MyTO

Los progresistas y los incendios

«La idea de progreso es un instrumento totalitario, una depuradora de lo existente que cataloga aquello a exterminar y que decide lo que hay que crear»

Opinión

Un incendio asola la Sierra de la Culebra de Zamora. | Europa Press

  • Madrid, 1967. He sido columnista en Libertad Digital, Vozpópuli y El Español. Ahora escribo en La Razón y THE OBJECTIVE y hablo en Herrera en Cope. Soy profesor titular de Historia del Pensamiento en la UCM. Tengo unos cuantos libros de historia y política.

El monte se quema todos los veranos. Casi ocurre en los mismos sitios. Ante el desastre, la respuesta progresista es soltarnos el dogma ecologista: es el cambio climático. No hay pirómanos ni falta de limpieza, o abandono del campo. Nada de eso. La tragedia sirve para reafirmar la idea de progreso; es decir, de ingeniería social. Ni un paso atrás ante el fracaso.

El progresista está aquí para salvarnos de nosotros mismos e indicarnos el camino de la salvación. Es un mesías. No busque la respuesta en Kant. El progreso es lo que diga la izquierda en cada momento histórico, y si me apura, en cada circunstancia.

«El progreso es lo que diga la izquierda en cada momento histórico, y si me apura, en cada circunstancia»

Es sencillo de entender. No existe una mecánica celestial que determine los pasos de la Historia, como si unos fueran hacia delante y otros hacia atrás, dirigidos a un final. No hay un camino, despierte. Solo existen recursos retóricos para forjar una realidad. 

Más claro. La idea de progreso es un instrumento totalitario, una depuradora de lo existente que cataloga aquello a exterminar y que decide lo que hay que crear. Bienvenido a la historia contemporánea, desde el primer mesías político de la Ilustración hasta el día de hoy. 

No confunda tampoco progreso con tecnología, que es una aplicación del conocimiento científico desde el descubrimiento del fuego. Eso es evolución y, como escribió Karl Jaspers, la tecnología marca las eras de la Humanidad pero nada tiene que ver con el progreso. Esto lo digo porque hubo filósofos que tuvieron la osadía de apuntar que el progreso de la Humanidad era que el hombre fuera cada vez más libre. 

¿Qué dirían esos filósofos al ver la Agenda 2030, esa misma que nuestros políticos catalogan de «progresista»? Me refiero a esos cargos públicos con sueldazo que llevan el símbolo en la solapa como en el siglo XVI los evangelizadores llevaban una cruz colgada al cuello. Los vemos y no decimos nada. ¿De verdad creemos que no tener nada o no comer carne por orden de los Gobiernos nos hará más libres y felices? ¿Pensamos en serio que limitar la expresión del pensamiento para no ofender a nadie es más libertad? 

Insisto. La idea de progreso es un recurso retórico de la izquierda para cambiar a su gusto la ordenación social, política y económica. La incrustan en nuestra mentalidad desde la escuela y la repiten como un mantra los medios de comunicación y el mundo de la cultura. Es un «zeitgeist», un espíritu de época que no es casual que lo marque la izquierda para controlar la moral pública y con ella definir la política. 

Haga un repaso de los motores «progresistas» de la transformación social: el feminismo antipatriarcal y el ecologismo estatal. Hoy son dos religiones seculares. Hablar contra ellas o matizarlas supone casi la muerte civil o el escándalo. Es la nueva letra escarlata impuesta por los puritanos para el castigo social por los pecados de pensamiento y obra.

No voy a entrar en el tipo de feminismo que nos presentan los «progresistas», pero sí en el ecologismo. Lo voy a hacer porque Sánchez ha aparecido en los restos de un bosque calcinado en Extremadura para hacerse una foto. Ha soltado: «El cambio climático mata». Como el tabaco que vende el Estado, pero no se va a hacer una foto con una cajetilla ni con un enfermo de cáncer de pulmón. A Sánchez no le importa el bosque ni el daño al medio ambiente, sino aprovechar el desastre para transmitir el mensaje «progresista» con un gesto de preocupación

La solución a los incendios no va a ser rectificar el proceso de abandono del campo en beneficio de los dogmas ecologistas que han laminado la agricultura y la ganadería tradicionales. Menos aún la mejora de la vida en el mundo rural. Tampoco va a ser una política conservacionista que deje a las comunidades locales la gestión de su propio entorno. Seguirá prohibido recoger piñas del campo, y veremos cada día más jabalíes en el extrarradio. 

La ingeniería social del progresismo indica que la solución es más reglamentación e intervención estatal, con organismos vigilantes, más impuestos y prohibiciones. Lo importante es no salirse del camino del progreso consistente en corregir los comportamientos y las mentalidades. A mayor carga totalitaria, menos capacidad de rectificación. Por eso mientras el Parlamento europeo cambiaba su consideración de la energía nuclear y térmica porque Putin cierra el grifo del gas, aquí, Sánchez y su cuadrilla siguen con su cuento ecologista. 

Por eso, cuando oiga que un político es «progresista» esconda su cartera y espere la entrega de un manual del buen ciudadano. Eso sí. El verano que viene habrá los mismos incendios a pesar de la ingeniería social ecologista.

47 comentarios
  1. Boswell

    PASMAO:

    Creo que el desastre de sistema de comentarios de VP, cuando en su día, desde el 2022 hasta un par de años, fue uno de los motivos de marcha del ahora director de “The Objective”, Álvaro Nieto. Creo.

    Lo que funciona no se toca, Jesús Cacho, como hacen casi siempre los informáticos, que en lugar de mejorar un sistema, lo embarran.

    De momento aquí no censuran, y los comentarios se publican de inmediata forma.

    Ojo: creo que lo comentarios muy largos no salen. Por eso yo los fileteo en dos o tres o cuatro, según, como en los tiempos de VP con los 700 caracteres.

    No me parece mal porque si no la peña podría escribir/publicar la Biblia en verso, y eso tampoco, oyes.

    Bueno. Un abrazo a los dos.

  2. Boswell

    PASMAO, FARRIGDON.

    Os contesto a los dos.

    Gracias a los dos por las recomendaciones de lectura. Es bastante probable que no os haga caso. Ja, ja. Por pereza y porque he perdido bastante habilidades de lectura (concentración? Será un residual TDHA?), y por culpa de la internet y lo digital

    Yo ya tampoco escribo en “El Debate”. Huele a naftalina, y ahora hay mejores productos para cuidar la ropa. Ponerte una camisa o polo, recién duchado, y hueles a naftalina. Así no se puede ligar ni nada. Mi abuela y mi madre la utilizaban. Yo, no.

    Aunque “El Debate” tiene un plantel de estupendos columnistas, no sólo Ussía, que, repito, no sabe divagar, a pesar de su demostrado talento. Y en efecto, PASMAO, esos permanentes aires de superioridad que se permite resultan irritantes. Un par de veces hacen gracia, pero más, pues no.

    Incluso la divagación tiene su estructura: no significa saltar de un asunto a otro sin conexión. Tiene que haber una sucesión, una concatenación, palabra bonita que por eso la pongo, y tampoco tengo muchas ocasiones para poder utilizarla. Se la dices al mago canario, piensa que le insultas, y va y te pega. Pues no.

    +

  3. Manuteide

    De lo mejor que he leído últimamente y no solo de J. Vilches. Refleja los mantras de la ideología socialista sobre el progresismo y el totalitarismo que representa y que nos domina….y dicho esto veo que cada vez más se alerta desde cierta prensa no acomplejada se advierte de lis peligros de este totalitarismo de izquierdas. Bienvenido sea este periodismo y pongámonos manos a la obra a combatir este FALSO progresismo . Enhorabuena Sr. Vilchez

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