La España de Atresmedia (o la derecha aspiracional)
«¿Y qué vota la España Atresmedia? Al PP, porque la derecha gestiona bien y es un partido serio. También a Vox, porque esto es un sindiós con tanta patera»
Decía el otro día Ignatius Farray que la izquierda es como Led Zeppelin: solo se reúne de verdad cada 15 años. Y que la derecha, es en cambio, como la Orquesta Maracaibo: se recorre de arriba abajo España entera, de pueblo en pueblo, tocando Pajaritos por aquí, Coco-uauá y Bailar pegados es bailar.
Los primeros son los guais, desde la tribuna de la superioridad moral, y los otros los eficaces. Quizá feos, quizá panzudos, pero con un chalé en Fuengirola. No un piso, un chalé. A 15 kilómetros de la playa, pero chalé. Con barbacoa, dos plazas de garaje y muchas camas Restform para cuando vienen cuñados, sobrinos y futuros nietos. Porque la derecha, es decir, los miembros de esa Orquesta Maracaibo itinerante y de repertorio sin fin, sigue a lo suyo.
Creciendo y multiplicándose, aferrándose a una monogamia que debe durar al menos lo que la hipoteca del chalé en Fuengirola y eso se traduce en calor humano y familiar. En algarabía para llenar la piscina de plástico. En carreras de sacos al atardecer. En campeonatos de mus intrafamiliares y concursos de belleza con posados y palabras generosas del jurado. ¿Es el verano azul? ¿Veranear en familia, todos juntos y apretados, resulta ahora que era de derechas? Quizá sí.
Siguiendo la lógica de Ignatius, quizá la izquierda sean los amigos y la derecha la familia. La izquierda, la construcción de la identidad, la proyección social, la realización. La derecha, la tradición, las raíces, el legado, la pertenencia. Duro renunciar a ninguna de esas patas si queremos ser una mesa consistente; todos somos un poco Led Zeppelin y un poco Orquesta Maracaibo, a pesar de los intentos por reducirnos a una sola cosa, a una sola secta, a un verano monocromo, cuando éste puede ser, no sé, arcoíris.
«En el País Vasco y Navarra no existe apenas la España de Atresmedia»
Pero yo quería hablar de la España de Atresmedia, esa derecha aspiracional, es decir, que quiere medrar en el árbol del estatus, y que se avergüenza incluso de la Orquesta Maracaibo, a quien mira con desdén. La España Atresmedia no escucha, en verdad, mucha música, pero han visto con gusto ese musical reciente sobre los Hombres G.
En casa de la familia Atresmedia, ven las noticias con Sandra Golpe y Vicente Vallés para informarse, El hormiguero para entretenerse y los partidos de la selección (española de fútbol) para desconectar. Son más del Atleti que del Madrid, porque la España Atresmedia vive sobre todo en Madrid, Valencia, Aragón y las dos Castillas. Y Murcia y Extremadura. Andalucía y Galicia son difíciles de encasillar en esta reducción sin Pedro Ximénez (pronúnciese, coño, Jiménez) y Cataluña también. En el País Vasco y Navarra no existe apenas la España de Atresmedia. En La Rioja, sí. En Cantabria, muchísimo. En Asturias, depende zonas.
Pero lo que le pirra de verdad al sector masculino de la España Atresmedia pertenece, cómo no, a ese grupo mediático: El chiringuito de jugones. Todos los personajes, a excepción de Pedrerol, son pura España Atresmedia. Pedrerol, que es muy listo, los ha fichado precisamente por ello, porque media España es España Atresmedia y con eso te garantizas buenas audiencias. Cristóbal Soria, Tomás Roncero, Juanma Rodríguez, pura España de Atresmedia. Y Edu Aguirre.
¿Y qué bebe el español atresmédico? Por supuesto, hacen la compra en Mercadona como una extraña delectación consumista los sábados por la mañana. Carritos llenos —que se note su aspiración y el poderío económico del taxista con licencia— de productos, ante todo, de Pascual.
«El faro cultural de esta España sigue siendo Estados Unidos»
Duran más, ¡hasta seis meses fuera de la nevera!, y eso es un plus. También zumos PMI, leche Puleva, zumos Juver y flases de Hacendado para el verano. Compran el vino más caro, el de tres euros, pues Mercadona es consciente del perfil de su público, no especialmente gourmand, y les da lo que quieren: calidad-precio.
Naranjas. Alitas congeladas. La bolsa de 5 kilos. Pizzas de atún. Chocolate Nestlé, nunca Milka, que se conserva en el frigorífico. Junto a los medicamentos, el pan Bimbo e incluso los yogures que aguantan medio año fuera de la nevera. Y hamburguesas con queso. Porque el faro cultural de esta España sigue siendo Estados Unidos.
¿Lee la España Atresmedia? Poco, mal y tarde. Para qué, habiendo televisión. Porque siguen siendo muy de tele; internet y móviles, sí, pero viva la tele. Si acaso, revistas de corazón, prensa deportiva y novela histórica, con preferencia por los temas romanos.
¿Y qué vota la España Atresmedia? Al PP, porque la derecha gestiona bien y es un partido serio. Lo hacen a primera hora, para irse después a la playa. Muchos lo han hecho ya, incluso, por correo, para el próximo 23-J. También a Vox, porque esto es un sindiós con tanta patera.
Alea jacta est, como dicen los personajes de Roma, soy yo, la novela más vendida, por cierto, en la España de Atresmedia, pero también en la España fea, la España vacía(da), la España invisible y la España invertebrada. Ay.