Menos eslóganes y más realidades
«Queda mucho por hacer, pero los avances y los logros del feminismo difícilmente se conseguirán desde la división y el enfrentamiento»
El 76% de quienes cuidan a familiares con alzhéimer son mujeres. Seis de cada diez parados de larga duración mayores de 55 años también son mujeres. Sólo tres mujeres presiden compañías que cotizan en el Ibex 35: Ana Patricia Botín (Banco Santander), Marta Ortega (Inditex) y Beatriz Corredor (Red Eléctrica Española). El periódico El Mundo recoge el testimonio de una desempleada que pone en evidencia una cruda realidad, que nada tiene que ver con las proclamas y eslóganes que se prodigan con motivo del 8-M: «Intenté trabajar al cumplir los 60, pero ya no te recibe nadie», afirma Mercedes Serrano.
Todos tenemos cerca ejemplos de mujeres ejemplares, que han abandonado un trabajo para dedicarse a cuidar a sus hijos o a sus mayores y que luego, una vez acabada la tarea, les ha resultado imposible recuperar el anterior empleo.
Queda mucho por hacer y las reivindicaciones están justificadas, pero los avances y los logros del feminismo difícilmente se conseguirán desde la división y el enfrentamiento. Tampoco acusando de traidoras a las mujeres que luchan por esos mismos objetivos sin hacer ruido o con propuestas diferentes.
Y hay algunas cosas que son incuestionables. Cuando una norma, como es el caso de la ley del sólo sí es sí, provoca la reducción de condenas de violadores o directamente la libertad de depredadores sexuales lo lógico es que se reforme lo antes posible. Y si quienes promovieron, apadrinaron y redactaron esa ley fallida se enrocan y deciden oponerse a la reforma, dejando así desamparadas a las víctimas, lo más valiente y elegante es marcharse a su casa. O que al menos no presuman ni den lecciones al resto de mujeres que están en esa lucha.
Aprovechando el Día Internacional de la Mujer debería hacerse más hincapié en que el 37% de las mujeres del mundo todavía no tiene acceso a internet. Se sigue hablado poco de cómo afrontar los problemas de la natalidad o de las reivindicaciones de las mujeres en el mundo rural.
«La lucha de las mujeres no puede apropiársela un sector muy radicalizado, que cree haber descubierto la pólvora»
Tampoco se han convocado grandes manifestaciones, apoyadas por Irene Montero y sus amigas asesoras, para exigir igualdad de derechos de la mujer en el mundo árabe o para denunciar a quienes piden la abolición de la prostitución en el Congreso, a la vez que la consumen en sus noches de juerga (Tito Berni).
Hay un sector feminista que no quiere saber nada del legado que han ido dejando grandes mujeres. Luchadoras, a veces anónimas, contra el machismo y las desigualdades. La lucha de las mujeres no puede apropiársela un sector muy radicalizado, que cree haber descubierto la pólvora. Son esas recién llegadas a la lucha, que sólo ven en los varones enemigos en potencia, capaces de agredirlas o maltratarlas. Ni siquiera se plantean cierta duda o presunción de inocencia. Para ellas, todos somos machistas, violentos y retrógrados.
No quieren asumir algo evidente: que los avances en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres tienen protagonistas masculinos y femeninos. Y que sólo se consiguen esas metas desde la convivencia y el respeto.
Las reivindicaciones de este 8-M son justas – y también necesarias -, pero mucho más justo sería hacerlas sin agredir y sin que las feministas más radicales insulten a otras compañeras desde la más absoluta ignorancia. Y mucho menos que lo hagan precisamente mujeres que con sus errores legislativos han permitido que los violadores condenados salgan a la calle.