Hijos del clima
«Estamos creando problemas ficticios, que millones de personas perciben como reales, y que están generando trastornos psicológicos innecesarios»
El viernes pasado, el Washington Post, en su sección de Clima, publicaba un artículo titulado ¿Deberías no tener hijos a causa del cambio climático? Es complicado.
En el artículo, trufado de ejemplos de mujeres o parejas que habían decidido no tener hijos por su impacto climático, se mencionaba una reciente encuesta del Pew Research en la que, de los adultos que no tenían ni querían tener hijos, el 5% citaban el cambio climático como la causa fundamental, mencionando otro 9% «el estado del mundo». No es la única encuesta reciente que ha arrojado este tipo de resultados, ni la más llamativa. Un sondeo online de Global Scan realizado en más de 30 países con decenas de miles de encuestados durante 2022 afirma que el 15% de los que respondieron decían que estaban «muy de acuerdo» y otro 25% «de acuerdo» con la frase «no desearía tener hijos debido a los efectos del cambio climático». Recién salida del horno, otra encuesta de esta misma semana realizada por Ipsos para la cadena ABC News, mostraba que alrededor de 1 de cada 4 americanos considerará el impacto climático a la hora de decidir no tener hijos o de decidir tener menos.
Hace más de una década, dos científicos de la Universidad de Oregon publicaron un artículo en la revista Global Environmental Change titulado «La reproducción y las herencias de CO2 de los individuos«. En él, intentaban estimar el impacto que, en términos de emisiones de CO2, tenían nuestros descendientes.
Analizaban tres escenarios. El optimista, en el que las emisiones se reducían linealmente desde su valor en 2005 (unas 4 toneladas de CO2 per cápita) hasta 0,5 toneladas por persona en 2100 y constante a partir de entonces. El medio, que asumía emisiones constantes per cápita indefinidamente. Y el pesimista, en que las emisiones crecían linealmente hasta representar un 50% más en términos per cápita en 2100 que en 2005 y constantes desde entonces.
Además, asumían (no es broma) que cada pareja no solo dejaba en «herencia» las emisiones de su hijo(s), sino las de sus nietos, biznietos, tataranietos, etc, hasta el año 2400. Naturalmente, tenían en cuenta las distintas fertilidades en cada país y las emisiones per cápita en ese país.
¿Los resultados? Según el escenario «optimista», cada hijo supondría una «carga para el planeta» de algo más de 500 toneladas de CO2 en el escenario optimista, más de 9.000 t en el caso de emisiones constantes y más de 12.000 en el caso más pesimista.
«Según un estudio, harían falta 65 vegetarianos para compensar los males climáticos derivados de tener un hijo»
Este estudio fue utilizado y refundido por otros dos científicos especializados en sostenibilidad en 2017. Menos originales en su enfoque pero mucho mejores en términos de marketing, calcularon el impacto anual «negativo» climáticamente en el planeta de tener un hijo, y lo compararon con otras opciones personales como no ir nunca en coche, no realizar grandes vuelos, etc. Naturalmente, con las hipótesis del estudio inicial, el resultado de no tener hijos era muy superior a cualquier otra acción personal que se pudiera tomar: evitar tener un hijo reduciría las emisiones de CO2 unas 60 toneladas anuales, mientras que no conducir ahorraría poco más de dos toneladas al año y llevar una dieta vegetariana menos de una. Según el estudio, pues, harían falta 65 vegetarianos para compensar los males climáticos derivados de tener un hijo.
Este estudio, que ha sido descargado más de 800.000 veces, fue recibido con fruición por los medios de comunicación: «¿Quieres salvar el planeta? Ten menos hijos», decía el Guardian. «La Ciencia demuestra que los hijos son malos para la Tierra. La moralidad sugiere que deberíamos dejar de tenerlos», escribía Travis Rieder, director del Máster del programa de Bioética del Instituto Berman de Bioética en NBC News (tener que leer cosas como estas para documentarme no está pagado, por bien que me pague THE OBJECTIVE).
No voy a centrarme en los aspectos técnicos del estudio, pese a que me resulte estupefaciente el enfoque de considerar en las emisiones derivadas de tener un hijo las que pueda producir ese linaje familiar hasta dentro de casi cuatro siglos (lógicamente, supongo que al asumir sus padres el pecado original, sus descendientes no tendrán ya que preocuparse por el supuesto dilema moral de tener o no hijos, ¿verdad?).
El problema aquí está en los científicos que estudian cualquier cosa con tal de obtener reconocimiento y popularidad, en los medios de comunicación y en los que se dejan influenciar por los mismos. Estamos creando problemas ficticios. Problemas que muchos millones de personas perciben como reales, y que acabarán creando (ya lo están haciendo) problemas de verdad, en forma de trastornos psicológicos innecesarios.
La Humanidad vive su mejor momento. Sí, la temperatura ha subido ya más de un grado desde la segunda mitad del siglo XIX (por cierto, uno de los momentos más fríos de la Tierra en su larguísima historia). Sí, muy probablemente sea el CO2 parcial o totalmente culpable de ese calentamiento. Pero lo que es innegable es que, pese a esa subida de temperatura (yo incluso me barrunto que parcialmente gracias a ella):
- La esperanza de vida no deja de subir, y en 200 años se ha más que duplicado (ha subido 8 años en los últimos 30).
- La pobreza extrema ha bajado de más del 95% desde hace 200 años hasta el 10% actual (era cerca del 40% hace apenas 30 años).
- El riesgo de fallecer en un suceso meteorológico natural no para de descender, y se ha dividido por 100 en 200 años.
- La tasa de mortalidad infantil (el porcentaje de niños que fallecen antes de cumplir 5 años) ha descendido desde más del 50% hace 200 años hasta menos del 5% hoy.
«Si hacemos caso a los que cuentan que vamos al apocalipsis climático, no hay suficientes combustibles fósiles para emitir tanto»
Nadie sabe lo que va a pasar en el planeta dentro de 30 años. Mucho menos dentro de 80, o de 400. Para empezar, si hacemos caso a los mismos que nos cuentan que vamos al apocalipsis climático, o a sus primos malthusianos, no hay suficientes combustibles fósiles en el planeta para emitir tanto durante tanto tiempo. También es posible que una de esas «herencias malditas para el planeta» en forma de hijos emisores de CO2 descubra una fuente de energía o un medio de transporte que nos permita realizar muchas más cosas con menos consumo de materias primas y emisiones de gases de efecto invernadero, o un medio baratísimo para eliminar gases de efecto invernadero con rapidez de la atmósfera.
A veces me quedo con ganas de realizar un estudio científico sobre lo que implicaría para nuestros servicios de Sanidad, Educación o nuestras pensiones que la tasa de natalidad se redujera por 10 en los próximos 50 años. Seguro que sacaría algún buen titular. Y, por cierto, es un escenario más amenazante y verosímil que aquellos con los que están volviendo majareta a medio Humanidad.
Respondiendo a la pregunta que se hacía la articulista del Washington Post sobre si deberías o no tener hijos: haz lo que te dé la gana. Pero si decides no tener hijos, por el amor de Gaia, que no sea por sus posibles impactos climáticos.
Por si a alguien le sirve para animarse, ni un solo día en mi vida me he arrepentido de haber tenido a ninguno de mis tres hijos. Sí, ocasionalmente, de no haber ido a por el cuarto.