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Ricardo Dudda

Algunas claves sobre el alquiler en grandes ciudades

«Resulta incomprensible que para tener un trabajo decente en la ‘ciudad de las oportunidades’ haya que vivir en un bajo exterior o en un estudio con sofá-cama»

Opinión
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Algunas claves sobre el alquiler en grandes ciudades

Víctor Ubiña

No es solo el coste. Desde que me fui de casa a los 18 años, he vivido en diez sitios diferentes en Madrid. En algunos, de paso, en otros intenté quedarme más tiempo y las circunstancias me lo impidieron. En mis años buscando en Idealista me he dado cuenta de que hay cosas básicas que son un lujo. Por ejemplo, un horno. O una vitrocerámica con más de dos fuegos. Luz natural. ¿Son estas cosas frivolidades? ¿Es frívolo exigir un horno y no un hornillo, un cachito de cielo y no un patio interior oscuro? Haz una búsqueda en Idealista. Busca una cocina donde se pueda cocinar, no un microondas y una vitro que parece un camping gas. Mira las ventanas. ¿Cierran bien? ¿Hay buen aislamiento? 

Si te pones así de detallista, no encontrarás casi nada. 

Nadie busca vivir en el centro. El problema no es que todo el mundo quiera vivir en Malasaña (normalmente la gente que dice esto no tiene idea de lo que es Malasaña; también se habla del «interior de la M30» como si fuera el casco antiguo de la ciudad). El problema es que también fuera del centro los precios están disparados. En toda la ciudad de Madrid hay solo 41 pisos en Idealista por menos de 600 euros. Si añadimos a esa búsqueda un tamaño mínimo de 40 metros cuadrados hay… seis. La única manera de vivir con un mínimo de bienestar es compartir piso. Es algo dramático en la ciudad con más trabajos y más sueldos por encima de la media en España. Es decir, hay individuos con sueldos significativamente superiores a los del resto de España, con un empleo normal y una formación adecuada que no pueden, con 30 años, independizarse. (A veces, de hecho, en el centro se vive peor; por eso hay núcleos de población inmigrante precaria en zonas no muy lejos del centro. Pero viven en bajos, en locales comerciales convertidos en viviendas. En un paseo por Tetuán se ven muchos ejemplos de esto).

«En España, solo el 1,1% del total de viviendas es pública; en Países Bajos es casi el 40% y, en Reino Unido, el 17,4%»

En España no hay vivienda pública. El problema del alquiler en las grandes ciudades es consecuencia de que no ha aumentado la oferta al nivel de la demanda. Una solución puede ser la vivienda pública. Cada vez que se menciona esta posibilidad, surgen voces que consideran esta estrategia un intervencionismo inaceptable, equiparable a los controles de precios o las nacionalizaciones. Sin embargo, hay países en Europa (sí, ya sé, la carta de los países de nuestro alrededor, ok) que tienen porcentajes muy altos de vivienda pública. En España, solo el 1,1% del total de viviendas es pública; en Países Bajos es casi un 40%. ¿Es Países Bajos un país peligrosamente intervencionista? Se podría decir que peca de lo contrario; busca «sándwich holandés» o el rol que tiene Rotterdam en el sector financiero global. Reino Unido o Irlanda tienen también porcentajes muy altos: un 17,4% y un 12,7% respectivamente. 

La brecha generacional. Si la subida de las pensiones en los Presupuestos de 2023 aumentará considerablemente la diferencia de renta entre ocupados y pensionistas, la otra gran brecha es la vivienda. Se avecina un conflicto generacional entre una población joven y de mediana edad sin capacidad de ahorro y descapitalizada frente a una población mayor con propiedades y una renta media superior (y a menudo rentistas). Si este problema es a nivel nacional, en las ciudades grandes es aún más acusado, a pesar de que es donde se concentran el trabajo y la riqueza. 

Pues vete de aquí. Pero es que no quiero. Es mi ciudad. Nací aquí. Aquí viven mi familia, mis amigos, mi pareja, aquí está mi trabajo y las oportunidades. Entiendo a quienes se marchan de sus lugares de nacimiento para buscarse la vida. Lo que resulta incomprensible es que para tener un trabajo decente en la «ciudad de las oportunidades» haya que vivir en un bajo exterior, un estudio con sofá-cama o compartir el microondas con extraños. 

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