MyTO

Con Tamames y contra la moción

«Ramón Tamames no merece ser recordado como el candidato de esta moción de censura que no va a pasar de tramoya y que al único que beneficia es al PSOE»

Opinión

Ramón Tamames y Santiago Abascal.

La moción de censura de Vox, con Ramón Tamames como candidato, me parece un desatino. Y uno de los graves. Por supuesto que me parece estupendo que una formación política haga uso de las herramientas constitucionales previstas para exigir responsabilidades políticas al Gobierno. Solo faltaba. Y claro que la merece Sánchez. Lo que me parece menos acertado es hacerlo sin posibilidad alguna de éxito y a tan pocos meses de unas elecciones autonómicas y municipales. Es más, me parece que es un movimiento este que al único al que beneficia es al PSOE y, por definición, una moción de censura al último al que debería favorecer es a quien ostenta el poder, que es, en teoría, a quien se pretende reprobar. Pero hacerlo precisamente ahora, cuando el Ejecutivo se encontraba con los costurones de la coalición a la vista y al borde del desgarro por el enésimo desencuentro, perdiendo el apoyo de algunos de los colectivos que le auparon por el goteo incesante de excarcelaciones y rebajas de pena provocadas por la chapuza de la ley del solo sí es sí, con la ley trans ahí, a punto de seguir sus pasos en inoperancia, con Yolanda Díaz a lo suyo, a lo de lo sumatorio cuqui, fraccionando a la izquierda de la izquierda, con Europa sacándonos los colores por la falta de transparencia en la gestión de los fondos europeos… 

Con todo eso, digo, que colocaba al Gobierno en ese punto en el que ya solo Tezanos (obstinado en sus amores) lo mantenía a la cabeza de todas las encuestas (sobre todo en las del más guapo) y con parte de su electorado más fiel desmotivado, esta moción de censura consigue precisamente movilizarlo. Le permite a Sánchez enarbolar la bandera del voto útil contra esa alerta fascista que tanto le gusta decretar. Por eso finge que se la toma en serio, porque es lo que le conviene, no tanto porque se lo crea, sino porque parezca que se lo cree y así se lo crean los suyos. Su portavoz de cabecera se lanza, claro, a clamar que el Gobierno le da la máxima relevancia. Sabe que eso es como gritar «que viene el lobo» y volver loco al gallinero, ese que está convencido de que más allá del bordecito justo del PSOE, todo es un señor que enciende un puro con billetes mientras cierra hospitales y escuelas, golpea a homosexuales y mujeres y quita derechos a la ciudadanía tachándolos con rotulador por orden alfabético.

«Es lo que tienen los límites morales, que están todos a la derecha porque a la izquierda solo hay superioridad»

En eso le está ayudando Feijóo, torpísimo, que califica de show la moción en lugar de guardar el respetuoso silencio que debería. Otro que parece estar a sueldo del enemigo. Debe pensar que le beneficia comprar el racaraca de la izquierda de que no debe pactar con lo que ellos llaman ultraderecha. Teniendo en cuenta que al PP también lo tildan de ultraderecha en cuanto les viene bien, no parece la mejor estrategia comprarles el argumento de que deberían despreciarles. Se asegura así Sánchez de que el PP solo pueda llegar al Gobierno si logra una mayoría absoluta, incapacitado para pactar con nadie, mientras que él aparece legitimado para pactar con todo lo que se menea: de la ultraizquierda a los separatistas e, incluso, con los herederos de los terroristas. Es lo que tienen los límites morales, que están todos a la derecha porque a la izquierda solo hay superioridad.

Lo peor no es eso. Lo peor es que Ramón Tamames no merece ser recordado como el candidato de esta moción de censura que no va a pasar de tramoya. Y, desgraciadamente, muchos que no le conocían hasta ahora y otros, casi peores, que prefieren no recordar, van a hacer que se le recuerde más por esto en lugar de, por ejemplo, por ser uno de los padres de nuestra Constitución. Alguien como él, con su trayectoria y su bagaje, con sus méritos, no merece ser ridiculizado como lo está siendo. Se puede estar en desacuerdo con esta moción de censura y tener la honestidad de reconocer en él a alguien de gran altura intelectual. No es este, desde luego, el mejor colofón para su carrera. Ni siquiera por convencimiento íntimo o responsabilidad individual. A mí, en realidad, lo que me gustaría es que alguien que le quiera impida, en última instancia, que se preste a esto. Aunque ya parezca demasiado tarde. 

El PP reitera que no apoyará a Tamames en la moción de censura de VoxEl PP reitera que no apoyará a Tamames en la moción de censura de Vox
10 comentarios
  1. Fredo

    Con moción, o sin ella, a la izquierda la va a votar la misma gente que pensaba hacerlo, y no les va a gustar que Tamames los retraten, sabemos que al PP le molesta, ellos sabrán, seguro que si la iniciativa hubiese sido de los populares, muchos de las que la rechazan ahora, me refiero a los medios de derecha y periodistas, aplaudirían con las orejas, en cuánto a ese falso paternalismo sobre el profesor, creo que sobra, por no decir algo más hiriente.

  2. Fedeguico

    Esta soflama es pura contradicción. Se le ve el plumero a la legua, el típico fuego amigo de los topos. El sí pero no. Dice que está muy bien hacer uso de todos los instrumentos democráticos para censurar a un gobierno ilegítimo, pero como, con parlamentarios maniatados por disciplinas de partido, esto no es una democracia real, pues pa qué nos vamos a molestar. Como el pucherazo de Sánchez en las próximas elecciones está cantado, pues pa qué nos vamos a molestar; sentémonos a esperar que el mal colapse por sí solo, que no hay mal que cien años dure. ¡Venga ya!

    Contra toda lógica hay que comulgar con las ruedas de molino de doña Rebeca aceptando que un buen ataque al enemigo le beneficia. Porque denunciar bien alto la esencia radicalmente antidemocrática, confirmada una y otra vez por sus constantes desafueros, de la banda que detenta el poder, es decir, las mentiras, las traiciones, sus sangrantes contradicciones, los dobles raseros, la legislación y ejecutoria anticonstitucional, la herida mortal que asesta a la convivencia el asalto a las instituciones y a los contrapoderes públicos o privados… y un largo etcétera, porque motivos de reprobación y conmoción hay para aburrir, es un buen y necesario ataque.
    Una tenaz crítica que debe cristalizarse en todos los foros, en especial en el Parlamento por su simbolismo y megafonía, y si contra la opinión pública éste no la acepta, peor para el Parlamento.

    La batalla que se debe ganar es la de la opinión pública, no la del Parlamento, pero a demasiados opinadores se les trasluce su profundo escepticismo democrático: consideran al votante común una especie de borrego irrecuperable, no sólo impermeable a toda exposición razonada sino que se moviliza contra ellas.

    Que remate con que lo peor es el prestigio de Tamames lo dice todo. Nos pinta una España como un erial de perpetuas víctimas del tocomocho dominadas por los mantras absurdos de una izquierda que no se pueden cuestionar porque les da un telele, pero lo peor es que Tamames comprometa su prestigio en una supuesta causa perdida. Los que impelidos por su moral se baten en causas perdidas son héroes, señorita

  3. Psilvia

    «Es lo que tienen los límites morales, que están todos a la derecha porque a la izquierda solo hay superioridad»

    Es cierto, Rebeca, visto lo visto, de límites morales en la izquierda no hay ninguno. Y bien que le parece a sus fieles, siempre prestos a justificar lo inimaginable. No nos extrañemos si al final adjudican el fiasco en el diseño de los trenes al mismo Generalísimo por haber construido los túneles muy pequeños.
    Los semáforos en rojo y las señales de prohibición solo aplican para la oposición. Y esta, en aras de mantener el rol de «moderación» que le han asignado interesadamente en esta farsa política, lo acepta de buen grado al guardar la distancia mínima con el partido que el sanchismo señala como «ultraderecha». No sé si esta moción y el candidato elegido va a favorecer al sanchismo, pero la división de la oposición para combatirle no va a conseguir su desalojo de Moncloa.

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