Vuelve Sémper
Sémper va a dar un toque cultureta a este PP de gestores. No es exactamente un erudito, un «intelectual» al modo de Girauta o Errejón, pero tiene lecturas y nos lo demuestra a todos
Feijóo le ha dado un cargo a Borja Sémper. Esto no me parece mal, que conste, y es incluso lógico si tenemos en cuenta qué ha pretendido el líder popular hasta el momento. Cabe resumir su desempeño como un esfuerzo continuado por atraer, cautivar, al electorado socialista descontento con el radicalismo de Sánchez y, la verdad, quién mejor que Sémper para participar de ese esfuerzo. ¿Quién mejor que Sémper para tender puentes con el Partido Socialista? ¿Quién mejor que Sémper, que incluso con el PNV y Bildu los tendió? ¿Quién mejor que él, uno de los encargados de suavizar al PP vasco, de centrarlo, de hacerlo respetable? Sémper abunda en la moderación del PP, la reafirma. Es la prueba carnal de que las acusaciones de Pedro Sánchez son falsas: el PP no es radical; es moderado, tan moderado que designa a Sémper como portavoz.
Pero Sémper no sólo acentúa el centrismo popular; también aporta algo distinto. El perfil de casi todos los líderes del PP es grisáceo, tecnocrático. Son unos fieras en la gestión, eso nos cuentan, pero a ver quién es el guapo que reprime el bostezo cuando los oye hablar. Sémper trae consigo un aire nuevo, como digo. A él da gusto y no sueño escucharle. Quizá no diga grandes cosas, quizá no sea un «intelectual» al modo de Girauta o de Errejón, pero su verbo fluye. Sémper hilvana palabras, las teje con delicadeza, las mima y las soba como si fuesen la masa de un bizcocho hasta engatusar a los oyentes. Sus intervenciones tienen algo de hipnótico, quien lo probó lo sabe. Uno empieza a ver una entrevista suya y cuando mira el reloj descubre sorprendido que ha malgastado veinte minutos de su vida en ese cuestionable menester.
Además, Sémper va a dar un toque cultureta a este PP de gestores. Es uno de esos extraños políticos que no desdeña el mundo de las letras. No es exactamente un erudito, pero tiene lecturas y nos lo demuestra a todos. Saca músculo literario; incluye citas en sus intervenciones. Uno se lo imagina leyendo a Pinker, incluso a Peterson, con el ceño fruncido y el lápiz en ristre, dispuesto a recabar sentencias para sus próximas entrevistas. Es el reverso masculino de Andrea Levy, quizá un poco menos canalla, menos malasañero, pero igualmente alternativo porque a él también le gusta la música y nos lo cuenta.
Sémper es el contrapunto frívolo, lúdico, de un PP demasiado grave, un homo festivus rodeado de homos economicus, el verso alegre de un partido muy prosaico.