Ayuso y el muestrario de miserias humanas
«Muchos de los que promocionan la inclusión, la igualdad y la felicidad exhiben la cara más miserable y rastrera del ser humano al hacer mofa del dolor de Ayuso»
A los seres humanos se nos presupone un desarrollo emocional y cognitivo muy superior al del resto de mamíferos. Somos los grandes triunfadores de la evolución por nuestra disposición a anteponer el razonamiento y la empatía a la reacción visceral, sobre todo cuando nos enfrentamos a situaciones dramáticas. Tanto es así que, para definir la capacidad de sentir afecto, comprensión y solidaridad recurrimos al término «humanidad».
La deshumanización del contrario pasa, precisamente, por despojarlo de aquellas cualidades que lo hacen merecedor de nuestra comprensión y de ser tratado con dignidad, lo que acaba conduciendo a la legitimación del linchamiento social y hasta físico. Por eso la ley establece límites a la libertad de expresión: para evitar que, en su nombre, se menoscaben otros derechos o incluso se incite a la violencia.
La politización del dolor se ha traducido en la deshumanización de la política y de quienes se dedican a ella. Algo que sus valedores seguramente ya sabían o preveían como probable, pero que prefirieron no mencionar. Para muestra, lo que sucedió ayer en las redes sociales tras hacerse pública la noticia de que Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid, había perdido al hijo que esperaba.
Los que exhiben en sus perfiles corazones, rosas, y arcoíris. Los que presumen de promover el antifascismo y reivindican la salud mental. Los que denuncian con preocupación la propagación del odio y de la violencia política contra las mujeres. Los que promocionan la inclusión, la igualdad y la felicidad. Muchos de ellos, ayer, exhibieron la cara más miserable y rastrera del ser humano. Constataron que tienen mucho más en común con otras especies que con la nuestra, pues carecen de la piedad y de la conciencia que nos distingue de las bestias.
«La jauría humana tuiteó adversativas del tipo ‘siento mucho lo que le ha sucedido a Ayuso pero se lo merece'»
No fueron ni dos, ni tres ni cuatro. Fueron miles. Se exhibían orgullosos, utilizando Twitter como escaparate de su inmundicia, de su miseria moral. Algunos escudándose tras perfiles falsos, otros con su foto, nombre y apellidos. Lo que publicaban no sólo pretendía hacer mofa de un acontecimiento tan doloroso, sino causar el mayor daño y sufrimiento posible a la persona concreta afectada.
La jauría humana tuiteó adversativas del tipo «siento mucho lo que le ha sucedido a Ayuso pero se lo merece porque [añada aquí la justificación más aberrante que se le pueda ocurrir]». Cuestionó las aptitudes de Ayuso como futura madre, aseguró que se trataba de un invento para obtener rédito electoral y hasta celebró con jolgorio el aborto de una criatura a la que ya tildaban de fascista. Basura repugnante que, en algunos casos, llegó a rozar lo delictivo y que me niego a reproducir por no regalar difusión a quienes sólo merecen el ostracismo y la repulsa.
Compartimos cotidianeidad con gente incapaz de relegar la ideología y conceder un mínimo espacio a la conmiseración o a la caridad. Que son capaces de convertir a alguien al que no conocen en el responsable de todos los males, sean propios o ajenos, para proyectar en él un resentimiento visceral y atávico. Cuando se les enfrenta con su miseria se parapetan rápidamente en afirmaciones sobre actuaciones de quien es el objeto de su odio que carecen de cualquier sostén fáctico o judicial. Porque mientras que los psicópatas no excusan su comportamiento, los mezquinos tratan de disimilar su indignidad con embustes, pretextos y falsas dicotomías. Así es como silencian a los pocos escrúpulos que les quedan cuando éstos pugnan por salir.
Soy madre de dos criaturas y he sufrido el aborto temprano, como tantísimas mujeres. No es un trance agradable, ni en lo físico ni en lo emocional. Son momentos en los que se necesita el cariño, el apoyo y la comprensión de quienes te rodean. Yo por eso prefiero quedarme con los líderes de formaciones políticas distintas a las de Ayuso que no sólo le desearon una pronta recuperación, sino que se atrevieron a condenar expresamente el odio, la miseria y la zafiedad que ayer inundaron las redes. Emiliano García-Page, Rita Maestre, Juan Lobato, Mónica García… Fueron varios los que quisieron poner de manifiesto que por delante de la política está la humanidad. Y aunque les cueste creerlo -y digerirlo- se expusieron al reproche y a la crítica de algunos de sus seguidores, simpatizantes y votantes.