Pedro Sánchez nos debe una explicación
«Quizás la decisión de cambiar de política respecto al Sáhara esté justificada. Lo que no está justificado es que estas decisiones se tomen en secreto»
Hay un misterio insondable en la política española: el súbito e inexplicado cambio de las relaciones con Marruecos.
En efecto, en abril de 2021 dichas relaciones entraron una profunda crisis aparentemente provocada por el ingreso en un hospital de Logroño de Brahim Gali, líder del Frente Polisario para ser tratado de una infección de covid. Ello provocó el enojo de Marruecos, la retirada de su embajadora en Madrid y, poco después, la repentina apertura de la frontera con Ceuta para que más de cinco mil marroquíes irrumpieran desordenadamente en la ciudad española.
Sin embargo, al cabo de casi un año después, en marzo de 2022, la situación dio un giro radical. En contra de muy antiguas Resoluciones de la ONU que España impulsaba y respaldaba, acordadas tras la ocupación marroquí del Sáhara en 1975 (la célebre Marcha Verde, en plena agonía de Franco), el Gobierno español decidió cambiar de posición. Aceptó que el territorio del Sáhara debía gozar de autonomía dentro del Reino de Marruecos y, por tanto, contraviniendo dichas Resoluciones y la política tradicional de España, decidió apoyar la anexión marroquí de este enorme territorio independiente (al parecer con un subsuelo muy rico) y enfrentarse al Frente Polisario que, desde hacía decenios, estaba apoyado por Argelia, principal suministrador de gas a la península.
De un conflicto con Marruecos pasamos pues, sin explicación alguna, a un conflicto con Argelia, que hábilmente escogió como nuevo socio comercial europeo a Italia sin dejar de cumplir los compromisos comerciales con las empresas energéticas españolas.
«Todo ello estuvo precedido, un par de años antes, en época de Trump, por un cambio similar por parte de Estados Unidos»
Todo ello estuvo precedido, un par de años antes, en época de Trump, por un cambio similar por parte de Estados Unidos, posición compartida también por Israel y varios Estados árabes de su entorno hasta entonces favorables a la soberanía de la República Saharaui y a su condición de territorio independiente de Marruecos.
Sin este precedente y con el acuerdo interno en España tras debatirse la cuestión en el Congreso y el Senado españoles, la solución podría haber sido razonable: se trataba de reconocer una situación de facto pues desde la citada Marcha Verde la mayor parte del Sáhara ha estado ocupada por Marruecos.
Pero el hecho de que tan importante cambio se hubiera producido con total sigilo, sin debate y, todo hace pensar, por presión de Estados Unidos, convirtieron estos cambios en algo muy sospechoso. Además, el sigilo fue tanto que nos enteramos del hecho por un comunicado del portavoz de la Casa Real marroquí que leyó una carta de Pedro Sánchez al Rey Mohamed VI, cuando lo más lógico hubiera sido que fuera al revés, es decir, que el Presidente español quien nos la comunicara dando las razones de su contenido, justificando el giro de España y debatiéndolo en las Cortes Generales. Nada de eso ocurrió. Solo una breve comparecencia del ministro Albares, sin razones ni debate. Todo muy raro, para ser suaves.
Hace una semana se añadieron nuevos hechos que siguen complicando las cosas. En el Parlamento Europeo se acordó una Resolución condenando a Marruecos -también, por corrupción, en diciembre se había condenado a Qatar- por contravenir la libertad de prensa al encarcelar a tres periodistas y al líder de la revuelta pacífica en el Rif. Además, se hacía mención a otros periodistas que sufrían «acoso, intimidación y vigilancia», entre ellos el veterano y prestigioso corresponsal español Ignacio Cembrero, el gran conocedor de Marruecos.
«Marruecos, Qatar, el partido que gobierna España. ¿Qué pasa ahí?»
Pues bien, los eurodiputados socialistas españoles votaron en contra de esta Resolución, no el resto del grupo socialista europeo. El acuerdo de la Eurocámara se aprobó por una gran mayoría: 356 votos a favor, 32 en contra (17 del PSOE) y 42 abstenciones. Junto a los socialistas españoles votaron también en contra los eurodiputados del partido de la señora Le Pen. No me negarán que la intriga que suscita el caso resulta cada vez más apasionante.
Además, se adoptó también la decisión de prohibir la entrada en las sedes de la UE a los representantes de los lobbys de Marruecos y Qatar. Si recuerdan, en diciembre fue cesada la vicepresidenta Eva Kaili, socialista griega, imputada bajo sospecha de corrupción por sobornos de Qatar. Su pareja -que además era su asistente- y su padre fueron detenidos al ser pillados huyendo con bolsas de dinero. Marruecos, Qatar, el partido que gobierna España. ¿Qué pasa ahí?
Quizás la decisión de cambiar de política respecto al Sáhara esté justificada. Lo que no está justificado de ninguna manera es que las razones de estas decisiones se tomen en secreto, sin explicación alguna. Los misterios siempre inducen a las sospechas, en este caso las hay y muy variadas.
Estas sospechas sólo pueden disiparse con información pública y debate sobre los motivos del cambio de política respecto al Sáhara contraviniendo las resoluciones de la ONU y la política tradicional española. Por supuesto, esta información y este debate deben llevarse a cabo en el Congreso conforme a las normas reglamentarias para el caso. El presidente del Gobierno nos debe una explicación.