Feijóo, el centrado
«Si Sánchez ha optado por radicalizar el discurso, Feijóo parece querer alejarse de cualquier tentación de choque ideológico»
No seré yo quien cuestione la estrategia de un político gallego. Viejos zorros de los ritmos demorados y de las tácticas de desgaste son proclives a verlas venir y observar el cadáver del adversario político pasar pies por delante. Entiendo que la derecha más monolítica no esté del todo conforme con las maneras templadas de Feijóo. Tal y como informaba Marcos Ondarra en estas mismas páginas, el líder del PP priorizará los contactos con el PNV en la ronda de contactos que iniciará en septiembre. De momento, parece que no tiene intención de tejer alianzas con la muchachada nacionalpopulista de Vox, pero escuchará a los nacionalistas vascos. Así parece que a Feijóo le interesa transitar por los conocidos caminos de la derecha tradicionalista de toda la vida. Mucho ha llovido, sin embargo, desde que el PP se encamaba con los nacionalistas vascos y catalanes.
En sus visitas a Cataluña, Feijóo se entrevista con los restos de un empresariado que simula una realidad que es puro espectro de un pasado que desapareció con el procés y su larga resaca que no cesa. Como si nada hubiera sucedido, se empeñan en repetir viejas consignas del siglo XX, cuando todo líder popular estaba obligado a pisar suelo catalán profesando amor al terruño y sus gentes en chapurreada lengua vernácula y asegurar que, previo voto, Cataluña volvería a ser orgullosa locomotora a toda máquina de España.
Fueron buenos años para la derecha. Y a los nacionalistas vascos y catalanes no les fue nada mal en un doble juego en el que saben emplearse desde la autocomplacencia victimista. Pero los tiempos han cambiado, ya digo. No parece fácil, en el nuevo paisaje tras la batalla, recuperar a aquellos actores en la nueva escena política.
Por otra parte, el Sánchez más desbocado y una coyuntura económica pavorosa facilitan que cualquier propuesta popular que desdeñe un acercamiento con Vox y se presente con un programa económico con planteamientos realistas y con visos de eficacia puedan atraer al voto de centro e incluso un paso más allá. Urge la recomposición de un tejido social profundamente tocado. Las batallas culturales bien pueden dirimirse tomando el té y unas pastitas en Galapagar cuando la tormenta amaine.
En este contexto, Ciudadanos ni está ni se le espera. Una pena, pues la política española se queda sin la opción de voto para los socialdemócratas patanegra. Aunque los delirios de grandeza llegaron hasta creer que podían sustituir al PP como partido hegemónico de la derecha, Cs pudo haber sido un partido que sirviera de paraguas para un centroizquierda nutrido y cabal. En la actualidad, vive una lenta y trágica agonía a manera de refundación absurda que, por el bien de la estética, espero que acabe pronto.
Ahí, en cualquier caso, Feijóo puede tener un pequeño caladero de votos. Las municipales y las autonómicas servirán para tantear el terreno. Serán claves en el enésimo giro al centro de los populares. Si Sánchez ha optado por radicalizar el discurso y tirar de manual de superviviente de izquierdas, Feijóo parece querer alejarse de cualquier tentación de choque ideológico y preferir el perfil tecnócrata. Sabe que vienen malos tiempos y que los populares se venden bien como solucionadores de entuertos, a la manera del Señor Lobo de Pulp Fiction. Otra cosa es si te gustan sus soluciones a hachazo limpio en el sistema público y con pérdidas de derechos para los asalariados.
Los resultados de los próximos comicios marcarán pues ritmos y movimientos. De momento, Feijóo se centra. Si es mucho centrarse priorizar encuentros con los nacionalistas vascos y manifestar en Cataluña que «todos los españoles somos catalanes con independencia de donde vivamos».