THE OBJECTIVE
José Antonio Montano

Hablando de zulos

«El Gobierno dejó que ERC y Bildu, esos socios tan ajenos a toda criminalidad y golpismo, anunciaran la ley de vivienda sin duda para subrayar su carácter moral»

Opinión
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Hablando de zulos

El portavoz presupuestario de EH-Bildu, Oskar Matute, y la portavoz de ERC, Pilar Vallugera.

La diputada de ERC Pilar Vallugera hacía unas extrañas contorsiones faciales mientras el diputado de Bildu Oskar Matute, de pie junto a ella ante el atril, presentaba la ley de vivienda que ambos partidos han acordado con el Gobierno. Este dejó que esos socios tan probos, tan ajenos a toda forma de criminalidad y golpismo, la anunciaran: sin duda para subrayar el carácter moral de esa ley. Una ley de vivienda intachable, nacida de la virtud. Casi daban ganas de refundar el Ministerio de la Vivienda de Franco, y que a las nuevas casas les pusieran el pegote ideológico. No ya el yugo y las flechas falangistas, del falangismo de entonces, sino el que corresponda al falangismo vigente. Al cabo, tales edificios no eran ni son ni serán más que el soporte de la plaquita: se erigen para poder poner la plaquita, el mojón propagandístico (físico o tácito).

La contorsionista facial Vallugera es la que hace unas semanas, desde la tribuna del Congreso, dijo que los hombres debían despertar a las mujeres antes de «tener sexo» con ellas. Esa pulcritud frente a pecados imaginarios (aunque loable, pues siempre es aconsejable despertar a las mujeres antes de follar), no se correspondía con esa cierta obscenidad de estar como orgasmeándose facialmente junto al macho alfa filoetarra: el amigo de quienes durante décadas estuvieron descerrajándoles tiros y poniéndoles bombas a mujeres (y niños y hombres) a las que mandaban al sueño eterno, con las nucas o sus cuerpos destrozados. Mujeres sin posibilidad de ser despertadas ya.

Esto de embadurnar la ley de vivienda con aromas filoetarras y golpistas tuvo un simpático precedente cuando el incomparable Gabriel Rufián, de ERC como la contorsionista Vallugera, puso hace dos semanas este tuit: «A ver si entre tanto besamanos y tanto día histórico nos da tiempo a aprobar una ley de vivienda digna para que la gente no pague zulos a precio de palacios y para que los propietarios no crean que tienen esclavos en lugar de inquilinos».

«ETA le dejó niquelada la palabra zulo a Rufián para que este pudiera ensalzar la ley de vivienda»

Obsérvese qué maravilla: «Para que la gente no pague zulos a precio de palacios». Zulos. El bueno de Rufián utiliza esa palabra para indicar lo pequeños y malos que son esos pisitos de «la gente». Pisitos que además son caros. Pisitos en que «la gente» debe de sentirse encerrada, aprisionada, ¡secuestrada!… La semántica de la palabra zulo se la debemos a ETA, después de sus décadas criminales en que, además del asesinato, practicaba el secuestro, encerrando a «la gente» en agujeros. Al menos tenía el detalle ETA (¡no hay que cargar las tintas!) de no cobrar alquiler por sus zulos, lo que la diferencia del capitalismo. ETA brindaba gratis sus zulos, y tenía la cortesía de brindarles el transporte, también gratuito, a sus inquilinos. Como contrapartida, no permitía salir a estos. Incluso estaba dispuesta a dejarlos morir dentro del zulo, convertido en mortaja.

Hay algo de «yo me lo guiso, yo me lo como» en este uso aparentemente inocente (pero abyectamente culpable) que hace Rufián en apoyo de la ley de vivienda: ley en la que va de la mano de los herederos o amigos (o en casos como el de Arnaldo Otegi más aún que heredero o amigo, sino terrorista él mismo: precisamente participó en un secuestro) de los que cargaron de significado la palabra zulo. 

ETA le dejó niquelada la palabra zulo a Rufián para que este pudiera ensalzar la ley de vivienda que unos días después iba a presentar su compañera diputada de ERC Vallugera en compañía del diputado de Bildu Matute, amigo de los semantizadores de la palabra zulo. Una increíble (¡y desvergonzada!) automamada ideológica.

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