La renta no vale como indicador para recibir una ayuda
«Si se mete en juego el nivel de renta para percibir ayudas públicas y dado que la renta se deduce de la declaración del IRPF, se perjudicará a los asalariados»
Desde hace años, según yo sé desde la etapa de Rodríguez Zapatero, existe una subvención para las familias vulnerables, que también se otorgó a todas las familias numerosas (tres hijos o más). Luego se creó el bono social término con idénticos derechos, que alcanza a todas las familias numerosas. El periodista Juan Cruz Peña nos ha recordado a este propósito algunas evidencias, por ejemplo, que otra línea de ayudas públicas es la de la movilidad eléctrica, que tampoco requiere para ser percibida ningún límite de renta. Beneficiarios de esta subvención han sido, entre otros, Francisco José Riberas Mera, presidente y propietario de Gestamp, que solicitó en 2022 casi 4.000 euros para una ayuda adscrita al Plan Moves III, un programa de subvenciones para la compra de vehículos ecológicos con el fin de incentivar la descarbonización del parque móvil. El programa sale del Ministerio para la Transición Ecológica y se canaliza a través de las comunidades autónomas, como el bono social. Veamos lo que escribieron los de Tesla (Elon Musk) al respecto: «Todos los vehículos Tesla tienen cero emisiones y optan a incentivos económicos por el uso de energía limpia en España».
También el Ministerio de Transportes, liderado por Raquel Sánchez, otorga ayudas a familias de al menos cinco miembros para viajar dentro de España. Las propias aerolíneas ya incluyen en sus estructuras comerciales la opción de solicitar la rebaja pagada con dinero público en la compra de billetes, sin tener para nada en cuenta los ingresos mayores o menores de esas familias. Los residentes en las islas españolas también reciben ayudas para viajar allí sin que se tenga en cuenta la renta de los perceptores de ese dinero público.
Pero vayamos al escándalo montado hace unos días por Mónica García, «madre y médica». Lo vi por televisión y aún tengo los ojos haciendo chiribitas.
«Si Mónica García tuviera una mínima dignidad no se presentaría a las elecciones del próximo 28 de mayo»
Ella es portavoz de Más Madrid en la Asamblea madrileña y tomó la palabra para criticar a Enrique Ossorio, el Consejero de Educación, por haber cobrado éste la subvención del bono social térmico y le puso a parir, con una virulencia desproporcionada, pidiéndole además su dimisión, como si el consejero acabara de cometer un asesinato. Él tomó la palabra y le contestó con la moderación que le caracteriza, para terminar, con aire irónico, diciendo que según le habían informado la familia (numerosa) de Mónica García también había cobrado la misma subvención. Y es que esta señora tiene familia numerosa y su marido es un alto ejecutivo y viven en una casa cercana al Parque de El Retiro, en una de las zonas más caras de la capital. Poco después se comprobó que la información a la que se había referido Ossorio era verdad, con lo cual la atacante quedó absolutamente descolocada o, para decirlo en palabras vulgares, con el culo al aire, es decir, desairada y en ridículo.
Pienso que si esta mujer tuviera una mínima dignidad no se presentaría a las elecciones del próximo 28 de mayo y regresaría a su profesión de médico anestesista.
Voy a terminar este artículo con dos reflexiones:
1. Si uno tiene derecho a una subvención y la cobra, nadie debe reprochárselo aplicando moralinas que –ya se ve- nunca se han aplicado en los casos reseñados más arriba.
2. Si se mete en juego el nivel de renta como indicador estadístico para percibir cualquier ayuda pública y dado que la renta se deduce de la declaración del IRPF, ese método no hará sino perjudicar a los asalariados, pues el 90% de la recaudación del IRPF proviene de los salarios y éstos sólo representan el 45% del PIB. El IRPF como mecanismo redistributivo está muerto desde hace mucho tiempo. Es decir, que el único control que el Estado tiene de las rentas es falso. He expresado este argumento muchas veces, sobre todo para la concesión de becas… y jamás se me ha hecho caso. Pero seguiré denunciando estas barbaridades estadísticas.