Vamos a contar mentiras... y diputados
«Ni está muerto el apoyo a la monarquía y a la Constitución en Cataluña, ni está muerto, de momento, Pere Aragonès… ni lo estamos en Ciutadans»
Cada equis alguien me pregunta qué se siente al dejar el periodismo por la política. Hete aquí mi invariable respuesta: no lo sé. Yo no he dejado nunca el periodismo por la política, ni tengo intención de hacerlo. Simplemente acepto las lógicas limitaciones que ejercer un cargo electo impone en mi desempeño periodístico y en cómo son vehiculadas y recibidas mis opiniones. Pero no dejo de ser periodista por ocupar ahora un escaño en el Parlament (como otros no dejan de ser veterinarios, abogados o maestros).
Es más: mi visión de la política es eminentemente periodística, me paso el día escribiendo crónicas en mi cabeza. Mis compañeros se ríen porque buena parte de mis intervenciones en las reuniones internas de partido empiezan así: «Mirad, os cuento cómo yo veo esto, que es como creo que lo pueden ver muchos periodistas».
En clave periodística, debo decir que el Parlament me da muchas alegrías. También algún disgusto, pero, sobre todo, perplejidades. Resulta hasta inquietante ver cómo se construyen y se intentan imponer machaconamente relatos, aprovechando que hoy en día la gente se informa como se informa (bastante a salto de mata), que los profesionales están desbordados por la información (y por la desinformación) y que no siempre es fácil disponer de esos cinco minutos de reflexión que impiden que te la…cuelen sin pensar.
Ejemplo de lo que intento decir: hace bastantes años, hallábame yo en la redacción de Barcelona del diario Avui, donde era entonces redactora de la sección de Política. Redactora rasa. En Madrid mandaba todavía Felipe González, pero ya con el apoyo imprescindible de la CiU de Jordi Pujol. A media tarde mi jefe, el jefe de Política, se va a la reunión de portada, allá donde el director y los responsables de todas las secciones ponían en común los temas del día, enfoques, titulares, etc. Al rato vuelve mi jefe y me dice que vamos a abrir la sección con una importante votación que ha habido en el Congreso, y con un titular más o menos de esta guisa: «PP, IU, Coalición Canaria (y alguno más que ahora mismo no recuerdo…) se quedan solos tratando de aislar a PSOE y a CiU».
Yo me quedo pensando cinco minutos. Al minuto seis miro a los ojos a mi jefe y le digo:
-Oye. ¿Y no es mucha gente para quedarse sola? ¿No son cuatro partidos contra dos?
Mi jefe también me mira de hito en hito antes de decir:
-¡Mierda, ya me han vuelto a engañar!
Y sale despedido hacia el despacho del director, a renegociar un titular más digno. ¿A dónde quiero ir a parar? Bueno, a que no hay que dar por bueno sin pensar lo primero que te dicen, o como mínimo conviene darle una vuelta. Hacer algunas flexiones de sentido común.
«Que los antimonárquicos metan mucho más ruido que los monárquicos no significa que sean mayoría»
Ejemplo: la monarquía no goza de apoyo social en Cataluña. Vamos a ver. ¿Eso quién lo dice y por qué? Que los antimonárquicos metan mucho más ruido que los monárquicos no significa que sean mayoría. El pasado viernes, 4 de noviembre, yo, que vivo en el centro de Barcelona, muy cerca del Liceu, me dirigía en coche a mi casa, procedente de la casa de mi difunto padre en Santa Maria de Palautordera, en el Vallès Oriental. Mi padre falleció hace ocho meses. Los que yo he tardado en poder recuperar objetos personales de escaso valor material, pero de valor sentimental infinito, que se encontraban en la que fue nuestra casa, la de mi familia, y que por una serie de miserias que ahora mismo no vienen al caso no se me habían querido entregar. En fin. Que por fin los tengo, y bajo en coche por Balmes, dirección las Ramblas, para poder parar el coche lo más cerca posible de mi casa y descargar mis tesoros.
Ya antes de llegar a Ronda Universitat y Pelayo vemos que la cosa está…rara. Hay Guardia Urbana y coches de la Brimo, la Brigada Móvil de los Mossos, por todas partes. Preguntamos a unos agentes si pasa algo en las Ramblas y nos dicen que no. Pues al llegar a la embocadura de Canaletes vemos dos lecheras bloqueando y dejando pasar a los vehículos privados con cuentagotas, siempre preguntando a dónde van y por qué.
-¿Pero, es que pasa algo?
-¡Pasa que está el Rey!
Así me entero yo, la diputada periodista, de que don Felipe y doña Letizia asisten al 175 aniversario del Cercle del Liceu. Qué vergüenza. Las calles tomadas como si estuviéramos en alerta terrorista. Nos dejan pasar pero apenas parar, la descarga de las cositas de mi padre se convierte en misión imposible en el mejor estilo Tom Cruise. Yo despacho whatsapps a este y al otro: ¿tú sabías que están los Reyes en el Liceu, tú estás ahí? Cosecho desconcertadas negativas de gente muy buena y principal que, como yo, no tenía ni idea. Entro en Internet y se me atraganta la merienda al leer en un titular que, «a pesar de que no se ha dado publicidad» a su visita, la pareja regia ha cosechado «por igual» vítores y abucheos…
¿Ah, sí? ¿Y por qué no dieron publicidad a la visita, si puede saberse? ¿Pretenden de verdad ignorar que los antisistema consentidos que nos gobiernan por ejemplo en el Ayuntamiento de Barcelona no iban a estar enteradísimos y al cabo de la calle? La alcaldesa Ada Colau no se dignó a asomar el morro. Tampoco lo hizo ningún representante del Govern. Y a mí me sube de las entrañas una llamarada de vértigo y de escándalo. Desde luego si yo llego a saber que vienen los Reyes al Liceu ese día miro de estar, si no puede ser dentro, fuera, manifestándoles sin titubeos ni complejos mi total apoyo. ¿No sería esto lo que pretendían tapar no dando la debida publicidad a la visita? ¿Me tengo yo que enterar por la Brimo de que el jefe del Estado está en mi ciudad, al lado de mi casa?
Más ejemplos de cosas que se dicen y que no siempre nos preguntamos por qué nos las dicen. Desde la salida de Junts del gobierno catalán, desde que Pere Aragonès gobierna en solitario, la maquinaria mediática tanto de los exsocios del ejecutivo como de los aspirantes a nuevos socios, mayormente el PSC, coincide en machacar como verdades evangélicas dos cosas que a mí, por lo menos, me parecen opinables. Y que son:
- Es imposible que se aprueben los nuevos presupuestos de la Generalitat a tiempo
- Si se prorrogan los actuales, esto va a ser ingobernable
A ver, yo lo primero no lo tengo tan claro. Ciertamente es complicado sacar adelante unos presupuestos con 33 diputados cuando necesitas una mayoría de 68. Pero, tanto como imposible…No sería la primera vez que Junts y PSC dicen que van a hacer una cosa y luego hacen otra, sobre todo cuando están en juego unos dineros que, a pesar de ser públicos, con tantos años de sociovergencia contumaz, han pasado a considerar como cosa suya. Yo me creeré que no votan los presupuestos cuando lo vea. Ahí lo dejo.
Pero supongamos que efectivamente hay que prorrogar presupuestos. Pues sí, mala cosa, muy mala cosa, más con la que está cayendo sobre la ya muy trinchada economía catalana. Pero, ¿acaso sería la primera vez que pasa esto, en Cataluña o en el resto de España? ¿Nos hemos olvidado de que los últimos presupuestos de Cristóbal Montoro se prorrogaron 18 años seguidos? ¿O que la Generalitat llevaba décadas sin aprobar un solo presupuesto en tiempo y forma cuando el año pasado, insólitamente, Jaume Giró lo consiguió?
Resumiendo, que todo esto que se dice es presión subjetiva, no realidad objetiva. Es legítimo que los que quieren su trozo de pastel insistan en que sin ellos, la pastelería cierra. Otra cosa es que sea verdad.
En conclusión: ojo con dar por muerto a nadie ni a nada sólo porque a alguien mucho le interesa hacer creer que es así. Ni está muerto el apoyo a la monarquía y a la Constitución en Cataluña, ni está muerto, de momento, Pere Aragonès… ni lo estamos en Ciutadans, que por cierto, en la actualidad tocamos cada uno, en el Parlament, a 5,5 diputados del partido que gobierna Cataluña. No son muchos para lo que nosotros estamos acostumbrados a placar. A ver si al final nuestros votos van a ser importantes para decantar mayorías a favor y en contra de cosas muy importantes. Quién sabe si incluyendo los mismísimos presupuestos, o partes estratégicas de ellos. Que aquí hay mucha prisa por enterrar a muchos «muertos» que gozan de buena salud. Mejor incluso que las de algunos aspirantes a sepultureros…