Steiner, los jipis y la humanitas
«El presidente Sánchez ha colocado en el Congreso a personajes que son, yo diría, analfabetos en cualquier sentido serio»
¿Cómo debemos interpretar la acelerada decadencia de nuestra política? «Creo que el número de hombres y mujeres calificados para responder a un coro de Esquilo, al imperativo categórico de Kant o a una elegía de Duino de Rilke puede ser mayor del que las ideologías asumen», escribe George Steiner en Universitas, un bello texto que acaba de ser publicado por Rob Riemen en Nuestras palabras. Todo lo que nos pareció un ramillete de bellas palabras de ésos que herborizan los humanistas cobra sentido solamente cuando la sociedad se encuentra atrapada en un ágil desorden. El ágil desorden no es menos desorden, y conviene al político. El presidente Sánchez ha colocado en el Congreso a personajes que son, yo diría, analfabetos en cualquier sentido serio. Durante la visita de Riemen a Madrid se ha hablado del clima político en Europa. No es solo cuestión de un partido, o de un diputado macarra, tampoco es un problema específico de los españoles. En Europa existen problemas parecidos, la política tiende cada vez más a los extremos y aumenta el nivel de polarización tóxica, de modo que se ha visto que la cosa tenía más trascendencia.
Ocurre que este permanente estado de conflicto no se resolverá con nuevas eclosiones, ocurrencias dialécticas ni con nuevos rascacielos volantes de ideología, pero tampoco podemos dejar ninguna agresión sin respuesta. La guerra siempre está pidiendo paz y eso es lo que hace falta, que a la gente se le calmen los nervios y que cada uno vuelva a su parroquia, a sus quehaceres y su nido de amor, porque la humanitas no se pregona, sino que se practica cada día y el hombre debe poner su energía y su imaginación en las respuestas correctas. Haz el amor y no la guerra, cantaban los jipis. Steiner propone que preguntemos como los radicales rusos solían: ¿entonces, qué debemos hacer? Y la respuesta es crear una verdadera universitas, una humanitas. «Ustedes menospreciarán este programa como utópico. Hay ocasiones, sin embargo, en que la utopía es el único realismo».
«A los ciudadanos no nos beneficia el desorden ni la filosofía cainita del ‘diente por ojo’, pero tampoco debemos dejar ninguna agresión sin respuesta»
Yo a estas alturas prefiero cualquier utopía jipi a esta multiplicación de guerras municipales, partidistas e identitarias que no conducen a la búsqueda de ninguna paz ni justicia, sino al regreso enarbolado de todas las venganzas desde la época medieval. Diente por ojo, y el mundo acabará abofeteado como le ha ocurrido a nuestra máxima autoridad municipal. Lo que asoma detrás de estos juegos dialécticos es un preciosismo de cuchillos y espinas que están pidiendo venganza no sabemos para qué y a quién. Si sabemos interpretar lo que ha pasado en Madrid estos días, el lenguaje y las formas que en el Congreso se exhiben, deberíamos advertir el ágil desorden que se ha instalado en nuestra vida política. A los ciudadanos no nos beneficia el desorden ni la filosofía cainita del «diente por ojo», pero tampoco debemos dejar ninguna agresión sin respuesta. Quizás el realismo utópico de Steiner nos conduzca a la salida.