THE OBJECTIVE
Manuel Molinero

Discriminación positiva mal entendida y desorbitada

«La educación en materia de igualdad del sanchismo, la que prospera a la deriva, se ha convertido en una excelente cantera de extremistas acérrimos, imparables»

Opinión
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Discriminación positiva mal entendida y desorbitada

Alumnos en un colegio.

Impartía clase con normalidad cuando la vicedirectora del centro en el que trabajo irrumpió en el aula para anunciar la buena nueva: «Mañana las chicas tenéis una charla en el aula Nº 1. ¡Solo las chicas!, ¡es muy importante para vuestro futuro!». La intriga es mayúscula: se desconoce el tema de la charla, que no aparece en el boletín de actividades del centro, de la que no hay rastro en las bandejas de entrada del profesorado, como es habitual. Indago: se trata de Chicas imparables.

No es el eslogan de una campaña en contra de la violencia machista, aunque lo parezca, sino un espléndido curso en emprendimiento e innovación que se ha llevado a cabo en algunos lugares de España y, ahora, tras haberse promovido en los centros de educación secundaria de Canarias, celebra una nueva edición que da comienzo —lo inoportuno de la fecha es lo de menos— este viernes 13. El programa incluye sesiones de liderazgo, finanzas, administración, comunicación y marketing digital, e, incluso, una beca universitaria para estudiantes de entre 15 y 18 años. Lo mejor de todo es que llega a Tenerife de forma gratuita; lo peor, que excluye a parte del alumnado por razón de género. Solo es para chicas, para chicas imparables.

Imparable, por definición, es aquello que no se puede parar o detener. El aula N01 amanece abarrotada y las chicas se agolpan a la entrada. Los chicos que piden entrar son ignorados. Son pocos, e insisten de forma reivindicativa. «¡Fuera de aquí, es solo para chicas!», escuchan de boca de alguna de sus compañeras, que me increpan a mí de idéntica forma. Una profesora, sin embargo, es bienvenida. Al parecer, ahora somos hombres y mujeres, chicos y chicas, no miembros del profesorado ni estudiantes.

Paremos.

«Estamos en un patriarcado y las niñas crecéis con mayor autoexigencia e inseguridad y, a partir de los seis años, comenzáis a subestimaros. A partir de los 11, tenéis una estructura mental impuesta por la sociedad que os hace no asumir el liderazgo». Por eso, este curso es solo para ellas, les dicen, porque existe una brecha que genera en ellas desapego con las matemáticas y rechazo hacia las carreras STEM. No dejo de pensar en mis alumnos, en mis sobrinos, en qué pensarían mis padres si me hubiesen discriminado de este modo durante mi etapa escolar por el hecho de ser hombre.

«La brecha no desaparecerá a base de generar otra brecha diferente»

¿Qué hay más contrario a la igualdad que la discriminación? El número de chicos universitarios en enseñanza infantil, trabajo social y orientación, ciencias educativas, enfermería, veterinaria, psicología, lenguas, artes o medicina se sitúa entre el 8% y el 31%, ¿habrá formación privilegiada y exclusiva del ámbito social solo para chicos? ¡Qué disparate! Caminamos en sentido contrario. Gloria Lomana, presidenta de 50&50, entidad promotora de Chicas imparables, señala que «el empoderamiento se construye cuando las chicas transforman la inseguridad en certeza, afrontan retos, con ilusión, adquieren competencias y luchan por alcanzar sus metas». No, señora. No, y cincuenta, y otras cincuenta veces, no. Así se construye el empoderamiento de cualquier persona. Por eso, a esta formación debe tener acceso cualquier estudiante, con independencia de su género y de su identidad de género.

Comparto mi inquietud con colegas del centro, que no entienden el secretismo. Hablo con mis alumnos, les escucho. Lo necesitan. ¿Alguien se ha parado a pensar en qué lugar les deja todo esto, en cómo se sienten? Despreciados, seguro. ¿Culpables? No son pocas las chicas que, con juicio crítico, comprenden su malestar. Además, les ofende el aroma a privilegio. Se consideran igual de capaces. Lo son. El grupo está indignado. Quizás porque comprenden mejor el concepto de igualdad que quienes lo manosean con el único fin de hacer política y/o negocio.

Paremos.

En la raíz de la palabra educación está un verbo latino que significa guiar, conducir. ¿Hacia dónde estamos guiando a nuestros jóvenes? La brecha no desaparecerá a base de generar otra brecha diferente. Como la energía, parece que la brecha ni se crea ni se destruye, solo se transforma. ¿Qué se pretende, apagar el fuego con fuego? ¿No hay otro modo de afrontar la situación?

«El emprendimiento de la mujer no se fomenta a través de la discriminación ni del estancamiento del hombre»

Se nos llena la boca de lenguaje inclusivo y se nos llena tanto que, a veces, es imposible mantenerse en equilibrio sobre un cable tan fino y caliente. Ni el mejor funambulista avanzaría sin tropiezos. En este curso no hay rastro de lenguaje inclusivo: «solo para chicas», «pensando en ellas», «saca a la líder que llevas dentro», «la líder no nace, se hace». «Nosotras queremos que no se pierdan este curso», les dicen. De ellas para ellas, porque preparan a LAS jóvenes para un viaje por el mundo del emprendimiento y la innovación, dicen con orgullo, pero se lo niegan a LOS jóvenes. Están equivocados: el emprendimiento de la mujer no se fomenta a través de la discriminación ni del estancamiento del hombre.

Los chicos no entienden nada. Gaman, les animo. Gaman, nos queda solo eso, lo que antes les quedaba lamentablemente a ellas. Nuevos tiempos, mismas formas, diferente sentido. Gaman es un término japonés que viene a decirnos que toca soportar lo en apariencia insoportable, con paciencia estoica y, en la medida de lo posible, dignidad. Resistencia, tolerancia, perseverancia y, también, abnegación. A mi alumnado le pido que cultive cada una de esas cualidades, menos la abnegación, porque todos son iguales y merecen las mismas oportunidades. 

Paremos.

Los organizadores desean que esta formación, con esta fórmula, siga extendiéndose en el resto de España. Les ampara la legislación existente, tocado. Pero, para que una acción sea adecuada no basta con la conformidad a la ley, mucho menos si esa ley no tiene apariencia discriminatoria, pero produce una diferencia entre géneros en su aplicación. El buen fin no justifica los medios. El buen fin son los medios, la manera de obrar y proceder. Así como la educación literaria del franquismo fue, en palabras de Muñoz Molina, una excelente cantera de librepensadores precoces, la educación en materia de igualdad del sanchismo, la que prospera a la deriva, tiene peores consecuencias y se ha convertido en una excelente cantera de extremistas acérrimos, perennes, imparables. Paremos nosotros ahora. Dejemos de adoptar medidas discriminatorias en nombre de la igualdad, como si todo valiese y nada importase, ni siquiera la educación y el futuro de los menores, de vuestros hijos, aunque yo no tenga. Por el bien común, paremos. Formemos en igualdad, con igualdad.

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