Ayuso en el escaparate
«Nadie en Moncloa está interesado en salvaguardar el perfil electoral de moderación de Feijóo, solo quieren la cabeza de la presidenta madrileña»
A la presidenta de la Comunidad de Madrid hay que reconocerle un talento para exhibir las inconsistencias del Gobierno. Hace unos días, Ayuso volvió a sus rebeldías anunciando que Madrid se oponía al apagado de luces decretado por el Gobierno. La presidenta arguye que apagar monumentos y escaparates resultaría letal para el turismo y el comercio. En mi opinión, existen buenas razones para implementar medidas de ahorro energético, pero lo interesante del asunto no está en el decreto en sí, sino en las reacciones que ha provocado la confrontación.
Desde el momento en que Ayuso publicó su tweet, las redes se llenaron de comentarios solemnes y altisonantes sobre la importancia de cumplir las leyes. La propia Nadia Calviño sentenció que «el decreto Ley hay que cumplirlo», y Mónica García, jefa de la oposición en Madrid, insistió en lo mismo añadiendo el término «negacionista». Pedro Sánchez fue un poco más lejos y acusó a Ayuso de comportarse de forma «insolidaria, unilateral y egoísta». Y aquí es donde empiezan las risas, porque cuando la protesta contra el decreto la pronunció Íñigo Urkullu, ni el Gobierno ni sus peones mediáticos han considerado oportuno hacer el menor reproche.
«No tiene uno que ser un entusiasta de Ayuso para percatarse de la obscenidad que supone esta diferencia de trato»
Ningún nacionalista será jamás tachado de insolidario, unilateral o egoísta, haga lo que haga. El Gobierno de Cataluña puede declarar unilateralmente la independencia, ufanarse de incumplir la Ley y trabajar a diario por romper todo lazo solidario con el resto de España sin reprimenda. Al contrario, para ellos están los procesos de escucha, las mesas de diálogo y las palabras de afecto. No tiene uno que ser un entusiasta de Ayuso para percatarse de la obscenidad que supone esta diferencia de trato. Pero sospecho que Ayuso estará feliz. Desde 2020 ha querido ejercer de contrapoder visible ante el sanchismo y éste, en uno de sus mayores errores estratégicos, la ha reconocido como tal.
Parece que Moncloa trabaja ahora con una doble maniobra. Siguen representando a Ayuso como franquicia local del nacional-populismo, pero ahora lo hacen mientras le dan codazos a Feijóo y le sugieren que ponga orden en su partido, no sea que Ayuso estropee su estrategia de moderantismo. Evidentemente, nadie en Moncloa está interesado en salvaguardar el perfil electoral de Feijóo, solo quieren la cabeza de Ayuso. Y consideran que chantajear al líder de su partido, amenazándole con que perderá su fama de moderado, puede ser efectivo. Lo dudo. La principal baza del PP en este momento es que puede vender moderación a los moderados y ayusismo a todos los demás.