THE OBJECTIVE
Jorge Vilches

Propuestas y tortazos de Feijóo

«En la sesión de investidura tendrá que mostrarse como el líder de la alternativa a Frankenstein, con un programa sólido y no de mera corrección del sanchismo»

Opinión
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Propuestas y tortazos de Feijóo

Ilustración de Alejandra Svriz.

El líder del PP está muy necesitado. Ahora mismo es un político frustrado. En la sesión de investidura tendrá que mostrarse como el líder de la alternativa a Frankenstein, con un programa sólido y no de mera corrección del sanchismo. El PP no puede presentarse como un partido que viene a enmendar a los traviesos chicos socialistas, sino como la voz de un proyecto sólido, con personalidad y atractivo. No es el servicio que limpia la casa tras la juerga del señorito.  

Es conveniente que Feijóo plantee una investidura de verdad, como si fuera a salir adelante. Es preciso que muestre al mundo que quien ganó las elecciones no fue Sánchez, sino la oposición, porque los constitucionalistas, los que no sueñan con la ruptura, dieron la espalda al PSOE. No olvidemos que el presidente del Gobierno se pasea por las instituciones europeas y mundiales como si los españoles hubieran ratificado en las urnas su gestión, cuando ha sido una censura. 

Esa investidura, insisto, debe contemplar un programa profundo de mejora del país, de fortalecimiento de la democracia y del proyecto común. Y debe ser realista. No me refiero solo a los números, sino a considerar que con el PSOE no se puede pactar y que tenderle la mano disgusta al electorado del PP. Es poco inteligente prometer una política antisanchista y al mismo tiempo ofrecer un pacto a Sánchez. No da ni un voto, ni mejora la imagen del PP, ni va a convencer a ningún diputado socialista ni del PNV. Por tanto, será un discurso para perder una votación, pero para ganar esperanza en el líder de la oposición. 

A esas propuestas concretas y realistas debe sumar tortazos. No se entiende la tarea de fiscalización de estos últimos cinco años de Gobierno socialcomunista, apoyado en una coalición Frankenstein, para luego no sacar toda la artillería contra el Ejecutivo, incluso recurriendo a lo personal. Si Feijóo guarda algún miramiento con Sánchez por un mal asimilado sentido de Estado o un decoro parlamentario en desuso, lo van a arrollar y no conectará con su electorado. Es la hora del gallego. No tendrá otra oportunidad igual. Será ese momento o nunca más. Si no conecta con la España que protesta está perdido y será mejor pasar página.

«La imagen de que los populares no eran capaces de imponerse a Vox fue definitiva para activar al PSOE en las urnas»

Es necesario pensar que esta situación es efímera. Si Sánchez forma gobierno, no durará porque la amnistía no pasará los filtros constitucionales, entonces los independentistas se sentirán traicionados y romperán con el Gobierno. Pero habrá repetición electoral en pocos meses si el caudillo del PSOE no logra los votos de Junts en la investidura, y será entonces cuando el PP de Feijóo tendrá que demostrar que ha aprendido la lección. 

En ese caso habrá que hacer las cosas de otra manera. Los populares de Génova no gestionaron bien la victoria en las elecciones del 28-M. La sensación de descontrol fue absoluta. Mientras en Valencia se pactaba al día siguiente con Vox y se aceptaban sus propuestas, en Extremadura se montaba un circo, y en Murcia se amenazaba con la ruptura definitiva. La imagen de que no eran capaces de imponerse a Vox, que ha sido una fábrica involuntaria de votos izquierdistas y nacionalistas, fue definitiva para activar al PSOE en las urnas y que el voto centrista desconfiara de Feijóo. Ese descontrol ha aumentado con las imágenes del cortejo al PNV y a Junts tras el 23-J. Así no se convence al electorado de que se tiene un proyecto firme.

Esa inconsistencia con los pactos ya venía anunciada por una campaña propositiva muy floja para las generales. «Derogar el sanchismo» queda bien como titular, pero es insuficiente. En ese contrato social que es la política, con su principio de consentimiento basado en la confianza, especialmente en el espectro no izquierdista, hay que ofrecer propuestas claras y contundentes, y, además, venderlas bien. Cuando un partido no sabe qué vende, nadie le vota. 

La prueba de la investidura será definitiva para Feijóo. Muchos la mirarán como el examen a un líder que no conocen, a un político con el que todavía no empatizan, y al que aún no comprenden ni son capaces de predecir. Es hora de que deje de escuchar a los que piden que haga política de puntillas, y de que avance con paso firme y sonoro. Quizá sea mucho pedir, pero no vendría mal para revertir la ola de pesimismo que nos invade ante la posibilidad de un Frankenstein peor y más fuerte.

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