¿Necesitamos una fiesta nacional?
«Siendo el 12 de octubre una grandísima fiesta, no me parece que sea LA Fiesta Nacional. La propia de España»
Ya, ya lo sé. ¡Tenemos una Fiesta Nacional! ¿Qué falta nos va a hacer algo que ya tenemos? El 12 de octubre se instauró oficialmente en España como tal por ley el 7 de octubre de 1987, gobernando el socialista Felipe González. ¡Zanjado! Además, la celebración de esta efemérides se llevaba haciendo desde 1892. ¿Dónde está el debate? Pues en que el tema no está pero que nada bien zanjado. No lo digo por los últimos años con las pesadeces del «Nada que celebrar». Ni porque haya que hacerle el caldo gordo a movimiento indigenista alguno. O quedar bien con tal o cual dirigente populista, que ese día se pone a llorar como si Tlaloc se hubiera cabreado. Quejándose amargamente de que el problema actual con su PIB, el narcotráfico, la inseguridad, o sus tasas de pobreza, tienen que ver con un señor extremeño de hace 500 años, y no con tanto sinvergüenza local obviando que llevan 200 años manejando su propio destino. Para nada. Es que realmente la fecha no casa bien con el concepto intrínseco de lo que es la fiesta nacional de un país. Desarrollo el asunto.
Cuando Cánovas del Castillo lleva a buen fin la iniciativa del Círculo Mercantil de la celebración oficial del 12 de octubre, recordemos que lo hace en 1892. Esto es, nos encontramos en el IV Centenario del Descubrimiento. Y a diferencia de todos los melindres con que se realizara un siglo más tarde, la conmemoración del V en 1992, en este momento se quería hacer algo con enjundia, con trascendencia. Con melindres me refiero a cosas como la vergüenza del Secretario de Estado nombrado para la ocasión, Luis Yañez, haciendo una excusatio non petita mediante unas bochornosas declaraciones en las que señalaba que esta conmemoración no significaba «la celebración del genocidio de los indios por parte de los conquistadores españoles». O sea, ¡que estaba reconociendo que hubo genocidio! De coña. Todo lo contrario se tenía en la cabeza hace poco más de un siglo. Leyendo el decreto vemos que en este caso incluso se quiere involucrar a otros países. Les transcribo, que tiene chicha:
«El Gobierno [acogió] con simpatía tan plausible idea; pero antes de ponerla en práctica, consideró oportuno indagar el parecer de todas las naciones americanas, así como el de Italia, patria de Colón, para ver si, de común acuerdo, podía revestir aquel homenaje mayor importancia. Casi todos los Gobiernos de América se han adherido ya á la idea en principio, así el de los Estados Unidos como los de las Repúblicas hispanoamericanas, con cortas excepciones, tal vez hijas de pasajeras circunstancias, que no han de impedir probablemente una unánime resolución, y, por su parte, el Gobierno de S. M. el Rey de Italia también ha acogido la invitación del de V. M. del modo más cordial y satisfactorio. No titubea, pues, ya el Ministro que suscribe en proponer á V. M. que, lo mismo en la Península que en las provincias ultramarinas, se celebre como fiesta nacional el próximo 12 de Octubre».
Como verán, la idea era hacer algo grande por el Centenario, donde hasta se pensaba en Italia como «patria de Colón» (o sea que no es tampoco un invento de los presidentes de Estados Unidos como se ha reprochado, el ver el Columbus Day como algo relacionado con Italia; la última vez con la felicitación de Joe Biden a la comunidad italoamericana), y que a lo mejor en un futuro pudiera ser ya algo permanente, ya que se estaba queriendo hacer algo especial «en atención al Centenario del descubrimiento de América», pero añadiendo que esta iniciativa era «sin perjuicio de que la Corona con las Cortes puedan declararla perpetua después». Una fiesta que acabaría, a raíz de esta conmemoración, siendo también fiesta nacional en varios países más. Pero el matiz es que una cosa es ser un día feriado más de conmemoración, y otro ser LA fiesta nacional. En este caso pasó incluso por ser denominado con diferentes nombres como Día de la Raza (en 1913) o de la Hispanidad (1926). Con esta última designación se comenzaría a celebrar en 1935 durante la Segunda República, y tras las nimias vicisitudes de la Guerra Civil del 36, no sería oficial de nuevo hasta 1958. Pero siempre con una idea de celebración común: «Dada la enorme trascendencia que el 12 de octubre significa para España y todos los pueblos de América hispana…»
Pero esto casa mal con la noción de una fiesta que represente y sea el auténtico marchamo de la constitución de un pueblo como nación. Insisto, desde el concepto actual. Que de naciones se habla hasta en la Biblia, y que ya dijo el ensayista inglés Walter Bagehot que las naciones son «tan viejas como la historia». Pero poco tiene que ver con lo que comúnmente entendemos hoy por nación. Meternos en el follón de que si hablamos de Estado-nación, nación histórica, nación cultural, el que surge del liberalismo o del romanticismo… no tenemos 500 folios para extendernos. Vayamos con un pequeño periplo comparativo de otros países a ver si nos ayuda en algo:
La mayoría de jóvenes repúblicas hispanoamericanas o africanas usan el día en que se independizan. Sencillo. Cuando se convierten sus naciones en Estados para resumir al máximo. Ejemplo paradigmático el de EE. UU. con el 4 de julio; o cuando se inicia tal proceso de independencia, como el 16 de septiembre en México, día del Grito de Dolores. Repúblicas como la alemana o la italiana, recientes en su unidad y estructura política moderna, conmemoran precisamente su novísima realidad desde hace ciertamente poco tiempo. En algunas monarquías pasa algo parecido, como la Noruega, cuando se constituye como una independiente del resto de las nórdicas en 1814. Esa fórmula en cuanto constitución de monarquías modernas y constitucionales, es parecida en Suecia o Dinamarca. Para no dejar de demostrar que son especialitos, el Reino Unido no tiene lo que es una Fiesta Nacional con mayúsculas (insisto, diferenciemos de días feriados o de otro tipo de celebración). Y Francia tiene su gran día el 14 de julio, fecha que se considera el hito inicial de la Revolución Francesa de 1789. Que no se establece hasta 1880, pues el siglo XIX francés también es para darle de comer aparte.
El espíritu que emana de estas celebraciones de otros países, de lo que supone ser la Fiesta Nacional, no un día que sea festivo o que se conmemore un gran hecho, pues muchos países tienen otros diferentes también importantes que celebran, me hace reflexionar de que el del 12 de octubre nos trasciende. Que debería ser recogido y mantenerse como feriado, pero recuperando su idea primigenia, el espíritu de Hispanidad del que hablaba Ramiro de Maeztu. Y hacer algo grande. Con toda la familia que surge gracias a ese 12 de octubre. Pero siendo una grandísima fiesta, que lo tiene que ser, no me parece que sea LA Fiesta Nacional. La propia de España. Hay quien ha propuesto que sea la del 2 de enero, día de la Toma de Granada. Pero es que España no se inicia ahí a la manera moderna. De hecho, aún no estarían integradas ni Canarias ni Navarra. En un hito importantísimo como pudo ser el IV Concilio de Toledo, las Navas de Tolosa o la batalla de Lepanto. Pero ninguna de estas tampoco las veo adecuadas. Hay quien propone la del 2 de Mayo, pues comienza la llamada Guerra de Independencia. El problema que veo es que, siendo interesante propuesta, ya de por sí el término de independencia referido a España como si fuéramos una novísima república salida del XIX no lo veo. Pues de nadie nos independizamos. Por cierto, me gusta más la definición de la historiadora Carmen Iglesias de Guerra de 1808. Para los que no les termine de convencer tampoco lo de Guerra del Francés o Guerra Peninsular. Simple y clara.
Por otro lado, hay quien ha propuesto que la Fiesta Nacional de España sea la del 6 de diciembre, con relación a la Constitución de 1978. Pero tan cercana efemérides la hace extraña. Pero por ahí en todo caso creo que sería el camino que mirar, desandando el periplo constitucional español. Esto es: yendo al inicio. Y el inicio está en la ciudad más antigua del Occidente. Cádiz. Y con permiso de los cañaíllas de la Isla de León, de San Fernando, donde se reúnen inicialmente en 1810, es en el gaditano Oratorio de San Felipe donde por primera vez y al unísono, representantes de toda España (¡incluso de las de ultramar!), oyeron y juraron por algo que sí que fue un antes y un después (dejando al margen nuestro ulterior tumultuoso siglo XIX): que existe formalmente una nación. La que reúne a todos los españoles. Una nación libre e independiente que no puede ser patrimonio de nadie. Donde el amor a la Patria es una de las principales obligaciones de todos los españoles. Eso (y mucho más) se proclamó un 19 de marzo de 1812. Un día que bien creo que debería de ser la verdadera y real Fiesta Nacional de España. ¿No lo creen?