España, en manos de un prófugo
«Los españoles han hablado y todos sus votos han sido sabios. Pero la suma de ellos ha generado un escenario de batalla especialmente complejo»
La ajustadísima victoria del Partido Popular de un Feijóo que se desinfló en la recta final, junto a la resistencia numantina, una vez más, de un Sánchez que ha vuelto a demostrar un instinto y una resistencia política más allá del desaliento, dejan un panorama político en España que ni el más surrealista de los escritores distópicos se podrían haber imaginado nunca. España se queda en manos de un prófugo, de un personaje que dio un golpe contra la unidad constitucional, declarando durante diez segundos la independencia unilateral de Cataluña. Su chantaje será terrible.
Los españoles han hablado y todos sus votos han sido sabios. Pero la suma de ellos ha generado un escenario de batalla especialmente complejo. Los resultados han dado la victoria al PP, pero frente a las expectativas generadas por todos los sondeos, los resultados saben a fracaso. Fracaso, porque lejos de una mayoría absoluta, ni siquiera se acercan al poder de la mano de Vox. Los populares suben, ganan casi cincuenta diputados, pero el PSOE aguanta con una fuerza de votos impensable el pasado 28 de mayo.
Han ganado y Feijóo volverá a pedir que se respete el principio de que el partido más votado sea el que gobierne. Pero necesita muchas y casi imposibles carambolas para ello. Primero que se acepte este principio que en la campaña electoral, e incluso con todos los pronósticos en contra, se negó Sánchez a firmar en la famosa escena del «cara a cara». Más cuando el PSOE ha subido dos escaños y aunque sea segunda fuerza, lo celebra como un triunfo.
La igualdad de bloques entre derecha e izquierda es casi absoluta. Hay partidos que a lo largo de su historia han sido aliados del PP y del PSOE en algún momento. Pero ahora hay un elemento que todo lo contamina y que aleja a posibles aliados de Feijóo: la presencia de Vox.
«El otro árbitro podría ser el PNV, pero su veto total a todo lo que toque Vox, le aleja de esa opción»
El partido de Abascal ha perdido casi veinte escaños. Se mantiene como tercera fuerza política por encima de Sumar, pero todo en esta formación es problemático. Ha acaparado decenas de miles de votos útiles que hubieran sido cruciales para el PP. Tampoco ha conseguido el número suficiente para poder gobernar en coalición con el PP. Su campaña electoral basada en una amenazante política de pactos con los populares en la constitución de los gobiernos autónomos puede haber conseguido movilizar mejor que nadie al electorado de la izquierda. Cada vez que Abascal hablaba un votante de izquierdas decidía acudir a las urnas.
A falta de los votos del extranjero, que puedan hace bailar algún escaño, hay algunas conclusiones evidentes. Feijóo no ha conseguido movilizar el volumen de votos previsto en plazas donde tienen gobiernos con absoluta como Andalucía o Madrid. Por el contrario, Sánchez ha logrado aguantar e incluso subir suelos, pero sobre todo ha logrado arrasar en Cataluña. Y este es uno de los elementos cruciales. Su gran socio ERC ha pagado muy alto precio y ha perdido la mitad de sus diputados. Se queda en siete escaños, lo mismo que su gran oponente Junts que además puede convertirse en el arbitro del futuro de España. El otro árbitro podría ser el PNV, pero su veto total a todo lo que toque Vox, le aleja de esa opción.
El partido del golpista prófugo Carles Puigdemont puede decidir quién gana. Impensable su voto al PP, también lo parece a Sánchez. Dicho esto, cosas veredes, y ya las hemos visto antes. Es cierto que indultos, concesiones, favores, todo lo que pudiera ofrecer Sánchez rompería el equilibrio con ERC. O no. Nadie pondría la mano en el fuego porque no se conceda un referéndum de autodeterminación. Hay que recordar que el gran triunfador de Cataluña ha sido el PSC pero por la desmovilización del voto independentista. Entre ERC y Junts consiguen 14 escaños, por debajo de los 17 del PSC. Pero la independencia les volverá a unir.
Estamos en el escenario perfecto para un personaje como Puigdemont. Más decisivo que Junqueras, el precio de su chantaje puede ser de una magnitud imposible incluso para Sánchez. Y si no, bloqueará la estabilidad política de España y nos llevará al escenario de una repetición electoral. El electorado ha evitado la llegada del poder de Vox en coalición. El sistema electoral ha dado el botón rojo a Puigdemont. España está en manos de un prófugo y de lo que Sánchez les regale. Asusta el panorama.