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El código penal de 'La manada'

«Aquella legislación penal era técnicamente superior. Quizá porque fue el resultado de una deliberación democrática y no de una campaña de propaganda»

Opinión

Ilustración de Erich Gordon.

  • David Mejía es doctor por la Universidad de Columbia y profesor de Filosofía y Humanidades en IE University.

Los cronistas explican el pinchazo de las movilizaciones del 8 de marzo hablando de «fractura», «quiebra» y «división». No niego el diagnóstico de ruptura, pero debemos insistir en que lo que se ha escindido no es el feminismo, sino los intereses electorales de la coalición de Gobierno. De hecho, por respeto al feminismo, haríamos bien en no vender como discrepancia ideológica lo que es una reyerta electoralista. Claro que el movimiento feminista no es uniforme. Pero a lo que asistimos en estos días no es a un duelo intelectual entre feminismo liberal y feminismo radical, o entre feminismo posmoderno y ecofeminismo, sino a una pugna partidista en torno a la reforma de una ley fallida, pero esencial para Podemos, cuyo fiasco desangra electoralmente al PSOE. 

Podemos entendió que su estrategia de control de daños consistía en no asumir ninguna responsabilidad por las consecuencias indeseadas de la ley. La versión del Ministerio de Igualdad sigue siendo que las cientos de rebajas de penas y las decenas de excarcelaciones no las provoca un artefacto legal defectuoso, sino el machismo de un puñado de jueces. Podemos conoce la incondicionalidad de sus fieles, por eso les suministran un jarabe indigerible para el ciudadano común: la ley es buena, el problema es la justicia patriarcal. Podemos no pierde votos enrocándose en la tesis del machismo estructural, y cree que los perdería si en lugar de una huida hacia delante asumiera una revisión de su proyecto estrella.

«La voluntad del PSOE de corregir deficiencias técnicas está supeditada a la de acallar el ruido»

Hoy esa rectificación está más lejos que nunca. Es el problema de la épica, que no admite vuelta atrás. Uno no se imagina a Aquiles desandando las playas de Troya ni a Irene Montero concediendo volver al «código penal de La Manada». Y esto es exactamente lo que pretende el Partido Socialista, como puede comprobar quien se asome al proyecto de ley que ha presentado para corregir los desbarres de la ley del sólo sí es sí. Queda feo, pero quizá es momento de defender «el código penal de La manada», sí, el que condenó a ese clan a 15 años, y a todos los agresores que hoy libera el código Montero. Pero eso es lo de menos; lo importante es que aquella legislación penal, con todos sus elementos perfectibles, era técnicamente superior. Quizá porque fue el resultado de una deliberación democrática y no de una campaña de propaganda. 

El PSOE lo sabe, pero también lo sabía cuando aprobó la ley del sólo sí es sí. Por eso es verosímil creer que su voluntad de corregir deficiencias técnicas está supeditada a la de acallar el ruido. Podemos, por su parte, pretende acallarlo superándolo, clamando contra los mismos animales mitológicos que invocaron en el nacimiento de la ley.

8 comentarios
  1. Apeiron

    Tal vez el pinchazo de la manifestación de este año se deba al hartazgo, a lo mejor muchas mujeres han ido despertando en estos años del delirio colectivo en el que las habían involucrado. Quiero creer que el ser conscientes de que la convocatoria de la manifestación del 8M del 2020 se hizo ocultando el evidente riesgo para la vida de las asistentes, habrá tenido algún impacto en su fé. O la ley del solo sí es sí o la ley trans o las de infancia libre o el tito Berni. En estos años el feminismo ha exhibido sus vergüenzas y contradicciones lo suficiente, como para que muchas contengan sus ansias de salir a la calle a quejarse.

  2. TJefferson

    El Codigo Penal por su trascendencia y efectos, es una ley fundamental en cualquier Estado de Derecho y no se puede dejar en manos de analfabetas funcionales e indocumentadas del nivel de la banda del ministerio de igualdad.
    A pesar de lo dijera el impresentable Zapatero, ni cualquiera puede ser Presidente del Gobierno ni cualquiera puede ser ministra

  3. Grossman

    La realidad es que el movimiento feminista ya no es un movimiento, es un artefacto más de la propaganda de izquierdas.

    Las podemitas no se dirigen a las mujeres en general, se dirigen a su sector más radical, las que prefieren tocarse el clitoris a ser penetradas o aporrear un tambor a pensar.

    O quizás no, porque la realidad es que en las camas y su relación con el macho son peores que otras, quizás se dejasen azotar hasta sangrar por el macho alfa.

    Una inmensa masa de mujeres, 50, 60, 70%, no lo sabemos, hoy no se siente representadas por el “llamado movimiento feminista”.

    Una mujer del siglo XXI, trabajadora, con estudios universitarios, alcanzando puestos de responsabilidad, empieza a estar harta de que le digan lo que tienen que hacer, acaban de salir de la tiranía del macho y entran en una peor, una que les habla de clitoris como si fueran tontas o que se tienen que tragar una supuesta ley de protección de la mujer liberando violadores.

    Hoy saben millones de mujeres que es lo que no quieren ser, no quieren ser como Irene Montero o como PAM, esperpentos de mujeres y espanto de la liberación de la mujer.

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