Podemos y la izquierda cobarde
«Los sanchistas no se pueden permitir que, a la suma del millón de votos que se va al PP, otro tanto se vaya a la abstención por la cagada de la ‘ley del solo sí es sí’»
Podemos quiere usar la rectificación de la ley del solo sí es sí para decir que el PSOE ha sucumbido a la «derecha política, judicial y mediática». La estrategia, infantil a todas luces, es decir que el PSOE se ha arrugado, que no ha aguantado la presión del universo reaccionario. Están a un paso de llamar «machista» a Sánchez, o incluso «fascista» si se tercia. De momento, lo califican de izquierda cobarde.
El insulto no solo es una salida torpe a un fracaso, sino una estrategia electoral desesperada. Socialistas y podemitas se disputan unos tres millones de votos, esos que van de una formación a otra. A esto se suma que la ley Montero es la mayor fábrica de abstencionistas en la izquierda. Mucho más que los indultos, la eliminación de la sedición o el modelaje de la malversación. Lo que está en juego son los votos. Nada más.
Podemos quiso hacerse un nicho sólido en el electorado de la izquierda presentándose como el más feminista e igualitario de la historia, y ha fracasado. En su ánimo de transformar la sociedad según su ideología, no de hacer leyes atendiendo a la realidad, la ciencia, la razón o el Derecho, los podemitas la han pifiado. Aprovecharon que Sánchez desea la unidad de Frankenstein más que el bien común o la coherencia, y tiraron adelante con la dichosa ley.
«No hay español que no piense que la ‘ley Montero’ es un fracaso que se mantiene por la soberbia de la ministra»
La situación se convirtió en insoportable para Podemos, donde Yolanda Díaz se ponía una vez más de perfil. Al goteo constante de agresores beneficiados y excarcelados se juntó la mala gestión del fracaso. Ángela Rodríguez, ahora escondida, hacía chistes inoportunos. Tampoco calaban los ataques a los jueces, que se limitan a aplicar los principios elementales del Derecho.
Ahora el espejo les devuelve la fealdad del proyecto. No solo no sirve para proteger a las mujeres, sino que beneficia a los delincuentes. Y esta realidad es imposible de ocultar con insultos y menosprecios. De hecho, no hay español que no piense que la ley Montero es un fracaso que se mantiene por la soberbia de la ministra y de Podemos.
Ante el fracaso evidente de la ley, y la subsiguiente caída en la intención de voto, los podemitas tenían muy pocas salidas. Una de ellas era rectificar, cosa que, teniendo el ego tan elevado, se antojaba imposible. Otra era aguantar y esperar un movimiento del PSOE, como así ha sucedido.
Los sanchistas no se pueden permitir que, a la suma del millón de votos que se va al PP, otro tanto se vaya a la abstención por la cagada de la ley del solo sí es sí. Estamos hablando de perder el poder en las próximas elecciones generales, incluso de no superar los 95 diputados.
Las encuestas decían a Moncloa que la coalición con Podemos rebajaba la simpatía del Gobierno entre los votantes tradicionales del PSOE, especialmente entre las mujeres, que son el 60% de su voto. Con esto, una reforma de dicha ley impulsada por Sánchez es una ventaja para el PSOE entre el electorado femenino progresista, y una puñalada para Podemos.
«El PSOE, dice la extrema izquierda, no es capaz de dar la batalla ideológica y cultural»
El miedo podemita a perder esos votos le ha llevado al infantilismo de insinuar que el PSOE es la izquierda cobarde. En el llamamiento al voto de las mujeres, Podemos compara a Sánchez con Zapatero, que no se «arrugó» cuando los «conservadores» denunciaron la inconstitucionalidad de la ley integral contra la violencia de género.
Los podemitas recuerdan que Sánchez dijo que sería una ley que acabaría siendo imitada en el resto del mundo, una norma vanguardista, epítome del feminismo. Ahora, el presidente, insisten los populistas, no ha aguantado la presión del machismo ultramontano, de los golpistas con toga, del facherío con micrófono y columna. El PSOE, dice la extrema izquierda, no es capaz de dar la batalla ideológica y cultural. Y por eso, ahora, visiblemente acongojado, anuncia la reforma de la ley.
Podemos ya tiene a su «izquierda cobarde», como Vox con el PP. Este es el cuento que van a vender de aquí a las elecciones de mayo de 2023, cuando Podemos va a empezar a desaparecer. Porque será el PSOE el que remonte con la reforma de esa ley bodrio, recuperando votos de la abstención, de los electores cabreados, y de la izquierda que no aguanta al pijerío ignorante y presuntuoso del Ministerio de Igualdad.