La nueva foto de Colón
«La imagen del apoyo del PP a la reforma de la ‘ley del sólo sí es sí’ pudiera ser un acto premeditado del ‘Gobierno progresista’ para ganar el centro perdido»
Hace años escribí una columna sobre Ponerología política, un extraño libro que describe «el sistema de gobierno que se da cuando una minoría patológica toma el control de una sociedad de personas normales».
Durante el comunismo, un círculo de psiquiatras en Polonia, Checoslovaquia y Hungría se dedicó a analizar el papel de las personas psicopáticas en los totalitarismos. Cuando la policía secreta se enteró del estudio, les quemó el manuscrito con las conclusiones de años de trabajo en psiquiátricos. Los científicos lo rehicieron de memoria y lo enviaron al Vaticano, pero este no acusó recibo y los datos se perdieron. En 1984, Andrzej Lobaczewski, el último de los investigadores supervivientes, redactó una tercera copia con todo lo que pudo recordar. Tanto la inteligencia comunista como Brzezinski, consejero de Seguridad Nacional de EEUU, impidieron su publicación. En 2013, cinco años después de que Lobaczewski falleciera, el texto vio muy discretamente la luz: poca gente lo conoce.
Es una pena. El libro, extremadamente provocador, plantea que la política atrae especialmente a dominadores patológicos. Pero, además, apunta que un psicópata con poder puede crear una «epidemia» en personas que no son esencialmente psicopáticas e inocular una «enfermedad macrosocial» difícil de curar.
En efecto, este tipo de personas parece que se infiltra especialmente en grupos con falta de valores y de pensamiento crítico. Una vez dentro, se rodea de un círculo ponerológico (individuos con patologías de carácter innatas o adquiridas por emulación) que suprime el individualismo, la tolerancia y que actúa despreciando a quienes dice representar.
«Lo que parecía ‘desviado’ o ‘aberrante’ acaba por asumirse como ‘normal'»
La patocracia generaliza una «paralógica», un «paralenguaje» y una «paramoralidad» que pervierte los valores establecidos en sus opuestos. A partir del control de medios de comunicación, del adoctrinamiento, del uso del doble discurso y de la propaganda, lo que parecía «desviado» o «aberrante» acaba por asumirse como «normal». En estas circunstancias, en las que nada responde a su esencia original sino al constructo que conviene en cada momento que se normaliza silenciosamente, la sociedad se bloquea.
Según Lobaczewski, sin embargo, en un momento dado algunas personas normales (esas que según cuentan con un sentido común sano), ante los hechos, empiezan a sospechar de los constructos de los gobernantes. Frente a abrumadoras evidencias incluso miembros del círculo ponerológico se atreven a disentir. La realidad empieza así a inmunizar poco a poco a la gente contra la propaganda.
Es aquí cuando los gobernantes sienten la amenaza del fracaso. Y tratan de reaccionar. Lobaczewski explica que, para la patocracia, la única opción en ese punto es rebajar sus métodos de actuación: se trata presentarse ante la opinión pública de manera «más normal» para no ser derrocado.
Hemos presenciado recientemente histriónicos reproches del Gobierno de coalición a cuenta de la ley del sólo sí es sí (que ha beneficiado a cerca de 800 agresores, y que está desangrando al sanchismo). Montero ha llamado fascistas y traidores a los socialistas (por votar con el PP y Vox) y el PSOE ha acusado a los morados de estar en contra de la igualdad.
Tantas lindezas han inspirado ingentes columnas de opinión que apuntan que el Gobierno está «tocado». Ciertos analistas avanzan que Moncloa impulsa un plan para que los morados se estrellen en mayo (y así trabajar con Díaz), mientras que Podemos, que quiere aniquilarla en busca su cuota de mercado, fuerza la ruptura de la coalición.
Podría ser.
O no.
«Las encuestas apuntan a que la ‘coalición progresista’ se desinfla por el centro»
Porque más allá de los relatos, las encuestas apuntan a que la «coalición progresista» se desinfla por el centro: les urge (a todos) completar esa izquierda (cada vez más radical) con la moderada que huye escandalizada al PP o a la abstención ante algunas cuestiones.
Se ha dicho que la votación de la enmienda a la ley del sólo sí es sí con PP y Vox es «la nueva foto de Colón» con el PSOE. Pero puede que no sea un error, ni siquiera un mal menor. Pudiera ser que esta imagen, de la que se congratula la oposición y que ha resultado útil para el histriónico ataque de Podemos, sea una táctica en la estrategia del «Gobierno progresista» al completo. En el contexto de un fantástico teatrillo de desencuentros y de polarización, un acto premeditado para ganar el «centro perdido».
Releer a Lobaczewski no sólo me parece fascinante y provocador… sino que es, en los tiempos que corren, profundamente esclarecedor. No dejen de hacerse con el libro.