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¿Un africano musulmán, líder de los 'indepes' catalanes?

«La elección de un musulmán de origen paquistaní al frente de los nacionalistas escoceses debería abrir el debate sobre la representación de nuestras minorías»

Opinión

Humza Yousaf, nuevo líder del independentista Partido Nacionalista Escocés (SNP).

  • Licenciado en Filología Hispánica y periodista. Pasé 30 años en El PAÍS donde fui redactor jefe de Internacional, corresponsal en México, fundador de EL PAÍS Brasil en Sao Paulo, subdirector y director de América. Autor de la novela El muro de Madrid (Ed. Turner).

La elección de Humza Yousaf, de 37 años, musulmán de origen paquistaní como nuevo líder del independentista Partido Nacionalista Escocés (SNP), ha llamado la atención y suscitado que hubiera quien en Twitter señalara estos días la ironía histórica que supondría que él y el actual primer ministro británico, Rishi Sunak, de origen indio y religión hindú –juró su cargo de canciller del Exchequer sobre un ejemplar del Bhagavad Gita-, protagonizaran, casi 80 años después de la independencia de India, una nueva partición, esta vez del Reino Unido. Continuando con la broma podría especularse que el día de mañana fuese elegido un africano musulmán como líder del bloque independentista catalán. Hijo de un emigrante llegado en patera, el candidato, escolarizado en la escuela pública catalana, tendría dos grandes ventajas: sería bilingüe en su idioma nativo y catalán, no hablaría una palabra de castellano y desconocería por completo la historia de España.

Bromas aparte, lo importante de que Yousaf y Sunak tengan origen inmigrante es el esfuerzo realizado por los partidos políticos británicos desde hace años para incorporar a sus filas y dirección a miembros de la minorías étnicas, y no en señalar, como ha hecho parte de la prensa española, las deudas con «el pasado colonial» y nada menos que el «racismo institucional» de la sociedad británica. Una acusación perfectamente exagerada y gratuita cuando en nuestro país los miembros de las minorías latinoamericanas, magrebíes y africanas que forman parte de nuestro establishment político o económico se pueden contar, como decía el viejo chiste del Perich, «con los dedos de una oreja» y cuando el debate sobre nuestro pasado colonial» y el racismo ni siquiera han empezado.

Baste recordar que el pasado julio en la primera carrera por la sucesión de Boris Johnson en el número 10 de Downing Street reunió a un grupo de candidatos extraordinariamente singular. De los 11 aspirantes que la iniciaron, cuatros eran hijos de inmigrantes (Sunak, Suella Braverman, Priti Patel y Sajid Javid); dos nacieron en el extranjero (Nadhim Zahawi y Rehman Chisti, en Irak y Pakistán, respectivamente) y una nacida  en Londres pero criada en Nigeria (Kemi Badenoch). Este ascenso de miembros de las minorías era relativamente nuevo entre los tories. El  cambio se debió a la decisión del exprimer ministro, David Cameron, a partir de 2005, de priorizar a los miembros de las comunidades inmigrantes en las listas electorales con la intención  de que el Partido Conservador reflejase la Gran Bretaña moderna que aspiraba a liderar. Su empeño tuvo éxito y en las elecciones de 2010 el número de representantes de minorías étnicas pasó de dos a 11 y actualmente suman 22.

«Gente de diferentes culturas y raíces en posiciones influyentes impide que la política británica se polarice en torno a la raza»

Por su parte,  los laboristas, que en las elecciones de 2019 atrajeron el 64% del voto de las minorías –en su mayor parte musulmanes- comparado con apenas el 20% de los conservadores, cuentan con diputados de procedencia inmigrante, si bien de menor calibre, a excepción  del alcalde de Londres, Sadiq Khan, de origen paquistaní.

El esfuerzo por incorporar a  representantes de las minorías étnicas a la política británica – sin ser completa ni uniforme en todos los escalones de la administración y sin que eso evite el endurecimiento de las leyes antiinmigración-, tiene indudables ventajas.  Por una parte, despeja algunos lugares comunes muy arraigados.  No todos los inmigrantes se sienten víctimas de una opresión secular ni mucho menos comparten la idea de que la igualdad de oportunidades deba ser igualdad en los resultados. Hay una desigualdad en el esfuerzo que merece recompensa. Por otra, familiariza al público en general a ver a gente de diferentes culturas y raíces en posiciones influyentes, atrae nuevos talentos e impide que la política británica se polarice en torno al cuestión de la raza evitando que ningún partido tenga el monopolio sobre la asimilación de los inmigrantes.

Volviendo al principio, en Cataluña el mayor exponente de la integración de los emigrantes en la política fue el caso del socialista cordobés José Montilla cuando presidió la Generalitat –lo que no le evitó las críticas de la esposa de Jordi Pujol por su feo acento catalán- y en el resto de España en la actualidad contamos con el llamado el negro de Vox –el diputado Ignacio Garriga Vaz de Concicao, nacido, por cierto, en San Cugat del Valles- y algunos representantes de origen argentino cuyo exponente más destacado sería el dirigente de Podemos, Pablo Echenique. Muy poco bagaje por tanto para dar lecciones y, en cambio,  mucho que aprender.

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6 comentarios
  1. Wilbur

    Nos hemos acostumbrado a esperar que las instituciones lleven a cabo acciones para la integración de las minorías a base de medidas de discriminación positiva y de leyes que den cobertura a esta estrategia. Esto no creo que ayude en nada. La Constitución Española establece para el acceso al funcionariado la valoración del mérito y la capacidad, no la pertenencia a una minoría del tipo que sea. De hecho prohibe la discriminación en su artículo 14, algo que el Tribunal Constitucional no parece entender. Tampoco creo que a los británicos les vaya mejor que a nosotros en la integración de las minorías ni que poner un líder de una de ellas suponga de hecho una prueba del éxito de la integración. El estado debería centrarse en asegurar la igualdad de todos ante la ley y dejar que la valía de cada cual y no la pertenencia a un colectivo minoritario sea lo decisivo a la hora de acceder a cualquier puesto de trabajo o puesto de responsabilidad público o privado.

  2. jorgeplaza

    Las feministas se quejan de que son mayoría entre los médicos, por ejemplo, pero no entre los cargos directivos de los médicos. No tienen en cuenta el tiempo. Son mayoría, cierto, pero de eso hace poco; si lo siguen siendo durante unos cuantos años más entre los médicos de a pie lo terminarán siendo también entre los dirigentes: los gerifaltes suelen tener cierta edad, no veinte años.
    Mutatis mutandis, lo mismo ocurre con los emigrantes y los puestos directivos de los partidos políticos. La ola de emigración es mucho más reciente en España que en Gran Bretaña o Francia. También que en Alemania, aunque en Alemania no veo yo muchos turcos en puestos destacados. Yo creo que la evolución aquí será más parecida a la de Francia o el Reino Unido que a la de Alemania. Es cuestión de tiempo, probablemente no mucho, el empezar a ver emigrantes en puestos directivos.

  3. 23xtc

    Voy a opinar sin saber si sabe que hay negros electos por E R C y CUP que no saben que pensaba de ellos su «patriota» Heribert Barrera. Josep Anglada si lo sabe por eso fue a su entierro .

    Entonces que razón hay para que un negro nacido en África consienta y acepte ser electo de unos partidos basados en el racismo étnico en España, simple, lo que cobran. No es ideología es lo que consiguen siendo electos, no hay más. Y porque pueden hacerlo.

    Un filosofo catalán muy indepe el, tertuliano donde le paguen por serlo se «indigno» por un «negro» en un partido no indepe, por ser para el un «negro» en un partido racista español, también lo piensan otros tertulianos en medios o Griso, pero como los señalados por esos se callan que Heribert Barrera pensaba como pensaba quien soy yo para defender al «negro» de VOX.

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