Superioridad estética de Mónica García sobre Ossorio
«Con la polémica se ha destapado una torpeza del Gobierno al dispensar ese bono social a todas las familias numerosas sin considerar el volumen de su renta»
Me temo que Más Madrid ha patinado al denunciar al vicepresidente de la Comunidad, Enrique Ossorio, por cobrar 192 euros de un «bono social térmico» que el Estado paga a las familias numerosas o vulnerables. Porque resulta que la líder de Más Madrid en la Comunidad se beneficia del mismo bono.
¡Ay, qué daño!
Analicemos tan espinosa cuestión con cuidado –pero desinteresadamente, con una mirada menos política que antropológica, y con espíritu deportivo-. Lo primero que se observa es lo siguiente:
El señor Ossorio tiene cuatro hijos, lo que conlleva muchos gastos; pero afortunadamente no sólo es rico sino que cobra cada año 104.000 como vicepresidente de la Comunidad. Además, según todas las estadísticas, su jefa, la señora Ayuso, ganará de calle las próximas elecciones regionales, de manera que él seguirá ingresando tan suculento salario durante varios años más. Por todos estos logros, no cabe sino felicitarle. ¡Davai, davai, Ossssorio!
Un excurso ahora para señalar que con este pedazo de polémica se ha destapado una torpeza del Gobierno de la nación al dispensar ese bono social a todas las familias numerosas sin considerar el volumen de su renta. Ahora esta chapuza se va a corregir (dice la vicepresidenta Teresa Ribera), pero ya de momento queda como otro resplandeciente ejemplo de improvisación y despilfarro.
Dicho lo cual, desde luego que chirría y queda muy feo que el acaudalado vicepresidente madrileño reclamase y obtuviese el bono de descuento (contra sus excusas, no se le ingresa automáticamente a todos los padres de familia numerosa; hay que pedirlo expresamente, como exponía ayer aquí Andrés Pelayo). Chirría estéticamente, lo cual no quiere decir que se le pueda reprochar que haya cometido ninguna ilegalidad. Sólo que queda feo.
En cuanto al aspecto moral (o inmoral, más bien) del asunto, no soy un cura, ni siquiera un beato, y no enjuicio (en público) a mis semejantes, salvo por sus faltas de estilo.
«A los juicios morales, al puritanismo, tiende la izquierda con una inclinación verdaderamente enfermiza»
A los juicios morales, al puritanismo, tiende la izquierda con una inclinación verdaderamente enfermiza. Encaramada al Gobierno de la nación, lo mismo insulta a un empresario del sector de abastos porque ha subido el precio de los garbanzos, como desprecia a otro, éste del textil, porque regala maquinaria de alta tecnología a los hospitales (lo cual, dice, es practicar la caridad y no la solidaridad), o le afea a un tercero el «antipatriotismo» porque traslada el negocio a Holanda en busca de beneficios fiscales, o sea, de mayores beneficios para sus accionistas (que son su verdadera «patria»).
Si esos empresarios se atienen rigurosamente a la legalidad, el Gobierno no tiene autoridad alguna para afearles nada.
Cerremos el paréntesis y sigamos con la exposición de los hechos, de los bufos hechos:
La señora García corrió el otro día a exigir la dimisión del vicepresidente Osssssorio por cobrar ese bono social, pero al día siguiente se descubrió que también su familia lo cobra, quedando, la pobre, en una posición harto desairada, y hasta diría que incomodísima.
Sí, ha hecho gala de torpeza política. Su acusación le ha vuelto como un boomerang. Ahora bien, su superioridad estética sobre Osssssssorio (y sobre la jefa de ésta, la señora Ayuso) ha quedado claramente manifiesta después de esa metedura de pata; ha quedado manifiesta en la diferente forma de reaccionar de una y otro (de García y Ossorio) ante los hechos consumados y revelados:
«Ossorio da muestras de una avidez monetaria ordinaria y asaz vulgar»
La señora García se ha mostrado consternada; ha dado unas explicaciones razonables: su gestor, o su marido, es el que se encarga de estas cosas, ella no estaba enterada, lo siente mucho y va a tratar de revertir la situación: «Reconozco el error. Voy a buscar cómo devolverlo». Tiene mucha lógica y verosimilitud, porque si hubiera sido consciente de que cobraba ese bono se hubiera guardado mucho de afeárselo al señor Ossssssssorio.
Mientras que éste, al contrario, dando muestras de una avidez monetaria ordinaria y asaz vulgar, muy poco elegante o señorial, declara que tiene derecho a esos 192 euracos, que se queda con esos 192 euracos, que esos 192 euracos al fin y al cabo no los detrae del erario público sino que son «un dinero de Pedro Sánchez, del Gobierno Central». ¡Hay que ver cómo se aferra el millonario vicepresidente al bono social! ¿Qué será lo próximo? ¿Lo veremos haciendo cola ante el comedor de las Terciarias Capuchinas, para comer gratis como cualquier otro ciudadano en situación «vulnerable»?
¡Esto está muy feo, Ossorio! Y por cierto, ¿qué pinta esa doble «s» en tu apellido? Con una basta. ¿Es también cuestión de avidez?… ¡Y muy fea también tu jefa Ayuso por ampararte y justificar tan ratonil codicia monetaria!
Claro que, ¿qué se puede esperar de una presidenta de la Comunidad que en plena crisis de la covid compró a su propio hermano una partida de mascarillas a precios delirantes y se quedó tan pancha?
Créeme, Ossorio: devuelve, pero ya, esos 192 euracos. Si lo haces, yo me comprometo a hacer una colecta entre los periodistas y lectores de THE OBJECTIVE para recaudar esos 192 y devolvértelos. E incluso podemos llegar a los 200.