THE OBJECTIVE
José Rosiñol

El dilema catalán o cómo ir con el paso cambiado

«La codependencia entre Sánchez y el separatismo racional hace que el socialismo en Cataluña anteponga los intereses de Moncloa a cualquier proyecto propio»

Opinión
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El dilema catalán o cómo ir con el paso cambiado

El líder de los socialistas catalanes, Salvador Illa. | Europa Press

Todo aquél que haya estado en el ejército, recordará una situación que, más allá de lo cómico, genera mucho estrés a quien lo sufre. Me estoy refiriendo al soldado que está en una formación en marcha y va con el paso cambiado, cosa que evidencia la falta de cohesión del grupo, la torpeza del sujeto en cuestión y su escasa percepción de lo que pasa a su alrededor. Como es normal, esto suele corregirse con la inmediata y áspera bronca del suboficial de turno y con las posteriores presiones del grupo afectado para evitar que la disfuncionalidad del individuo afecte a todo el conjunto.

¿Por qué me refiero a esta figura del soldado con el paso cambiado? Básicamente, porque desde hace ya unos años, tengo la sensación de que hay muchos actores (partidos y asociaciones) que van con el paso cambiado, tanto en lo que respecta a la problemática situación política catalana en general, como en lo que se refiere al prusés en particular. El problema es que, en el caso de la política, no encontraremos a ningún sargento que nos grite que vamos mal, no lo encontraremos ni fuera de las organizaciones y mucho menos dentro de las mismas. El porqué de esa falta de disensión interna es el paradigma de la inoperancia de muchos partidos políticos y de algunas organizaciones, no hay nadie que salga de su propio marco o sesgo y, por supuesto, solo suelen mirar sus propios intereses a corto plazo…

Pero no me detendré en analizar ese mal endémico de la política y de todo el territorio dentro del perímetro de la política. Lo que quiero poner encima de la mesa es, precisamente, cómo este fenómeno de empecinamiento y marco autorreferencial ha afectado y afecta en el caso catalán. Para situar el escenario y mis propias prenociones, expondré las premisas de las que parto y son condicionantes de las dinámicas que están dibujando un horizonte muy distinto al que creíamos que estábamos. Una de esas premisas básicas es que lo que se denominó el prusés murió justo después de que Puigdemont declarase la independencia de los ocho segundos. Esto cambió todo el marco de juego y el posicionamiento de los actores políticos separatistas (y no separatistas). Corrió el telón del proceso de separación y visualizó la Gran Mentira, lo marketiniano del prusés y la nada, más allá de la retórica.

Esto es clave para entender todo el proceso de descomposición en el bando separatista y para situar a cada partido constitucionalista en este escenario. De hecho, pretendo situar a los que han sabido interpretar la realidad (sea de nuestro agrado, o no) con los que siguen con el paso cambiado…paso cambiado que, en política, es directamente proporcional a la caída en el apoyo de la ciudadanía. Entonces ¿en qué momento estamos? Primero de nada, el separatismo racional (sí, sé que parece un oxímoron) se ha dado de bruces con una realidad: por mucho que te empeñes, por mucho que sigas y creas en ciertos postulados sociológicos, no puedes pretender alcanzar la separación de una región sin una mayoría sociológica incontestable. De igual forma, pretender crear marcos extemporáneos (como hacer creer que Cataluña es una especie de colonia) solo crea el efecto contrario al que se busca. Por último, creer que tu propio sesgo es el sesgo de otros, que tu relato será el relato de otros, solo te lleva a un proceso de frustración y fracaso, como ocurrió en el frente internacional durante los hechos de octubre de 2017.

«La única variable que haría cambiar todo es que Sánchez pierda el poder»

Pues bien, una vez marcadas las premisas de la política que condicionan el escenario, veamos las exógenas que también perfilan la situación. Me refiero a la codependencia entre el proyecto sanchista (obsesión por la permanencia en el poder, caiga quien caiga) con el separatismo racional. Esta relación de intereses compartidos hace que el socialismo en Cataluña anteponga los intereses de la Moncloa a cualquier proyecto propio. De ahí que veamos esa irrupción soto voce de un tripartito implícito en Cataluña, que más allá de la teatralización de Junqueras, es el objetivo de las dos partes y, como ya destapó Pere Aragonés, todo está mucho más cocinado de lo que parece. Veremos muchas estridencias y desavenencias, pero todo es eso, puro teatro, puro posicionamiento electoralista, porque la única variable que haría cambiar todo es que Sánchez pierda el poder, hasta entonces todo lo que veamos estará previamente pactado.

Pero ¿cómo salir de la retórica prusesista? ¿qué relato podría activarse para lograr visibilizar lo que ya es -la muerte del prusés– sin romper con una parte del electorado que se creyó ingenuamente toda esa narrativa de la revolución de las sonrisas? ¿qué nicho de aparente negociación podrían aceptar ambas partes (ERC y el PSC de Sánchez) para dar un patadón para adelante y así cada uno pueda recomponer filas y volver a lo que ya estaban? Pues la respuesta es muy fácil, Aragonés volvió a ponernos en la senda, me refiero a la narrativa del derecho de autodeterminación, de la vía canadiense, que los socialistas llamarán referéndum dentro del marco constitucional, que exprimirán los límites legales para tenernos unos cuántos años más con la matraca (al menos, como dije antes, hasta que Sánchez esté en la Moncloa) en forma de un nuevo Estatut o cualquier otra ocurrencia que tratarán de vestir como super-mega-democrático y, ojo porque hemos de estar alerta, sea muy vendible internacionalmente.

Es este el escenario creado por los que tienen la posibilidad de concretar el arte de lo posible (porque tienen las instituciones) y es dónde los que quieran incidir deben jugar si no quieren ir con el paso cambiado. Si nos fijamos, el PSC no solo está siendo partícipe y arquitecto de esta nueva fase en la política catalana, sino que también está sabiendo sacar buenos réditos electorales, sabe del hastío de la sociedad catalana y la necesidad de mirar más allá… ¿El resto de las fuerzas? Del PP catalán, veremos, parece que se vislumbran cambios tectónicos en esta organización, acertar en el diagnóstico sería el primer paso para activar propuestas realistas y eficaces. Curiosamente, de los actores protagonistas de aquél otoño de 2017, tenemos a dos que parece que aún no se han enterado que el prusés ha muerto (o no lo quieren asumir por falta de creatividad, o de narrativa, o falta de valentía, o por nula capacidad de autocrítica): son Ciutadans y Junts per Catalunya, que por ahora siguen con la falaz dicotomía entre el proprusés y el antiprusés… me da que si hubiera algún sargento de la política catalana, les llamaría al orden para que dejasen de ir desacompasados… pero como no lo hay, mucho me temo (por Ciutadans) que la ciudadanía se lo recordará en las urnas.

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