Ayuso y el Holocausto
«No es lo mismo usar la memoria del Holocausto para avisar de que puede volver a pasar que usarla para ganar un punto en el debate público. Ayuso hizo lo segundo»
El discurso de Isabel Díaz Ayuso en el día de la conmemoración de las víctimas del Holocausto ha pasado relativamente desapercibido en los medios de derechas. Es torpe y malvado. La presidenta de la Comunidad de Madrid dijo: «Todo tiene un origen. La Shoá no comenzó con la Solución Final. Empezó con el señalamiento, la criminalización, la deshumanización y la discriminación. Ejerciendo y fomentando desde el poder público y con los recursos del Estado. Como sigue pasando hoy por todo el mundo, también en España, en escuelas públicas, en entornos vecinales, en algunas calles, plazas». También dijo: «Hoy también en nuestro país se señalan establecimientos, se persiguen a determinados ciudadanos, se fomenta el terror y la turba contra ellos».
Si no quería comparar el odio y la persecución nazi contra los judíos con la actualidad española, fracasó. Y si quería realmente hacer la comparación, la hizo en el peor contexto posible. Su postura no es simple presentismo o provincianismo histórico, la idea de que nuestra época es terrible y única al mismo tiempo, como ha escrito Santiago Gerchunoff. Es mala fe. Porque si la presidenta de la CAM no tiene ni idea del Holocausto, ni siquiera una idea superficial consecuencia del visionado de El niño del pijama de rayas o La lista de Schindler, al menos debería saber que no es un tema que deba frivolizarse ni contemporizarse. O al menos debe tener alguien a su alrededor que le avise de que tenga cuidado.
«Uno de los aspectos más estúpidos y dañinos de la polarización es su incapacidad de ver matices»
No estamos ante un adolescente que se hace una foto de mal gusto en Birkenau y la sube a Instagram; estamos ante la presidenta de una de las regiones más importantes de Europa en un homenaje a las víctimas de un genocidio. No es lo mismo usar la memoria del Holocausto para avisar de que puede volver a pasar (como hacían supervivientes como Elie Wiesel o Marian Turski) que usarla para ganar un punto en el debate público. Ayuso hizo claramente lo segundo.
Hay quienes sostienen que no dijo nada falso, que en Cataluña se persigue a los no independentistas, por ejemplo. Es una observación que solo puede hacer alguien cegado por su dogmatismo. La diferencia entre la violencia política que llevó al Holocausto y la discriminación en Cataluña (qué vergüenza me produce escribir esta frase) es la diferencia que hay entre la muerte y la vida. Uno de los aspectos más estúpidos y dañinos de la polarización es su incapacidad de ver matices. Cuando algo es malo o injusto, lo es absolutamente. Por eso se usan conceptos como «terrorismo machista» o «genocidio cultural». Algo malo es siempre lo más malo.
«El recuerdo tiene su propio idioma, textura, arqueología y limitaciones», escribió el escritor y superviviente del Holocausto Elie Wiesel. «También puede dañarse, robarse y avergonzarse; pero depende de nosotros rescatarlo e impedir que se convierta en algo barato, trivial y estéril». Al contemporizar el Holocausto no lo hacemos más cercano a nosotros, lo alejamos y relativizamos. Si el objetivo era la concienciación, conseguimos justo lo contrario.