Racionamiento
Von der Leyen parece afectada porque, dice, Rusia la está chantajeando con el gas. Quizá ella esperaba una actitud más a la yanqui, que ellos lo mismo declaran la guerra comercial a Maduro que lo convierten en su socio
Leo que Von der Leyen nos ha conminado a reducir nuestro consumo de gas en un 15% y que ha avisado de que será obligatorio si llegamos, como parece que llegaremos, con desabastecimiento energético a otoño. Porque ya se sabe que gran parte de los hidrocarburos, sobre todo el gas, vienen de Rusia, y a Putin no parece gustarle comerciar con los que le declaran la guerra.
La pobre Ursula parece afectada porque, dice, Rusia la está chantajeando. Quizá ella esperaba una actitud más a la yanqui, que ellos lo mismo declaran la guerra comercial a Maduro que lo convierten en su socio. O quizá esperaba que bastase con expropiar clubes de fútbol, llevar el Mundial a Qatar e impedir que los rusos atraquen sus yates en Marbella. Pero al final ha resultado que Putin no es Biden y que a Lavrov, el de Exteriores ruso, le da un poco igual que los europeos pasen frío en otoño. Por eso ha dicho Habeck, el alemán de Economía, que estamos en una crisis del gas y que es ya un bien caro y escaso. En otras palabras: que se viene racionamiento.
Con todo, aquí a nadie parece ocurrírsele pedir cuentas a Ursula y sus botarates por someternos a los intereses yanquis o por su beligerancia y agresividad en un conflicto en el que llevan todas las de perder. Editoriales y opinólogos aseguran que uno tiene que quedarse sin calefacción porque es lo que toca. Que las guerras se ganan con sacrificio y que nadie prometió que fuese fácil. Y que rusófilo el que diga lo contrario.
Claro que la Unión, tan solidaria ella, prevé este tipo de casos. De haber desabastecimiento, los países con más reservas estarían obligados a compartir, a ceder el gas a quienes lo necesiten, y España es de esos. Al final resulta que no sólo tenemos hoteles, que nos van a necesitar para algo más que para mamarse por dos duros, y nosotros acudiremos, prestos y muy uropeos, a sacar a los del norte del embrollo. A costa de nuestra calefacción, claro. Pero qué importa si así a Sánchez le dejan presidir otra cumbre de la OTAN.