Recordando la alegre batalla
«Hoy si te descuidas el Premio Sájarov se lo darían a Otegi»
Los años de clausura por pandemia impidieron que celebrásemos el veinte aniversario del Premio Sájarov del Parlamento Europeo a ‘Basta Ya’ en su momento debido. Pero tampoco hay que dejarse derrotar por el fetichismo de los números redondos y 23 años son igualmente buenos si de conmemorar se trata. De modo que ha sido ahora cuando se ha inaugurado en la sede del PE en Bruselas la exposición ‘The Sakharov Prize a Basta Ya!: a turning moment for freedom’. La muestra es el resultado de un esfuerzo colectivo pero el mérito principal corresponde a la perseverancia creadora de Maite Pagazaurtundúa, parlamentaria de Cs. Ni el Covid, ni la desidia de otros, ni las dificultades logísticas la disuadieron de su empeño.
Creo que debemos detenernos un momento en el papel insustituible que ha desempeñado Maite en Bruselas, la voz mas combativa contra el terrorismo, a favor de las víctimas y sobre todo de la democracia española que ha resonado en ese auditorio a menudo distraído o timorato. Ella es el mejor ejemplo de que Cs aún tiene un papel importante que jugar como el grupo que sabe aliarse a derecha e izquierda pero sin confundirse con ningún otro.
La exposición se basa en una instalación del artista multifacético José Ibarrola en forma de caseta o túnel en cuyo interior se escuchan con intensidad creciente gritos de odio y vivas a ETA tomadas de grabaciones reales de actos protagonizados por abertzales. Cualquier persona que en soledad se encuentra envuelta por esa penumbra amenazadora y por el acoso de las voces hostiles que le rodean experimenta durante un momento algo lejanamente parecido a lo que sufrieron otros muchos durante años. Algunos confiesan que pasan un (breve) mal rato.
‘Basta Ya’ fue el primer grupo europeo que recibió el Premio Sájarov. Hasta entonces esa distinción estaba reservada a organizaciones de países no democráticos en el llamado Tercer Mundo que reivindicaban la libertad de pensamiento y los derechos humanos. Pero el caso de ‘Basta Ya’ significó un vuelco en el premio porque se distinguía a activistas que, con indudable riesgo de sus vidas, defendían esos valores dentro de una democracia liberal con todos los papeles en regla, aunque demasiado permisiva con los sediciosos que conspiraban contra ella (digamos que esta permisividad ha empeorado actualmente).
Nosotros no luchábamos contra un Estado tiránico, como en el resto de los casos, sino contra la tiranía de los que no respetan las leyes del Estado y, por tanto, esclavizan a sus conciudadanos. Lo mas parecido a ‘Basta Ya’ eran los jueces, policías y simples ciudadanos que combatieron contra la Mafia, una banda criminal y de ramificaciones complejas que se había convertido en un estado dentro del Estado. La diferencia es que nosotros lo hicimos sin apoyo institucional (mas bien todo lo contrario) y desde la simple vocación de un movimiento cívico. Cuando aún algo deslumbrados llegamos a la ilustre moqueta europea, pocos sabían quienes éramos, de dónde veníamos, cual era nuestra lucha y en que consistía el conflicto vasco. En la ronda de entrevistas que tuvimos que hacer al recoger el premio, una importante dama (era una baronesa inglesa, según creo, encargada de los asuntos exteriores del Parlamento) me preguntó cuál era el ADN de los vascos. Le contesté que nosotros resolvíamos los asuntos políticos con elecciones y leyes, como los demás, no con análisis de sangre. En fin, logramos que los representantes de las democracias europeas supieran algo más del mayor problema terrorista que tenía la Europa continental… ¡Sin conocerlo ni de cerca ni de lejos!
«Hace 23 años ya éramos mirados por algunos como reaccionarios peligrosos y, en el PNV, Arzallus voceaba que queríamos crear un ambiente propicio a la guerra sucia»
Aunque Roberta Metsola, presidenta del PE, no pudo ser mas amable y elogiosa con nosotros (lo mismo que lo fue en su dÍa la presidenta Nicole Fontaine, que nos entregó el premio) creo que hoy no nos hubieran otorgado este galardón. Los socialistas españoles de hace 23 años estaban encabezados por Rosa Díez, y el etnicismo y la pasión identitaria no eran mayoritariamente considerados rasgos progresistas (salvo por los Verdes, que nunca fueron los mas listos de la clase): hoy si te descuidas le darían el premio a Otegi.
Hace 23 años ya éramos mirados por algunos como reaccionarios peligrosos y, en el PNV, Arzallus voceaba que queríamos crear un ambiente propicio a la guerra sucia (por lo visto la de ETA era limpia como los chorros del oro). En cuanto al resto de la izquierda del Estado, no eran mejores. Recomiendo leer La palabra ambigua, el acertado estudio de David Jiménez Torres sobre los intelectuales españoles, en especial el apartado que dedica a las relaciones de éstos con el terrorismo. Es interesante recordar lo que entonces dijeron algunos (y lo que nos llamaban a los comprometidos), pero sobre todo lo que callaron los demás.
Resulta que ‘Basta Ya’ condenaba sin rodeos ni ambigüedades la violencia etarra (y también la de los paramilitares o la tortura), pero a la vez sostenía como soluciones del enfrentamiento la Constitución y el Estatuto de autonomía. Ser libres e iguales era ser ciudadanos españoles, ni más ni menos. Decir esto en voz alta era tabú y no sólo para los nacionalistas: de hecho, lo sigue siendo todavía.
Creo que lo mas irritante de ‘Basta Ya’ para nuestros adversarios era el sentido del humor y la alegría que impregnaba todos nuestros actos, incluso los que hacíamos en circunstancias dramáticas. Manteníamos un estilo inconfundible para salir a la palestra y combatir, que poco tenía que ver con el tono fúnebre o clerical de otros. Cuando hemos vuelto a reunirnos estos días en Bruselas, todos ya un poco mayorcitos, hemos vuelto a sentir el gozo de aquel compañerismo belicoso y feliz. No me atrevo a decir con rotundidad si ganamos o perdimos, pero puedo asegurar sin la mínima duda que disfrutamos.