Siete formas infalibles de perder un debate electoral
«Solo hay ya un elemento que pueda ya marcar diferencias: El debate cara a cara entre Feijóo y Sánchez que se celebrará esta noche en Atresmedia»
A falta de menos de dos semanas para que los españoles acudamos a las urnas en una de las elecciones más atípicas de nuestra historia democrática, las encuestas comienzan a mostrar un panorama estancado en el que, por resumir mucho, el PP ganaría las elecciones por una diferencia entre 40 y 50 diputados a un PSOE que logra mantener el tipo mientras Vox y Sumar cotizan a la baja.
Unas elecciones en las que el PP lograría algo más que doblar la diferencia que sacó a los socialistas en las elecciones municipales, pero en las que los siete puntos de ventaja que en este momento le han metido al PSOE se antojan cortos para conseguir el número de diputados necesario para que Feijóo pueda obtener una investidura cómoda.
Así las cosas, solo hay ya un elemento que pueda marcar diferencias: el debate cara a cara entre Feijóo y Sánchez que se celebrará esta noche en Atresmedia y que a buen seguro congregará ante la televisión a más de 10 millones de españoles, que estarán muy atentos a lo que dicen los dos únicos candidatos con posibilidades de llegar a La Moncloa.
Una disciplina esta, la del debate cara a cara, que según dicen los norteamericanos -que son los que más saben de estas cosas- puede en algunos casos llegar a mover hasta cinco puntos en las preferencias electorales ciudadanas. Poca broma.
Y como en mi trayectoria profesional me ha tocado preparar unos cuantos debates electorales tanto en nuestro país como en unos cuantos de Latinoamérica, hoy quiero compartir con ustedes un pequeño listado con algunos de los errores más dramáticos que puede cometer un candidato presidencial en esta compleja disciplina, un catálogo con las pifias que han llevado a muchos candidatos a perder un debate y posteriormente, la elección.
1.- No prepararse a fondo el debate
Le pasó a Felipe González y también a Mariano Rajoy, ambos subestimaron a sus rivales pensando erróneamente que sus conocimientos les garantizaban salir airosos de los debates que les tocaron en suerte y ambos mordieron el polvo ante dos candidatos tremendamente agresivos (José María Aznar y Pedro Sánchez) que habían trabajado más y mejor tanto sus argumentos como sobre todo la puesta en escena.
Lo de la puesta en escena es clave, por cierto, en un medio como el televisivo no hay que preparar solo temas, réplicas y contrarréplicas, la gestualidad es importantísima tanto para apoyar los argumentos como para aparentar que se está escuchando al rival.
2.- Enfadarse
Es sencillo, el que se enfada pierde.
¿Lo repito? El que se enfada en un debate, pierde. No hay nada más desagradable para un ciudadano que ver a un señor nervioso echando la bronca a otro en el salón de su casa.
3.- Interrumpir permanentemente a los rivales
La interrupción es un recurso crítico en un debate, hay que hacerlo, sin duda, pero cuando toca y como toca. Un debatiente que interrumpe permanentemente a su rival queda en desventaja.
4.- Las orgías de cifras
Al igual que las interrupciones, las cifras hay que utilizarlas en su justa medida y siempre contextualizadas en lo que significan para la vida del ciudadano.
Una catarata de tantos por ciento en un debate, aunque todos sean correctos -lo cual sería una noticia- solo garantiza que el espectador desconecte de nosotros.
5.- El exceso de cacharrería
Por supuesto que se pueden utilizar elementos gráficos para apoyar nuestros argumentos o -sobre todo- para refutar los del contrario, pero el uso excesivo de cachivaches -como hacía Albert Rivera en sus debates- solo traslada al votante la impresión de que lo que dice el candidato no es importante.
6.- Hablar solo para tus fans
Solo existe una medida infalible para saber quién ha ganado y quién ha perdido un debate -si es que tal cosa existe-, las reacciones de sus fans en las redes sociales tras el debate.
Si los fanboys más militantes de un candidato salen encantados del debate bramando de gozo con su performance, no hay duda, ese candidato ha perdido por KO ya que solo se ha dedicado a engorilar a los suyos en lugar de dirigirse a toda la masa de espectadores.
7.- No preparar el post-debate
Siendo importante el debate, que sin duda lo es, cuidar lo que sucede tras el mismo es clave para trasladar la sensación correcta a los votantes.
La forma en la que sale del estudio, los gestos, la salida con su equipo de la televisión y cómo montan en el coche, cómo es recibido en la sede de su partido, cuidar a los opinadores que están preparando sus crónicas para el día siguiente… y unas cuantas acciones más que no detallo porque entran dentro del secreto profesional son determinantes que la ciudadanía perciba que estamos contentos con lo que ha pasado y que el nuestro es quien ha ganado.