La fuerza de un eslogan
«¡Que te vote Txapote! va a ser clave para mover las voluntades de los que quieren que Txapote y su sombra dejen de ser determinantes en la política española»
Desde que hace ya muchos años entré en política he vivido, de manera más o menos directa, innumerables campañas electorales. En ellas he podido contemplar cómo los comités de esas campañas de todos los partidos se esforzaban por encontrar el eslogan más apropiado para mover a los ciudadanos a votarlos. Un eslogan es eso, una frase lo más corta posible que resuma el proyecto político del partido y que, al mismo tiempo, contenga un argumento irrebatible para votarlo. He visto cómo los miembros de esos comités de campaña se devanaban los sesos por encontrar esa frase que actuara como un latigazo en la voluntad de los ciudadanos y les llenara de ilusión para llevar a la urna la papeleta del partido.
Pues bien, nunca como en las últimas elecciones municipales y autonómicas me he encontrado con un eslogan más apropiado, conciso, inteligente e inteligible que el que la voz anónima del pueblo ha creado para la ocasión: ¡que te vote Txapote (así con tx, con grafía eusquérica)! Creo que ni todas las agencias de publicidad ni todos los asesores electorales de todos los partidos juntos hubieran podido inventar, como ha hecho el pueblo llano, cuatro palabras más eficaces para mover a los ciudadanos a la hora de depositar su voto.
En esa escueta frase está resumida toda la ideología y todos los móviles políticos que han regido la trayectoria de Pedro Sánchez en los cinco años que lleva en la presidencia del Gobierno. Los que, como yo misma, hemos dedicado nuestros esfuerzos a analizar el cómo, el porqué y el para qué Sánchez estaba gobernando como lo estaba haciendo hemos llenado páginas y páginas de reflexiones intentando comprender las causas últimas que lo movían. Y, de repente, al escuchar esa frase que se ha repetido por doquier en todos los rincones de España, sobre todo en aquellos lugares a los que Sánchez ha acudido a mitinear, he comprendido que, en estos cinco años, la política de Sánchez no ha supuesto ningún obstáculo a la del Txapote, que los ciudadanos de la calle han colocado en ese imbatible eslogan.
«Txapote está condenado en firme por haber asesinado, entre otros, a Miguel Ángel Blanco, Fernando Múgica y Gregorio Ordóñez»
Txapote es Francisco Javier García Gaztelu, uno de los más sanguinarios asesinos de ETA, que está condenado en firme por haber asesinado, entre otros, a Miguel Ángel Blanco, Fernando Múgica y Gregorio Ordóñez. La sabiduría popular ha elegido el mote con el que este sujeto ejercía sus labores criminales para resumir en él toda la ideología política de la banda, que ahora es la de Bildu, la marca blanca de ETA. Una ideología que, como ellos mismos pregonan sin ambages, pretende la independencia de Euskal Herria para implantar allí una república socialista, pero socialista de las de verdad, o sea, soviética, sin mostrar el menor arrepentimiento por los casi mil asesinatos y restante delitos de la banda y sin colaborar en el esclarecimiento de los 390 asesinatos aún sin resolver.
Los cinco años de Sánchez nos han enseñado que Bildu, esa ETA presuntamente blanqueada, no sólo ha sido un socio privilegiado del usuario del Falcon, sino que ha contado con su aprecio y hasta simpatía. El proyecto que ha perseguido en estos años, aciagos para España y los españoles, lo ha querido compartir con terroristas, golpistas y comunistas, es decir con enemigos de España como nación de ciudadanos libres e iguales y con acérrimos enemigos de la propiedad y de la libertad. Por tanto, ¿qué mejor nombre que el de Txapote para reunir en él al conjunto de todos los que están en contra de España, de la libertad y de la propiedad? Hay que reconocer que es imposible mayor capacidad de síntesis, con la enorme ventaja de que cualquiera que escucha esa palabra sabe perfectamente de lo que se está hablando y todo lo que detrás de ella se esconde: la política de Sánchez en estos cinco años en La Moncloa.
Al nombre del asesino se le junta, en este eslogan magistral, el subjuntivo del verbo «votar», o sea, que el que lo oye siente que está escuchando la expresión de un deseo, el deseo de que el tal Txapote vote. Pero ¿a quién? Y ahí está el pronombre, que va en lugar de un nombre que no hace falta hacer más explícito: «te». No hay nadie en toda España que no sepa a quién sustituye el susodicho pronombre. O sea que el eslogan inventado por el pueblo, nunca más soberano que al inventarlo, lo que expresa es el deseo de que a Pedro Sánchez le vote ese ser inmundo y abyecto que se llama Txapote. Lo que de manera implícita, pero contundente, está diciendo es que cualquier persona con un mínimo de decencia jamás podrá votar a la persona que se esconde detrás de ese pronombre «te» y que sólo los que comulgan con la política que representa ese asesino deben votarla.
«La sumisión que los dirigentes socialistas llevan años mostrando ante el autócrata de La Moncloa les ha pasado factura»
Que el eslogan es inmejorable se ha demostrado en estas recientes elecciones, en las que los españoles han dado la espalda a los candidatos del PSOE, que lo han tenido que sufrir, aunque ese «te» no se refiriera exactamente a todos ellos. Pero el eslogan y el resultado electoral han demostrado que el silencio y la sumisión que todos los candidatos, militantes y dirigentes socialistas llevan cinco años mostrando ante el autócrata de La Moncloa les han pasado factura.
Si el eslogan ha demostrado su extraordinaria eficacia en las pasadas elecciones, que tenían un color local y a las que no se presentaba el protagonista de esta pesadilla, quiero creer que en las generales del próximo 23 de julio, a las que sí se presenta él, el eslogan va a ser clave para mover las voluntades y las ilusiones de los españoles que quieren que Txapote y su sombra dejen de ser fundamentales y determinantes en la política de nuestra nación.