Ayuso: la alumna ilustre
La violencia política hay que combatirla, claro que sí, porque es gravísima, pero solamente a veces, solamente cuando la persona contra la que se ejerce sea del agrado de Montero
Hoy me he despertado sin artículo, sin ideas, y en un hotel de Tánger en el que, como si tuviese dinero, he ido firmando cuentas que me cobrarán cuando me vaya. Así que he escrito a Javier Sanz, el redactor jefe de este diario, para que me contase qué está pasando, de qué puedo escribir: Javi, además de buen olfato, siempre tiene ideas. «Lo de Ayuso», me ha dicho, y me ha mandado un editorial para que supiese a qué se refería.
Resulta que ayer, mientras yo deambulaba por Tánger, hicieron a la presidenta o presidente —ya no sé cómo decirlo para contentar a todos— alumna ilustre de la Facultad de Ciencias de la Información, que, como dice Soto Ivars en su columna, es sólo un poco menos vergonzante que que la nombren doctor honoris causa. Y se lió, claro. Hubo quien protestó, quien la llamó asesina, quien ejerció contra ella lo que el ministerio de Igualdad llama ahora violencia política, pero a Montero no ha parecido molestarle, qué va: resulta que en este caso está bien porque Ayuso «representa la destrucción de la educación pública».
De modo que la violencia política hay que combatirla, claro que sí, porque es gravísima, pero solamente a veces, solamente cuando la persona contra la que se ejerce sea del agrado de Irene Montero. Es un poco como los escraches, que estaban bien cuando se hacían en el barrio de Salamanca —¡jarabe democrático!— pero fatal cuando se hacían en la puerta de un conocido chalé de Galapagar. O como la moderación, que tiene que ejercerse, ¡por supuesto!, pero solamente con otros moderados, como contaba el pasado domingo en Vozpópuli Julito Llorente.
Y Ayuso, en fin, no es del agrado de Irene Montero, es, suponemos, más barrio de Salamanca que chalé de Galapagar y encima no es moderada. Total, que hay barra libre, carta blanca para insultarla cuanto se quiera. ¡Y con el beneplácito del ministerio de Igualdad! Ahora que he logrado entenderlo y rellenar mi columna, me quedo más tranquilo: ya sólo me falta lidiar con las cuentas del hotel.