Sobre las 'midterm elections'
«Cuando quienes reniegan de la democracia acceden a puestos de responsabilidad en instituciones democráticas, suele ser para socavarlas desde dentro»
Cuando usted lea esta columna, los estadounidenses ya habrán votado. Nadie espera que las midterm elections sean una fiesta de la democracia, pero los liberales se conforman con que no sean su funeral. Muchos Estados elegirán a su gobernador y otros funcionarios locales, pero el foco principal está sobre el Congreso: los estadounidenses eligen a todos los miembros de la Cámara de Representantes y a un tercio del Senado. Las encuestas dicen que el Partido Demócrata perderá la Cámara, pero quizá logre resistir en el Senado, dependiendo de qué suceda con los escaños de Nevada, Arizona, Georgia y Pensilvania.
Cuando en el mes de junio el Tribunal Supremo anuló la sentencia Roe contra Wade, el hito legislativo que convirtió el acceso al aborto en un derecho federal, los demócratas confiaron en convertir los derechos sociales en uno de los ejes de campaña. El otro eje sería nada menos que la defensa de la democracia, porque el negacionismo de Trump, que insiste en su teoría del fraude electoral, ha sido asumido por los candidatos de su partido y vitoreado por sus votantes, cuyo apoyo no ha disminuido ¡sino aumentado! durante la investigación del asalto al Capitolio.
«Abstracciones como el respeto a la Constitución no tienen nada que hacer frente a discursos emocionales»
Quienes sufrimos el procés sabemos lo difícil que resulta convertir la defensa del Estado de Derecho en algo inspirador y atractivo para los electores. Abstracciones como el respeto a la Constitución o la separación de poderes no tienen nada que hacer frente a discursos emocionales. A esta dificultad se añade que el Partido Republicano ha sabido caricaturizar a los demócratas como un partido centrado en veleidades identitarias y desatento a las necesidades materiales de los ciudadanos. La agenda social del Partido Demócrata es infinitamente más extensa que la de su adversario, pero son los republicanos quienes han enmarcado la cita electoral en la inflación, el aumento de la criminalidad y la economía.
Los demócratas temen que una mayoría republicana en las cámaras suponga un retroceso de derechos sociales; y lo temen porque los republicanos no ocultan su intención de convertir en ley federal las leyes regresivas que han promulgado en sus Estados. El segundo temor del Partido Demócrata es estructural: porque, como decíamos, el Partido Republicano presenta cientos de candidatos que suscriben las tesis de Trump respecto al fraude electoral. Y muchos de ellos serán quienes decidan cómo se cuentan los votos de las presidenciales de 2024 y quienes a buen seguro respaldarán a Trump si este se niega a aceptar la derrota. Cuando quienes reniegan de la democracia acceden a puestos de responsabilidad en instituciones democráticas, suele ser para socavarlas desde dentro. Tachar de fraudulentos los procedimientos es el primer paso antes de anularlos.