Banderas
«Los socialistas han permitido que el Partido Popular en una arriesgada maniobra de triangulación ideológica les arrebate sin oponer resistencia alguna la bandera de la libertad»
Una de las consecuencias menos evidentes y más demoledoras para un partido político aquejado por la grave enfermedad del cesarismo es la pereza.
Y en cierto modo es algo muy humano; si quien ostenta la púrpura toma todas decisiones de forma personalísima, sin atender a más razones que sus propios humores y sin consultar a sus generales, es perfectamente comprensible que centuriones, decuriones y legionarios de base caigan en el hastío de quienes se saben simple carne de catapulta, mutando poco a poco su heroísmo conquistador en un dulce desánimo meridional como de quince de ferragosto a la hora de la siesta: cansado, fatalista, espeso, desilusionado y perfectamente capaz de entregar sus viejas banderas al enemigo sin presentar batalla.
Así y tras casi cuarenta años de dictadura militar, el PSOE se presentó en sociedad en la España de la transición con un lema que no dejaba demasiado espacio a las dudas: «Socialismo es libertad».
Cabalgando sobre esta sencilla aleación de tres palabras, el PSOE de la época, además de proponerse a sí mismo como el garante del nuevo sistema democrático que aún estaba por construirse frente a la feroz dictadura franquista, ponía también distancia con los comunistas del PCE, arrinconándoles en un espacio político tan autoritario como el que estaba ya en proceso de derribo en nuestro país.
La estrategia funcionó espléndidamente y fue construyendo en el imaginario político de nuestro país una potente cadena semántica mediante la cual ambos conceptos iban a ser inseparables, dando soporte a las mayorías con las que Felipe González gobernó en nuestro país.
«Una de las consecuencias menos evidentes y más demoledoras para un partido político aquejado por la grave enfermedad del cesarismo es la pereza»
Ocho años más tarde, tras las dos victorias consecutivas de José María Aznar y ya con una democracia plenamente consolidada, el PSOE liderado en aquel entonces por José Luis Rodríguez Zapatero optó por basar su propuesta política en otra de las banderas clásicas de la izquierda, la igualdad.
Así y bajo el lema «Merecemos una España mejor», el PSOE de 2004, sin abandonar el nicho de la libertad, construyó un relato de profundización política y económica basado en una idea tan sencilla -que no simple- como potente: Tras ocho años de gobierno de la derecha, España es más desigual, es hora de repartir beneficios y que estos lleguen a todos, no solo a unos pocos. Una idea que en 2008 pasó de expansiva a defensiva en una campaña con la que bajo el «Vota con todas tus fuerzas» los socialistas movilizaron a su electorado bajo la narrativa de que los avances sociales conseguidos en el terreno de la igualdad aún no estaban consolidados. Y les funcionó.
Hoy, unos pocos años después, los socialistas han permitido que el Partido Popular en una arriesgada maniobra de triangulación ideológica les arrebate sin oponer resistencia alguna la bandera de la libertad, convirtiendo este valor en un significante yermo y están a punto de entregar a Feijoo la enseña de la igualdad como consecuencia de unos pactos con nacionalistas e independentistas que por la vía de hecho han conseguido que existan territorios del estado en los que sus habitantes, por el mero hecho de residir en ellos, posean más y mejores derechos y servicios públicos que otros.
Y sin libertad y sin igualdad… ¿Bajo qué bandera van a presentar batalla el PSOE el próximo mes de mayo?