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Manuel Fernández Ordóñez

Malnacidos

«Todavía hoy no sabemos quiénes fueron los asesinos de Ángel Pascual. ¿Y si alguno de ellos fuera en las listas de Bildu para las elecciones municipales?»

Opinión
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Malnacidos

Una central nuclear (1) y Arnaldo Otegi, coordinador general de EH Bildu (2) | Europa Press

Corrían los primeros días del otoño de 2008 cuando los profesionales del sector nuclear, reunidos en la cita anual de la Sociedad Nuclear Española, disfrutaban de la cena de gala de este congreso que llevamos celebrando de forma ininterrumpida desde hace 48 años. Pero aquel año iba a suceder algo que impregnaría la atmósfera con el halo de desasosiego que dejan las injusticias irreparables. Tras la cena llegó el momento de desvelar a los premiados anuales, cuyas nominaciones y deliberaciones son secretas. Aquella noche, el presidente anunció que la Medalla de Oro de la Sociedad recaía en los compañeros José María Ryan y Ángel Pascual, ambos asesinados por la banda terrorista ETA debido a su vinculación con la central nuclear de Lemóniz, en el País Vasco. Ante un auditorio puesto en pie, la viuda y los cinco hijos de Ryan subieron al estrado a recoger el galardón que les otorgábamos los colegas y compañeros de su padre.

José María Ryan había nacido en Bilbao, donde cursó sus estudios de ingeniería industrial. Se formó luego en Estados Unidos, donde se especializó en energía nuclear, pasando a formar parte posteriormente de la plantilla de Iberduero (hoy Iberdrola). Sus extraordinarias capacidades le llevaron a ser nombrado ingeniero jefe de la central nuclear de Lemóniz, que estaba en construcción en la costa cantábrica de Vizcaya. El 29 de enero de 1981, cuando salía de la central, Ryan fue secuestrado por la banda terrorista y conducido a un zulo donde lo ocultaron. ETA emitió un comunicado en el que daban un plazo de una semana para que el proyecto de la central nuclear fuera paralizado. Una semana después, el 6 de febrero, el cuerpo de Ryan apareció en un bosque cerca de Galdácano, atado, amordazado y con un tiro en la cabeza.

José María fue sucedido en su puesto por Ángel Pascual, nacido en el exilio francés. Un hombre hecho a sí mismo que, trabajando desde los 14 años, consiguió su título de ingeniería cuando ya había formado una familia. Una mañana de mayo de 1982, cuando iba en el coche a llevar a su hijo mayor al colegio, un Seat 131 blanco les cerró el paso y tres miembros de ETA le descerrajaron 25 tiros en pleno centro de Bilbao. Su hijo, que iba en el asiento del copiloto, trató de proteger a su padre con la carpeta de los apuntes y en las fotos del funeral se le puede ver con el brazo en cabestrillo por las heridas recibidas. Ángel había recibido varias cartas de la banda terrorista amenazándolo de muerte. Como declaró su propio hijo en una entrevista, un día le llevó a la habitación para mostrarle la última carta que había recibido, explicándole que no iba a ceder al chantaje terrorista porque «creía en lo que hacía» y le pidió que cuidara de la familia si a él le sucedía algo.

José María y Ángel dejaron dos viudas y nueve hijos. ¿Sus delitos? Participar en el desarrollo industrial y el progreso de España, construir una central nuclear que proporcionaría electricidad barata y estable a la industria vasca y que hoy nos vendría de perlas para los retos energéticos a los que tenemos que hacer frente. Lemóniz produciría hoy casi el 100% de la electricidad que consume el País Vasco, haciéndolo además de manera segura, estable y sin emitir gases de efecto invernadero. Ese fue el delito de Ryan y Pascual. Pero sus muertes fueron en vano, porque poco tiempo después el gobierno de Felipe González decretó una moratoria nuclear que paralizó el proyecto de Lemóniz. El terrorismo ganó y perdimos todos.

Todavía hoy no sabemos quiénes fueron los asesinos de Ángel Pascual. No fueron detenidos, no fueron juzgados y nadie ha pagado por sus crímenes. ¿Y si alguno de ellos fuera en las listas de Bildu para las elecciones municipales? ¿Y si alguno de ellos fuera uno de esos siete que ahora nos dicen que renunciarán al cargo si salen elegidos? Y lo peor de todo, de lo que estoy absolutamente convencido ¿y si alguno de ellos sabe quién asesinó a Ángel Pascual y pretende jugar a la democracia habiendo estado callado todos estos años? Hay situaciones en las que no cabe ni el olvido, ni el perdón. Fueron, son y serán una escoria malnacida.

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