El pecadillo de Trump
«Si Trump es imputado, cuatro republicanos podrían retirarle su voto. El resto le prestará incondicional apoyo hasta el último capítulo»
Causa admiración el paralelismo de la acusación contra Trump con el mito más poderoso de la humanidad, el ascenso y caída de Adán y Eva. En El paraíso perdido, John Milton relata la caída, pero se limita a hacer engendrar a la Tierra un suspiro. Las grandes calamidades se nos presentan con esa misma tranquilidad, sin augurar nada de lo que traerán consigo. El ligue que hoy llena las portadas de los diarios se produjo en julio de 2006 en un hotel en Lake Tahoe, situado entre California y Nevada. El ligue es una manera desesperada y urgente de saltarse el torneo de golf benéfico haciendo de éste un domingo con pecado.
Cuando Stormy Daniels ofrece la manzana a Trump, éste no muestra ninguna debilidad. Ni se arranca los cabellos, ni grita. No le invade un temblor ni una sospecha. Con la consumación del crimen no se altera nada en la Naturaleza, todo parece seguir su curso como en el poema narrativo de Milton. Pero las pasiones, ay, desencadenan sus primeras tempestades durante la campaña de 2016, momento en el que Trump habría sido extorsionado por la consagrada actriz. Sea como sea, Michel Cohen, exabogado de Trump confesó pagos no declarados en campaña: 140.000 dólares costó el silencio y la elegancia de Stormy.
«El expresidente ha negado cualquier tipo de aventura con Stormy, que tiene nombre de mujer que provoca tormentas y le está pidiendo siempre cosas, mayormente helados»
El expresidente ha negado cualquier tipo de aventura con Stormy, que tiene nombre de mujer que provoca tormentas y le está pidiendo siempre cosas, mayormente helados. Esto no es lo relevante, pero es parte del jaleo mediático: los periódicos se dedican a la eterna disección del pecadillo, el presidente persiste en la negación pero se aprovecha del escándalo para atacar a los demócratas. Siempre que el foco le apunta, Trump se crece y crece en las encuestas.
Unos y otros, republicanos y demócratas, tienen derecho, perfecto derecho a utilizar estos relámpagos mediáticos para echar la red y pescar votantes. Trump ganó muchas y feroces batallas y siempre sale fortalecido. Se trata de sacarle partido al morbo. Y este morbo es lo que muchos consumen, secretamente, en sus pantallas. Quieren saber si Trump logra volver a esquivar la bala de la explosiva Stormy, quieren ver cómo termina el ligue del torneo benéfico. La historia del ligue se consume desde 2016 y la actriz, entre tanto, se ha hecho escritora. Escribe con todo detalle las intimidades del expresidente en su libro, Full Disclosure.
Todas las campañas americanas sacan las vergüenzas y la humanidad del candidato, y este ingrediente genera verdadero interés. Mientras, con su deliciosa desmemoria, los del partido demócrata olvidan todos los escándalos de su candidato, a quien Trump ha apodado Creepy Joe. Pareciera como si republicanos y demócratas quisieran impedir que el pueblo vote enviando al candidato opositor a Chirona. Y en la salsa rosa de las revistas del género podemos encontrar que la campaña se juega en los tribunales, no en las urnas. Si Trump es imputado, cuatro republicanos podrían retirarle su voto. El resto le prestará incondicional apoyo hasta el último capítulo, ése en el que se produce el inesperado final y decide casarse con la actriz porno. Eso nos decepcionaría un poco, pues los ligues dominicales siempre acaban en boda.