La tortícolis del PSOE
«¿Por qué narices no puede pactar el PP con Vox si el PSOE hace exactamente lo mismo con la izquierda?»
Según la RAE, tortícolis es un espasmo doloroso de los músculos del cuello. En la práctica sucede que no te deja girar hacia un lado, te impide por completo mirar de una forma natural lo que tienes a un lado de la cabeza, y se puede intensificar cuando no se duerme bien o se suda sobremanera por el estrés que te puede producir una situación; una pandemia, por ejemplo.
Hay algo realmente llamativo cuando alguien no sale de sus trece, ya sea por un «sí sólo sí» o bien un «no es no», sin calibrar del todo la cantidad da problemas que a la larga genera esa obsesión por no querer reconocer un error. Luego pasa que te pierdes todo lo que sucede en ese lado, al que el dolor y la tirantez te impide mirar, como bien le puede pasar a los sordos de un sólo oído, que se colocan para hablar con otra persona de tal manera, que su expresión corporal se inclina hacia el lado de la sordera.
Con todo este tema que se cuece respecto a los pactos, resulta paradójico que unos puedan pactar con los que están a su izquierda, ya sean comunistas, independentistas o de cualquier tipo de inclinación radical, mientras que los otros, los conservadores, tengan del todo prohibido pactar con los que están a su derecha. No se emplean las mismas reglas del juego, ni se mide con la misma varilla, y al final, esa obsesión por pretender que no hagan lo mismo que el PSOE hace con su izquierda, se convierte en un argumento tan ridículo como antidemocrático. ¿Por qué el PSOE puede pactar con todo el espectro más izquierdista que ellos, mientras que el PP no puede hacerlo con Vox?
Lo lógico y lo natural sería que los dos miraran hacia el centro, dónde no sólo encontrarían la mayoría apabullante de diputados, sino que además concentrarían a la gran mayoría de los votantes, pero parece que con este PSOE, tan aficionado al «sólo sí es sí», como a su famoso «no es no», ese encuentro representa una batalla perdida antes de empezarla.
No sólo ocurre esta situación tan burda con el tema de los pactos, sino que se revive una obsesión mucho más pueril en avivar tiempos en los que todo lo que no sea como yo sea digno de borrar del mapa. Parece que sólo se miente, perdón, sólo se cambia de opinión, cuando se pacta con la gente que a Trumpez le impediría dormir tranquilo, es decir, partidos que no creen en la unidad de España y que apoyan la independencia de comunidades autónomas, que no creen en la propiedad privada, salvo si la custodian los Guardias Civiles (los mismos que han echado de algunas provincias para contentar a sus aliados), que incluso hacen sentirse incómodos a los amigos del jefe de gobierno por unas políticas feministas que no son más que chiringos del dinero público, o a los que se indulta por robar, romper España, y podríamos seguir. Sin embargo, lo natural hubiera sido que los partidos más próximos al centro hubiesen encontrado un consenso, reuniendo además a la inmensa mayoría de la gente. Todo eso con este PSOE resulta no sólo imposible sino del todo improbable. Ni mintiendo ni cambiando de opinión.
Dejar que gobierne la lista más votada, dar una segunda vuelta con esos dos partidos que resultaran ganadores sería parecernos un poco más a Europa, pero mientras no cambiemos la Ley Electoral, seguiremos nadando en un mar de hipocresía en el que es mejor tener como aliado a partidos radicales, ya sea de derecha o de izquierda, buscando el consenso en el centro y contentando al interés general. ¿Sería valiente y justo que el PSOE dejara gobernar al PP siendo la lista más votada para que no tuviera que encontrar en Vox la llave para gobernar? Sí, sería justo y valiente, pero, ¿qué pasaría si fuera a la inversa? Eso intenta Feijóo, pero bien sabe que el PSOE de hoy pactaría hasta con el diablo con tal de no dejar gobernar a la lista más votada. Entonces, siendo esa la hipocresía en la que nada el actual partido socialista, ¿por qué narices no puede pactar el PP con Vox si ellos hacen exactamente lo mismo con la izquierda?
Mientras este cinismo siga en los despachos de Ferraz, aquí vamos a seguir respirando el aire tóxico del enfrentamiento, de la polarización, y de esos dos bandos que sacaron lo peor de los españoles. Parece un peaje, una herencia, un algo que no terminamos de entender los que queremos un consenso para la mayoría. Sólo tengo una explicación cuando me pregunto esto, y pasa por no querer dejar de ir en Falcon, de seguir veraneando en La Mareta, de conseguir subvenciones para los suyos, de no saber aceptar ser el número dos, porque de pactar el PSOE y el PP, el primero tendría que dejar Moncloa y para eso, no sólo hace falta querer a tu país, sino que también hace falta dejar de quererse tanto a uno mismo.