Enemigos dialécticos
«Nos sacudimos, porque España está viva y no es que la izquierda no nos mire, sino que no nos ve»
El gran suceso político de la semana ha sido la conferencia/mitin de Alfonso Guerra en el Ateneo contra la amnistía y la amnesia que estamos viviendo. Y qué directa y plástica la definición del fracaso de la Transición: «A mi parecer, la amnistía significa la condena de la Transición y la democracia, lo que buscan desde el año 2015 los jóvenes inmaduros de la llamada nueva política que no es otra cosa que una estafa descomunal». Escribió André Bretón: «Aquello que más necesito decir no es lo que mejor digo». Pero no es el caso de Guerra, que se iba a la cama con la conciencia tranquila y con algunos ejemplares de su libro vendidos. La vieja guardia solo habla cuando tiene algo que decir y lo dice muy tranquilamente.
Tras muchas semanas negras, sucias de esclavitud por unas siglas, se levantan al fin una de las voces más verídica y macho de la actual izquierda, que es ya otra romería. Mayormente. Algunos andan como perros perdidos sin collar, pero no dicen nada o bien hacen la labor de clínex del poderoso, que a su vez tiene por encima otro poderoso sin voz ni moral. Pirámides que forman conjuras y repiten consignas… Los valores, digo, se han corporeizado de repente en estos dos líderes cuya jubilación por fin los libera de ataduras. Lo cual conducía y conduce mayormente a acabar con el imperio napoleónico de Sánchez, pero no a salvar las siglas. Esas siglas ya no pueden limpiarse.
«La vieja guardia solo habla cuando tiene algo que decir y lo dice muy tranquilamente»
Sin ninguna afinidad con este partido que queremos ver desaparecido, creemos, empero, que la moral, la ética, la justicia o la verdad deben airearse de vez en cuando para que parezcamos una democracia homologada. Da apuro ver como los valores democráticos de la izquierda se quedan en ideas y las ideas en abstracciones sobre los gángsters Trump y Bolsonaro, sin ninguna aplicación práctica en las propias filas. Van a la capilla ardiente a disparar sobre sus hombres de paja sin ver, ya digo, la paja en la viga propia. Pero el mundo de las ideas y valores es como la energía, nada se crea ni se destruye, como en la naturaleza los valores pisoteados se irán reencarnando en otros hombres y otras siglas. Yo soy muy joven y ya no creo en los partidos pero quizás la Tercera España pueda salvar algunos muebles de la Santa Transición.
El país se está llenando de conjuras, traiciones, nuevos partidos y plataformas, manifestaciones. Nos sacudimos, porque España está viva y no es que la izquierda no nos mire, sino que no nos ve. Porque quiere creer, no ve, y en esta línea del engaño se trabaja en diferentes frentes. El golpe del 17 sigue fresco, y ayer me decía un taxista que Madrid está entera atascada y yo misma lo veo claro. El país está atascado y también hay algo podrido en nuestra democracia. Se acerca ya esa idea aterradora, se huele el fracaso de la Transición. No lo digo yo, lo contaban en el Ateneo los enemigos dialécticos del señor Sánchez.