THE OBJECTIVE
José Carlos Llop

La visita

En mayo de 2006, Benedicto XVI visitó el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Aquel hecho inspiró meses después a José Carlos Llop este poema

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La visita

Benedicto XVI.

En mayo de 2006, el Papa Benedicto XVI visitó el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Guardo desde entonces la fotografía de su entrada en el campo, bajo el arco del cínico lema El trabajo os hará libres. Me impresionó esa visita del Papa alemán, un hombre santo y uno de los grandes sabios europeos de la segunda mitad del siglo XX, y me impresionó aún más aquella fotografía. Al cabo de unos meses, ambas impresiones cristalizaron en este poema de mi libro Cuando acaba septiembre (*). El final de «La visita» lo forman unos versos que son, probablemente, los más misteriosos que haya escrito.

LA VISITA

Hay un enigma en la claridad

del aire, como en la persistencia

de esas iglesias románicas

sumergidas en los pantanos:

su espíritu perdura bajo el agua

y cuando el agua desaparece

y la angustia de los hombres

regresa, lo hace también la piedra

erguida, como una promesa

que la ingeniería del mundo

no ha podido destruir.

En el pasado siglo otra ingeniería

maléfica a punto estuvo

de hundir Europa en la crueldad

del paganismo. Y cuando eso pasó,

pero no todo el mal desatado,

un soldado preso veía el campanario

de una iglesia cercana y oía el tañer

del Ángelus y pasaban los días

y los muertos sin enterrar eran pasto

de los cuervos. Esta certeza

le enseñó la permanencia de lo esencial

y a eso, a lo esencial, dedicó luego

su vida. Muchos años más tarde,

aquel hombre de blanco se adentró

en el corazón gris de la tiniebla pagana,

allí donde los rituales sacrificios del mal

convertían a las personas en nada

y luego en humo. Y en ese lugar

preguntó por Dios y pudo ver

aquel campanario de su juventud

–soy yo el que lo piensa ahora–

y cómo un arco de la claridad primera

se tendía entre la pequeña iglesia

de una Europa desolada y el limo

oscuro del dolor y los barracones

por donde paseaba. Y el símbolo

de ese arco, no era sino él

y su peso –que no puede decirse

y nos salva– desapareció.

(*) NdE: libro incluido en el volumen Mediterráneos. Poesía 2001-2021 (Vandalia, 2022).

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