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La pobreza es el gran problema

«Las sociedades capitalistas llevan décadas creando riqueza, mitigando la pobreza, pero siempre habrá un 20% de pobres si, simplemente, definimos a ese 20% como pobres»

Opinión

Towfiqu barbhuiya (Unsplash)

  • Elegí vivir de contar lo que acaece. De todas las ideas sobre cómo debemos convivir, la libertad no me parece la peor.

Robert Fogel, creo recordar que en The escape from hunger and premature death, escribió que había pordioseros que extendían la mano para pedir en parte porque su dieta era tan pobre que no tenían fuerzas para mucho más. Eso es la pobreza.

Es verdad que es un concepto algo escurridizo. Como decía Henry Hazlitt, la pobreza tiene que definirse en términos absolutos; objetivables en la medida de lo posible. Si no es la carencia de medios suficientes para cubrir las necesidades más básicas, no es nada. Si no nos aferramos a una definición estricta, ¡desnuda!, acabaremos llamando pobres a quienes no lo son. 

Pero, claro, eso en realidad no es del todo posible. La mejor teoría económica, en realidad la única digna de tal nombre, ha descubierto que el valor de los bienes es subjetivo. ¿Qué es una necesidad básica? ¿A partir de qué punto, en la escala marginal de necesidades, podemos considerar que esa necesidad está cubierta? No hay una respuesta científica para ello.

Algunos economistas se han tenido que salir de su propia disciplina para acercarse a un concepto objetivable de pobreza contando las calorías con las que se alimenta una persona. Rayas en el agua. Uno de los rasgos que se encuentran en las personas que oficialmente se consideran pobres, al menos en los Estados Unidos, es la obesidad. Es verdad que cualquiera puede formar parte de la aristocracia del vientre plano, pero las frías y en ocasiones estúpidas estadísticas es lo que dicen. 

Y, sin embargo, Hazlitt tiene razón. No tiene sentido hablar de pobreza relativa. Las sociedades capitalistas llevan décadas creando riqueza, mitigando la pobreza, pero siempre habrá un 20 por ciento de pobres si, simplemente, definimos a ese 20 por ciento como pobres. Si uno mira el nivel de vida de las personas consideradas pobres en los Estados Unidos, resulta que puede llevar una vida como la de una familia de clase media en España. 

Definir la pobreza en términos relativos es interesante si tu guía moral es la envidia. Afortunadamente, no todo el mundo es así. También es interesante si compartes la frustración que tienen otros muchos al ver que las sociedades moderadamente libres en las que vivimos van mitigando la pobreza, porque la libertad no es un valor importante para ti. De nuevo, por fortuna no todo el mundo es así. 

Incluso la desigualdad se interpreta de forma errónea. Si dividimos la población por tramos de renta, veremos que también la estamos dividiendo por tramos de edad. De modo que lo que muestran las diferencias entre los tramos de renta es lo que puede progresar una persona a lo largo de su vida. No es así para todo el mundo, no suben todos toda la escala, pero es una experiencia común comenzar en lo más bajo e ir escalando. 

Pero, de nuevo, el problema no es la desigualdad. El principal problema de cualquier sociedad es la pobreza. Es eso lo que nos debe inquietar, y lo que debe motivar cualquier idea de progreso económico. 

Diego S. Garrocho ha escrito un interesante artículo al respecto. Adelanto que no comparto su pesimismo. Quizás sea cierto que «de facto» España sea un país de pobres, pero sólo en el sentido de meternos a muchos de nosotros, como he dicho, en los estándares de pobreza de los Estados Unidos. Pero el autor parece sugerir que nos quedaremos estancados, o que iremos a peor. No puedo negarlo categóricamente; el socialismo es capaz de eso y de mucho más. Y sí, llevamos desde 2008 siendo más pobres. Bien, la crisis que viene nos va a meter aún más en el pozo. Pero creo que de algún modo reaccionaremos como sociedad. Irlanda lo hizo. Decidió dejar de ser pobre.

Pero es cierto que la pobreza de algún modo ha dejado de ser la mayor preocupación en el ámbito de la política. No digo que debiera ser la única, pero sí la principal. La izquierda está muy entretenida en encajonarnos en identidades que pueda manipular políticamente a su conveniencia. La derecha está… está por uvas. Y el populismo de Vox está a punto de identificarlo como palanca política, y de ofrecer viejas y fracasadas ideas. 

2 comentarios
  1. ToniPino

    Este artículo tiene mucho de propaganda (ultraliberal) y poco rigor. A veces las ideologías, que son visiones parciales de la realidad, te ciegan y no te dejan ver los hechos. Me sumo al comentario de Psilvia, que con el respeto que le caracteriza, ha explicado claramente la cuestión.

  2. Psilvia

    «Si uno mira el nivel de vida de las personas consideradas pobres en los Estados Unidos, resulta que puede llevar una vida como la de una familia de clase media en España».

    Permítame que lo dude, José Carlos. Los datos en los que fundamenta esta afirmación no están actualizados y la consideración de clase media en España no es la misma que hace diez, veinte o treinta años. Lo mismo ocurre con el nivel de renta, con la evolución del empleo o con la evolución de los bienes de consumo. Aparte que, la comparativa de dos sociedades tan distintas parece inapropiada incluso utilizando los mismos criterios.

    Pongamos por caso que el criterio sea el nivel de renta y que éste sea incluso mayor en las familias estadounidenses que en las españolas. La pregunta es si con ese incremento en el nivel de renta, las familias estadounidenses cubren las mismas necesidades básicas: comida, energía, vivienda, acceso a sanidad, educación…que las familias españolas.
    Puede que el valor que se da a los bienes secundarios o prescindibles sea subjetivo, pero las necesidades primarias, básicas y comunes son fáciles de identificar y de objetivar. Y no solo eso, también permiten determinar con retrospectiva cuantos nuevos pobres se suman a los ya existentes o cuantas familias han dejado de ser consideradas de clase media para igualar sus condiciones de vida a las que se consideraban más humildes.

    Una manera de objetivar esa curva ascendente de los nuevos pobres es el incremento de asistencia y demanda de los servicios sociales, la asistencia propia de ONG como Cáritas, el grado de saturación de los comedores sociales y de albergues o el nivel de desempleo, de rentas, de impagos, de hurtos, de desahucios o incluso de suicidios, por vergüenza, por orgullo, por no aceptar la situación o cargar con las carencias y el estigma que llevan asociados los pobres. Los de antes y los de ahora.

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