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De cómo Einstein predijo la desaparición de Vox

Cuando un partido sin implantación territorial ni cuadros sólidos entra en crisis, cualquier error corre el riesgo de convertirse un verdadero tsunami

Opinión

Macarena Olona y Santiago Abascal. | EFE

  • Fundador y Director General de la compañía de consultoría estratégica Redlines.
    Ha dirigido campañas electorales tanto en España como en diversos países de América latina, y es analista político habitual en diversos medios de comunicación.
    Es autor de los libros : «Guía práctica para abrir Gobiernos» (Goberna, 2015), «Otro Gobierno» (Algón Editores 2012), y «Open Government – Gobierno Abierto» (Algón Editores, 2010).
    Le encantan los platos de cuchara, sufre con cada partido del Athletic de Bilbao y no se pierde un concierto de Los Planetas.

En su teoría general de la relatividad, Albert Einstein afirmaba que la geometría del espacio-tiempo se ve afectada por la presencia de materia, de lo que resulta que el mencionado espacio-tiempo no será plano en presencia de dicha materia y que la curvatura del mismo será percibida como un campo gravitatorio. 

Y como la política no puede escapar de las leyes de la física por mucho que los prestidigitadores del relato y los trileros de las fake news lo intenten, la teoría enunciada por el genio de Ulm también puede aplicarse sin excesivos problemas al accidentado aterrizaje del  los partidos de la llamada «nueva política» sobre nuestro antaño estable sistema político, un evento producido por el impacto de la ingente masa de la crisis de 2008 sobre la curvatura de nuestro hasta entonces previsible campo gravitacional democrático y que tuvo como consecuencia la evidente aceleración del espacio-tiempo político que ahora sufrimos.

Una aceleración tan dramática que ha logrado que en poco más de tres años Vox haya pasado de ser una joven promesa a convertirse en una vieja gloria, algo muy similar a lo que ya sucedió antes tanto a Podemos como a Ciudadanos, todos ellos partidos que experimentaron crecimientos explosivos a lomos de diferentes crisis, seguidos inmediatamente por caídas más o menos dramáticas propiciadas tanto por su escasa pericia política como por la inexistente penetración de todos ellos en las raíces de nuestro sistema democrático: el mundo municipal y autonómico.

En poco más de tres años, Vox ha pasado de ser una joven promesa a convertirse en una vieja gloria

Ese fue el caso de Podemos, un partido que llegó a superar al PSOE en intención de voto en diversos sondeos de 2015, pero que tras la brutal sucesión de purgas internas, y sobre todo tras el escándalo del casoplón de Galapagar, comenzó una caída tan suave como constante que les ha llevado a que sus posibilidades reales en las próximas elecciones estén situadas en un magro 10% del voto.

También ese fue el caso de Ciudadanos, un partido que eclosionó por la crisis territorial de Cataluña y que tras ganar sorprendentemente las elecciones en esta comunidad autónoma, perdió toda su credibilidad al tratar de realizar un sorpasso prematuro y enloquecido sobre el Partido Popular, algo que sumado a su incapacidad para construir un pacto de estado con el PSOE, a la candidez de sus pactos electorales con el PP tras las pasadas elecciones autonómicas y municipales y al estúpido movimiento de las mociones de censura contra su socio de aquella aventura les ha llevado a las puertas de la extinción como proyecto político nacional.

Y finalmente, ese puede ser también el caso de Vox, un partido que comenzó su ascensión a la cumbre de la irrelevancia en las pasadas elecciones andaluzas y que hoy corre el riesgo cierto de ser enterrado bajo los escombros de su reciente fiasco electoral -también andaluz-  producido tanto por su espantosa campaña como por un manejo inadecuado de las expectativas agravado por el momentum de un PP que comienza a convertirse en el partido-refugio de todos los votantes (conservadores, liberales e incluso socialdemócratas) que quieren que en las próximas elecciones se produzca un cambio de Gobierno.

Y es que lo diga Einstein o su porquero, con relatividad o sin ella y con curvatura del continuo espacio-temporal o sin rastro de la misma, cuando un partido sin implantación territorial ni cuadros sólidos entra en crisis, algo que a todos les pasa tarde o temprano, cualquier error político, táctico o de gestión de egos que antes no tenía consecuencias corre el riesgo de convertirse un verdadero tsunami que puede significar incluso a su desaparición.

Y eso sin mencionar lo de Olona.

45 comentarios
  1. cartiles60

    Muy original lo de Einstein y la relatividad, pero escaso o nulo análisis certero de la realidad y menos del relato de lo que ha pasado. Primero, los chavistas de Podemos tenían un sólo tiro en la recámara, como buenos comunistas disfrazados de corderos democráticos pero totalitarios caraduras y sectarios que se les vería la patita a poco que la asomasen. Mucha gente se dejó engañar, apoyados en gran aparato mediático, y sobre todo de periodistas sectarios de izquierda radical que plagan en todas las redacciones de los medios, sobre todo públicos, en manos sindicalistas.

    Pero lo peor del relato es lo de Ciudadanos. Seguir con la matraca de echarle la culpa a la formación naranja de no saber pactar con el PSOE, cuando el propio Albert anticipó las verdaderas intenciones de Sánchez de apoyarse en el Frankenstein de la moción de censura, y más que confirmadas en estos 4 años, es no sólo no querer ver la verdad de lo que pasó, sino mentir directamente. El sorpasso al PP lo evitó el Rajao de Mariano, pero ya hemos visto a qué coste para los españoles. El PP están culpable como el PSOE de todo lo que está pasando. Lo de Inés y sus Arrimados es una alta traición al proyecto liberal y sus votantes y seguidores; tienen a C’s secuestrado y ahora lo quieren hacer desaparecer, mientras le chupan hasta la última gota de su existencia.

    Por último, lo de Vox no tiene nada que ver con ninguno de los dos ejemplos anteriores, con Einstein o sin él y su relatividad. Es una majadería que expresa me temo más un deseo que una realidad. El proyecto sigue firme, con un liderazgo indiscutible y limpio, con una ideas bastante claras de conservadurismo católico militante y muy patriótico. Yo soy profundamente liberal, no me gustan los dogmatismos ni sectarismos de izquierdas o derechas, pero creo que Vox tiene su espacio indiscutible, le guste o no a los peperos marianistas, aunque yo no les votaré nunca salvo peligro de hundimiento de España como nación.

  2. EmileZola

    ¿De verdad? Fíjese q servidor cree q no está hecho VOX, para poder implantarse en un ISIS ESTADO (el vigente en ESPAÑISTÁN). De hecho, convencidísimo d q el 95% q dice renegar de la opción VOX, no se ha leído su proyecto político recogido en AGENDA ESPAÑA. Es más, de leérselo de ese 95% un 85% lo votaría. ÚNICO PARTIDO político q defiende la Constitución, el Estado de Derecho, la separación de poderes, Derechos y Libertades. Sólo la ignorancia y el desconocimiento, y sólo el aborregamiento y lobotomización, factores anti-VOX. ¡ Qué nadie es capaz de enumerarte el pq está en contra de VOX!

  3. Esporrina

    De ilusiones se vive Cesáreo, ya me lo dirás en las próximas elecciones.

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