¡Voy a pasármelo bien!
«La música de Hombres G nos transporta a aquellos años de optimismo y libertad que fueron los finales de los años ochenta y gran parte de los noventa»
Eso pensé el viernes, en medio de este verano achicharrante y de aires acondicionados castrados. Y sí, me lo pasé bien, muy bien, en el concierto de los Hombres G en Sitges que empezó precisamente con esa canción. Y me lo pasé bien, muy bien, porque ellos disfrutan en el escenario, y eso se nota. Y me lo pasé bien, muy bien, porque, como la mayoría de los asistentes, me sé todas esas canciones que configuran una parte importante de la banda sonora de mi vida, tanto las que te invitan a disfrutar de ella como esas baladas que hablan de los amores que se acaban y cuyos recuerdos se van extinguiendo igual que se han borrado nuestras huellas en la bajamar . Y me lo pasé bien, muy bien, porque allí estaban ellos, los mismo que forraban mis carpetas cuando iba al instituto, para recordarme otros veranos, ahora ya pretéritos, en los que en las cálidas noches de verano, cuando los horarios y la vigilancia paterna se relajaban en el lugar de veraneo, todos los amigos esperábamos el subidón de Nassau para empezar a bailar a todo lo que da, como si en la vida no importara nada más que eso.
Y quizá esa es la clave. Cuando unos artistas logran mantener el favor del público durante tanto tiempo –están preparando ya una espectacular gira para celebrar su 40 aniversario- es porque detrás hay mucho trabajo, de eso no cabe ninguna duda, pero tiene que haber algo más y creo que, a muchos de nosotros, Hombres G nos transporta a aquella época en la que, como David Summers le dijo a mi compañera Rebeca Argudo, éramos más libres porque, como apostilla a continuación, «hay mucha tontería hoy día, mucho ánimo de fiscalizar y controlar lo que se dice y cómo se dice».
Es cierto y, por eso, los que vivimos aquellos años de optimismo y libertad que fueron los finales de los 80 y gran parte de los 90, no podemos evitar echarlos de menos. Y echamos de menos esa libertad y ese optimismo, pero también aquellas relaciones que eran mucho más sólidas porque se fraguaban con horas y horas de conversaciones en los bares o escondidos en el patio cuando nos saltábamos las clases y no mediante pantallas con filtros que no dejan ver tu verdadero rostro. Y, por supuesto, echamos de menos esa época en la que, de alguna manera, todo era más fácil, más simple, porque, por ejemplo, las personas nos dividíamos en hombres y mujeres (sí, mujeres y no «seres menstruantes» o cualquier otra barbaridad) y no nos perdíamos en una gama interminable de identidades inventadas y de pronombres absurdos que retuercen nuestra preciosa lengua.
«Sus canciones nos trasladan a ese momento en el que se dan todas las primeras veces»
Yo era una cría cuando escuché por primera vez Venezia, supongo que en Tocata, uno de esos maravillosos programas musicales que antes emitía la televisión pública, y me quedé totalmente fascinada. No sé si por eso, pero pese a que resulta muy difícil quedarse con una sola canción de Hombres G, esta ha sido siempre mi preferida y, por cosas de la vida, con el paso de los años, también Venecia se convirtió en mi ciudad predilecta, pero esa es otra historia.
Después, mi adolescencia coincidió con la explosión de su éxito y recuerdo con mucho cariño aquellas tardes en la habitación de mi amiga Sonia Cordero, toda pintada de lila, escuchando sus discos y recuerdo también todas las fiestas y conciertos en los que hemos cantado y bailado sus temas. Y es que sus canciones nos trasladan a ese momento en el que se dan todas las primeras veces que, como dice la protagonista de la película Voy a pasármelo bien no suelen ser las mejores, pero sí las más importantes. Pero no solo de nostalgia viven los hombres, tampoco los G, y su nuevo álbum La esquina de Rowland está plagado de preciosas canciones como la que le da nombre al disco o Antes de ti y Voy a rezar.
La verdad es que nunca me ha convencido la expresión «esto es de mi época», porque creo que la época de alguien es toda su vida, desde que tiene uso de razón hasta que se muere y me parece absurdo que se limite a la juventud, pero todos entendemos lo que quiere decir, y Hombres G es uno de esos grupos que traspasan lo de «mi época» porque casi todo el mundo tiene una tía o unos primos que los escuchaban y sus recuerdos de infancia y adolescencia quedan impregnados por ellos y de ahí que muchas de sus canciones sean conocidas y queridas por personas de diferentes edades.
Y supongo que ahora esto va a tomar un nuevo impulso a partir de la recién estrenada película, una deliciosa comedia musical protagonizada por unos jovencísimos actores en estado de gracia, en la que se van trenzando dos historias paralelas, la de los años 80 y la actual, al ritmo de las canciones de los Hombres G y de unas coreografías que te hacen querer levantarte del asiento para ponerte bailar tú también. Si todavía no la han visto, se la recomiendo, porque en medio de este calor sofocante, de las tristes noticias de los incendios y de la amenaza de que el otoño y el invierno van a ser difíciles, nos merecemos disfrutar de un buen rato en el cine y salir de allí con esa sensación de felicidad que tenemos cuando nos lo pasamos bien. Y yo con los Hombres G me lo paso bien, muy bien.