THE OBJECTIVE
Rebeca Argudo

La serie del momento

«Sigo el ‘affaire’ Podemos vs Sumar como seguiría mi serie favorita, de tenerla. Estoy enganchadísima a la trama de esta versión cutre de ‘Succession'»

Opinión
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La serie del momento

Irene Montero y Yolanda Díaz.

Sigo el affaire Podemos vs Sumar como seguiría mi serie favorita, de tenerla (que no la tengo en estos momentos). Estoy enganchadísima a la trama de esta versión cutre de Succession, al devenir de esa capoeira brutalista que se les fue de las manos y por la que acabaron en el gobierno de la misma forma que algunos novios acaban, tras la despedida de soltero, en una playa con un tanga en la cabeza, la corbata en la frente y sin saber dónde exactamente queda la ermita en la que le espera de blanco su futura: sin saber muy bien cómo. Ahora mismo, mi preferida es Yolanda Díaz. Es como el T-1000 de Terminator 2 enfrentándose a las versiones obsoletas, a los T-800 de las Belarras y Monteros que se han quedado atascadas en el ceñito fruncido y el berrinche contrariado mientras ella, ya en metal líquido, ha cambiado de forma, adaptándose. Está en la ternura y el derecho a la alegría, que la gente ya está de rapapolvos constantes hasta el moño, y en eso las barre. Aunque la candidez impostada no se la crea ni ella.

El T-1000, digo Yolanda Díaz, el que le salió rana a Pablo Iglesias cuando, jugando a ser Dios, la señaló con su dedo mesiánico justo antes de batirse en duelo a muerte (y perder por goleada) frente a Ayuso, es ahora la nueva líder de LaizquierdaalaizquierdadelPSOE (ese eufemismo para no decir ultraizquierda). Montero, lideresa natural por poderes, especialista en conseguirnos a las mujeres derechos de los que ya disfrutábamos, anda como diva airada porque LaizquierdaalaizquierdadelPSOE es suya, como el feminismo no es de cualquiera. Suya en el sentido moralmente irreprochable, entiéndanla, no en el monárquico. Suya porque ella y su marido y los suyos, su estirpe intelectual, tienen razón. Pero sin ser casta ni aristocracia ni cosas de esas de derechas.

«Qué pragmática es la falta de escrúpulos para alcanzar y mantenerse en el poder»

Me gusta mucho ver a las T-800 insistiendo en el diálogo y en tender la mano. Como ese novio al que dejas y te llama una y otra vez para decirte que habléis, que te perdona. Que te da una nueva oportunidad. Y tú, preocupada por si aquel «anda y que te ondulen con la permanén» era un mensaje confuso, mirando por la ventana y pensando si sería mejor hacer pasta o salir a comer fuera, ahora que hace solete. Así está Yolanda, la de la empatía a todo lo que da la máquina, la que ni se sonroja si afirma que no hay nadie en toda la bolita del mundo más humilde que ella: a otra cosa.

Y mientras tanto Sánchez, el bello, acariciando a su gato y siguiendo, siempre de espaldas, la pelea de gatas. Y es que a él le conviene: que se desgasten ellas. Y luego, pactará, solo si lo necesita, con quien haga falta. Ay, qué pragmática es la falta de escrúpulos, señora, para alcanzar y mantenerse en el poder. Y mientras tanto, mientras él ha pactado sin perder el sueño con separatistas y ultraizquierdistas (perdón, con LaizquierdaalaizquierdadelPSOE), convences, capitalismo moral mediante, al principal partido de la oposición de que pactar con cualquier partido más a su derecha es inaceptable. Et voilá, ya lo tienes: tú puedes permitirte pactar con quien quieras pero ellos solo serán capaces de gobernar si consiguen una mayoría absoluta, porque cualquier otra cosa sería inmoral. Es un plan sin fisuras.

Total, que espero las autonómicas y municipales como si fuera el siguiente capítulo de mi serie favorita (que es esta). Ando impaciente por ver los resultados de Mónica García, del bando del T-1000, que es médico y un poco infanta (no se entera de que lo que pasa en su casa, de si le ingresan 13.000 euros de manera indebida o si se beneficia del bono térmico) o por el de la de Podemos (que he tenido que googlear quién era, pero que seguro que es por alguna conspiración de las cloacas). Si a todo esto le añades el personaje del ciudadano Iglesias o el excretador Echenique, yo es que no necesito ni Netflix ni nada.

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