA no”.