'Caso Mediador': prostitución e hipocresía
«El Gobierno carece de credibilidad para enarbolar las banderas con las que viene intentando patrimonializar ideológica y electoralmente el feminismo»
Resulta que los valedores de esta corriente del feminismo tutelar, victimista y mojigato -que pretende guiarnos a las mujeres por el camino de la virtud colectiva- son una banda de hipócritas. A estas alturas, no debería sorprender a nadie.
Más allá del carácter presuntamente delictivo de algunas de las actuaciones en las que pudieran haber incurrido los miembros del partido socialista involucrados en el caso conocido como Mediador -algo que corresponde dilucidar a la justicia-, es incuestionable que las noticias que se van publicando evidencian una tremenda contradicción entre la beligerancia discursiva contra la prostitución del PSOE y la afición por esta actividad de varios miembros del partido.
En la trama presuntamente encabezada por el ‘Tito Berni’ -sobrenombre del exdiputado socialista Juan Bernardo Fuentes- confluyen todos los elementos de un entramado de corrupción chusco y castizo que podría servir de inspiración para el guion de la próxima película de Torrente: fiestas con putas, alcohol y cocaína en las que se reunían empresarios y políticos socialistas para celebrar «acuerdos» que formalizaban en el mismísimo Congreso de los Diputados o incluso en la sede de la Guardia Civil de Madrid. Se investiga si los cabecillas ofrecían a los empresarios privilegios en el ámbito de la contratación pública a cambio de sustanciosas mordidas.
No podemos olvidar que, tras la moción de censura, uno de los baluartes sobre los que el sanchismo construyó su discurso feminista fue, además del «hermana, yo sí te creo», el de la prohibición de la prostitución voluntaria. En agosto de 2018, el presidente Sánchez anunció la impugnación de la «Organización de Trabajadoras Sexuales» afirmando que: «La prostitución no es legal en España y este Gobierno no dará respaldo a ninguna organización donde se recoja esa actividad ilícita». En su discurso de clausura del 40º Congreso Federal del PSOE (octubre de 2021) Pedro se comprometió a impulsar la ley que prohibirá la prostitución en España y a sancionar a los clientes de esta práctica.
«Si por una vez a ‘Su Persona’ le diera por cumplir su palabra no le quedaría otra que renegar de su partido»
Si por una vez a Su Persona le diera por cumplir con su palabra, no le quedaría otra que renegar de su partido y multar y/o expulsar a no pocos altos cargos y diputados socialistas por recurrir a lo que él considera una actividad no amparada por la legalidad. Memorables son las palabras del infame presidente de la Comunidad Valenciana, el socialista Ximo Puig, cuando en aquella ponencia definió a la prostitución como «el último símbolo de perversión de la esclavitud que no puede permitirse en ningún país decente», para cuya erradicación proponían sancionar a particulares, terceros o locales que se beneficiasen de dicha actividad.
No podemos olvidar tampoco el tuit del diputado José Zaragoza, mamporrero socialista en el Congreso y serio aspirante a ocupar un puesto en el pódium de los más indeseables de nuestra política patria, en el que nos aleccionaba sobre la moral correcta a profesar para adquirir la consideración de ciudadano políticamente correcto: «Los puteros son violadores. Sin puteros no hay prostitución. Sin prostitución no hay trata. Pagar por poner a una mujer al servicio del deseo sexual es esclavizar #aboliciónprostitución». Alguien podría pensar ahora, a la vista de todo lo publicado sobre la involucración de destacados socialistas, que Zaragoza opinaba en condición de miembro de un comité de expertos. ¡Para que luego digan que en el Gobierno jamás han existido!
El ejercicio de hipocresía por parte del PSOE hacia las trabajadoras sexuales es tan brutal que podríamos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que responde a la mala conciencia del pecador que pretende expiar sus pecados señalando las faltas de los demás. Una buena muestra más de esa máxima de la política tan presente en nuestra izquierda patria, de «haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago». Con más de 600 agresores sexuales beneficiados por la ley del solo sí es sí y este escándalo en torno a la prostitución, el Gobierno carece de credibilidad para seguir enarbolando las banderas con las que viene intentando patrimonializar ideológica y electoralmente el feminismo. Han estafado a muchos españoles, incluidas no pocas mujeres, sin que sus patrañas y engaños les hayan llevado a asumir ningún tipo de responsabilidad.