THE OBJECTIVE
Álvaro Nieto

Feijóo y la dictablanda de Sánchez

«Cuando actúas de forma autoritaria y encima criticas a todos los contrapoderes de una democracia no eres un dictador, pero das a entender que preferirías serlo»

Opinión
14 comentarios
Feijóo y la dictablanda de Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | EP

Hace unos días se montó una curiosa polémica acerca de unas palabras de Alberto Núñez Feijóo en las que comparaba la situación de Pedro Sánchez con la novela ‘El otoño del patriarca’, de Gabriel García Márquez, en la que este relata los últimos días de un dictador americano y su obsesión por controlarlo todo.

Como es obvio, España no es una dictadura y, por tanto, Sánchez no es un dictador. Afortunadamente para todos, tenemos una democracia que, aunque con sus problemas, mantiene los suficientes contrapesos como para que sea realmente difícil darle la vuelta al sistema.

Ahora bien, el hecho de que España no sea una dictadura no quiere decir que Sánchez no esté tomando decisiones muy discutibles desde el punto de vista democrático. Desde que llegó al poder hay infinidad de ejemplos de una clara deriva iliberal que, aunque no ha roto el sistema, sí lo está poniendo a prueba.

Podríamos poner como ejemplo las dos sentencias del Tribunal Constitucional que han reprochado al Gobierno haber incumplido la Carta Magna en lo relativo al estado de alarma, pero basta con citar el abuso constante de la figura del decreto ley, previsto en nuestro ordenamiento exclusivamente para casos de emergencia y, sin embargo, usado por este Ejecutivo como instrumento habitual.

En el tiempo que lleva Sánchez en Moncloa se han aprobado 120 reales decretos, que entran en vigor al publicarse en el BOE y que deben convalidarse en el Congreso de los Diputados a los 30 días. Y el problema es que los grupos parlamentarios que sostienen al presidente están sacando adelante esos decretos con la promesa gubernamental de que se aceptará modificarlos en su posterior tramitación parlamentaria… pero resulta que en la mitad de los casos los decretos, tras ser convalidados, se guardan en un cajón y no llegan a debatirse nunca como proyectos de ley por la obstrucción de PSOE y Podemos en la mesa del Congreso.

Ese ‘modus operandi’ puede que sea legal hasta que el Constitucional se pronuncie algún día, pero es evidente que se está legislando vía decreto para sortear al poder legislativo y así no tener que hacer cambios en los textos que elabora el Gobierno. El penúltimo y muy escandaloso caso que hemos visto ha sido el decreto aprobado en Consejo de Ministros el pasado 23 de agosto para obligar a los mataderos a poner cámaras de seguridad en sus instalaciones. ¿Hay algún motivo que justifique usar la figura del decreto para regular de inmediato algo que perfectamente podría haber esperado el tiempo que durase la tramitación parlamentaria como proyecto de ley? Evidentemente, no. Lo que pasa es que a este Gobierno lo que le gusta, porque lo probó mucho durante la pandemia, es que se apliquen sus decisiones de ipso facto y al pie de la letra, sin posibilidad alguna de que nadie pueda enmendar nada.

Los socios parlamentarios del Ejecutivo han alertado en múltiples ocasiones de esta deriva que atenta contra la separación de poderes, pero se trata de críticas de cara a la galería, pues ellos mismos son los primeros interesados en seguir sosteniendo a Sánchez porque saben que cualquier alternativa a su Gobierno siempre será peor para sus intereses.

El ejemplo de la pandemia

El reciente decreto sobre la temperatura de los aires acondicionados en los comercios es otro ejemplo clarísimo del comportamiento caprichoso del Gobierno y de su afán por controlarlo todo. Sin embargo, donde con más rotundidad se han visto tics autoritarios han sido en todos los asuntos relacionados con la pandemia, desde cuando nos prohibían salir solos de madrugada a dar un paseo hasta la obligatoriedad de llevar la mascarilla al aire libre, que se mantuvo durante meses.

Es más, a día 11 de septiembre de 2022, cuando la pandemia se ha dado por acabada en toda Europa, cuando las UCI registran la cifra más baja de pacientes desde que comenzó la pesadilla (solo 240 personas en toda España) y cuando las muertes están en franco retroceso, nuestro Gobierno sigue manteniendo en vigor un decreto que obliga a llevar tapabocas en aviones, trenes, metros, autobuses y taxis.

Durante meses nos dijeron que los aviones eran muy seguros debido a su extraordinario sistema de ventilación, pero, curiosamente, van a ser los últimos lugares en beneficiarse del final de las mascarillas. Por su parte, los niños ya no tienen restricciones en los colegios y juegan todos juntos de nuevo en los recreos, pero se deben tapar la boca si se suben a un autobús para regresar a casa. Los centros de trabajo, las salas de conciertos, los bares y los restaurantes viven ya entornos bulliciosos sin mascarilla, pero si uno baja después al metro debe colocársela obligatoriamente.

Hace tres meses ya que los expertos de la Unión Europea recomendaron a los estados miembros acabar con la mascarilla, pero España sigue como si aquí no hubiera pasado nada. De hecho, nuestro país mantiene absurdos protocolos en los aeropuertos para los viajeros que llegan de fuera, y eso que somos una potencia turística y deberíamos facilitar el acceso de los que nos visitan en lugar de hacerles sentir como delincuentes.

El Consejo de Ministros debería abolir todas las restricciones vigentes. De lo contrario, empezaremos a pensar que lo único que les mueve es jodernos la vida

España no es una dictadura, pero tiene un Gobierno con una tendencia muy acentuada a hacer lo que le sale de las narices y sin ninguna justificación técnica. Y por supuesto con un irrefrenable deseo de controlar la vida de la gente hasta el extremo. Por eso al presidente le molestan tanto el Poder Judicial, el único de los tres poderes que todavía se le resiste y que puede tumbar en los próximos años todo lo aprobado hasta ahora, y los medios de comunicación, algunos de los cuales seguimos denunciando sus arbitrariedades. Cuando actúas de forma autoritaria y encima criticas a todos los contrapoderes de una democracia no eres un dictador, pero das a entender que preferirías serlo porque te estorban todas las instituciones del sistema.

Si queda algo de sentido común en el Gobierno, el Consejo de Ministros debería aprobar este martes el último decreto de la legislatura dando por terminada la pandemia y aboliendo todas y cada una de las restricciones aún vigentes. De lo contrario, empezaremos a pensar que lo único que les mueve es jodernos la vida.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D